“Rabia porque guardar SILENCIO es lo que ha permitido
que está pandemia de agresiones se vuelva sistémica”,
Anónima
Por Humberto Robles / @H_Robles
A mediados de octubre y en medio de la pandemia, un grupo de artistas lanzó un video, con la versión de una cumbia muy popular, al que titularon “Chapultepec es un escándalo”. ¿El motivo? Les aparece escandaloso el presupuesto para el Proyecto Chapultepec.
Este bosque cuenta con varios de los museos más importantes de México, el foro cultural de la Casa del Lago, un zoológico, un jardín botánico, así como varias áreas de esparcimiento gratuitas, al que recientemente se le agregó el Complejo Cultural Los Pinos, antigua residencia de los presidentes del país. Desde hace siglos, Chapultepec ha sido un área recreativa, para propios y extraños, y sobre todo para la gente menos favorecida. El proyecto contempla cuatro ejes: La conexión de las distintas secciones del bosque, el rescate del área natural, la ampliación de la infraestructura cultural y la integración de una sección más al espacio público. Algunos lo han calificado de ser un proyecto faraónico y centralista, y otros opinan que es una obra para beneficio del pueblo.
Desde la llegada de López Obrador a la presidencia, algunos grupos de artistas se han opuesto a muchas de las políticas implementadas en materia cultural. Les molestan los recortes presupuestales en este rubro, el fin de los fideicomisos donde imperó la corrupción, y se indignaron cuando comenzó la indispensable transformación del Fonca, el cual aún no termina de sanearse y que mantiene muchos vicios del pasado.
Lo que más desconcierta es que en sexenios anteriores, de los más infames de la historia reciente del país, los artistas del video solo se manifestaron cuando se amenazaba con recortes presupuestales; salvo esto, la mayoría guardó silencio ante el sinnúmero de casos de corrupción en las instituciones culturales, derroches, falta de transparencia e irregularidades en la otorgación de diversos apoyos. Todo indica que solo protestan cuando ven peligrar sus privilegios porque el presupuesto cultural ha sido la gallina de los huevos de oro… claro, para algunos y para los menos, para aquellos eternos vividores del erario que no han querido o no han podido crear y trabajar de forma independiente y autogestiva.
Por ejemplo, para ellos no fue motivo de escándalo el despilfarro de la Biblioteca José Vasconcelos, un proyecto verdaderamente faraónico y centralista. Haciendo gala de la corrupción foxista y calderonista, la biblioteca debió cerrar por fallas en su construcción, hubo filtraciones de agua y al final costó tres millones de dólares más de lo planeado. Pero no, este insulto no provocó videos de protesta ni les pareció un escándalo. Parece que estos artistas usan un doble rasero en cuanto a lo que es escandaloso y lo que no.
Abonando a lo anterior, en este sexenio, la Secretaría de Cultura reveló datos alarmantes en el sistema de apoyos gubernamentales, algo que ya hemos documentado antes. Durante los primeros 25 años del Fonca, se recibieron 128 mil 268 solicitudes, de las cuales solo se otorgaron 22 mil 23 apoyos, correspondientes a 11 mil 872 personas. De estos 11 mil 872 artistas, algunos recibieron hasta 25 tipos de incentivos en diferentes convocatorias y temporalidades. Grupos escénicos obtuvieron recursos hasta por 14 años e incluso sus representantes legales también obtuvieron parte de los recursos. 243 artistas obtuvieron estímulos de entre 4 a 6 millones de pesos cada uno, de acuerdo con sus años en el SNCA (Sistema Nacional de Creadores del Arte). Sin embargo, esto tampoco ameritó un video o una expresión de escándalo por parte de los quejosos, ya que muchos de ellos se vieron beneficiados, o son amigos o colegas de gente que ha sido favorecida hasta el hartazgo. Cuando se destapa la cloaca que hay en las instituciones oficiales, suelen callar.
Por otra parte, hace unos días surgió otro incidente muy grave. Al publicarse los resultados de los estímulos para Jóvenes Creadores, un presunto violador resultó elegido en el área de dramaturgia. La presunta víctima denunció en el ministerio público y ahora lo hizo en redes con un texto intitulado “Rabia”. Este no es el primer caso de esta índole; el año pasado, Jeremías Marquines fue elegido para ingresar al SNCA, pero gracias a los movimientos Mujeres juntas Marabunta, al Me Too y a la denuncia de la víctima, se le retiró el apoyo. También, gracias al Me Too, se exhibió a muchos varones del medio cultural que fueron acusados de ser acosadores y abusadores, y quienes casualmente han sido becarios en múltiples ocasiones. Pareciera que ser acosador, abusador o violador es un requisito para ser becario. También recientemente, Gabriel Figueroa Pacheco, candidato para dirigir la Asociación Nacional de Dirección Escénica, renunció al cargo debido a la presión pública que lo ha señalado como un individuo machista y misógino.
Por todo lo anterior y en apego a los derechos humanos, el sistema que otorga esos apoyos debería implementar a los aspirantes de becas algo similar a la “Ley 3 de 3”: No ser deudor de pensión alimenticia, no ser acosador sexual, y no ser agresor de mujeres. Porque si el Estado va a financiarlos, lo mínimo que se espera es que sean hombres que no ejerzan ningún tipo de violencia de género, más cuando sus acciones permanecen impunes y no han reparado el daño a las víctimas.
¿Y alguno de los casos de violencia de género ha ameritado algún video o alguna muestra de escándalo o de repudio por parte de esos artistas? No, no dicen nada. Cuando se destapa esta cloaca, también suelen callar. Así que, voluntaria o involuntariamente, solapan y protegen a los agresores; su silencio los hace cómplices, o al menos omisos, frente a la violencia de género, normalizándola y perpetuándola.
En ese mismo sentido, voluntaria o involuntariamente, estos artistas inconformes actúan como grupos de choque contra el actual gobierno, como si fueran un apéndice del FRENAAA (Frente Nacional Anti AMLO). Sea o no su intención, se pliegan a la actual oposición representada por la derecha más rancia y golpista, la cual incluye a los intelectuales orgánicos. Tal vez llegó la hora para que muchos artistas se definan ideológicamente, actúen en consecuencia y asuman que la mayoría solo vela por sus propios intereses, los cuales son muy particulares y ajenos a las necesidades del pueblo.