“En este país pequeño todo queda lejos: la comida, las letras, la ropa…” (Humberto Ak’abal)
Ciudad de México 05/febrero/2022
Por Magda Zam / @magda_zam4 @magda_zam2
Los programas gubernamentales están supuestamente diseñados para resolver problemáticas específicas de la población, generar mayor bienestar y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, desafortunadamente esto no ocurre así en la mayoría de las ocasiones.
Con la llegada del nuevo gobierno de López Obrador, el modo de entregar los apoyos cambió con el fin de evitar intermediarios y que el recurso llegara directamente a la población, ahora el apoyo se entrega por medio de una tarjeta bancaria, y en diferentes comunidades indígenas se entregan por medio de un cheque.
Específicamente el “Programa para el Bienestar del Adulto Mayor”, no está cumpliendo con su cometido por la forma en la que se está implementando en diferente comunidades que presentan características sociales a las de las grandes ciudades y/o capitales del país.
He acudido al poblado de San Francisco Huehuetlán, lugar que se localiza en la región cañada al norte del estado de Oaxaca, durante mis visitas fui testigo de cómo los adultos y las adultas mayores se enfrentan a grandes obstáculos al intentar acceder al “Programa para el Bienestar del Adulto Mayor”.
En la comunidad de de San Francisco Huehuetlán, no hay cajero automático (ATM) o alguna institución bancaria para que los pobladores tengan acceso a sus recursos, el cajero y el banco más cercanos se encuentran a 1 hora del lugar, en el poblado de Huautla de Jiménez.
Viajando en carro los pasajes ascienden a $300 pesos, en la mayoría de los casos al llegar al lugar los adultos tienen que pedir ayuda a desconocidos para poder usar el cajero pues ellos no saben hacer uso del mismo y no saben leer ni escribir.
Además, dentro de la comunidad los adultos mayores hablan su lengua materna, el mazateco, por lo tanto también se enfrentan a la barrera que provoca la falta de inclusión de sus lenguas en trámites oficiales y bancarios.
Al llegar al poblado más cercano con cajero automático, las personas más allá de ayudar a los adultos mayores les roban o bien les cobran de $100 a $200 solo por checar el cajero.
En algunas ocasiones, al lograr acceder a sus cuentas, los adultos mayores se dan cuenta que el depóstio aún no les ha llegado o que en el cajero no hay dinero; lo que provoca que tengan que regresar otro día causando así un gasto doble.
Muchas veces, los adultos piden prestado para poder pagar el viaje o bien si el chofer es conocido piden fiado prometiendo que una vez retirado el recurso pagarán. Tomando en cuenta que el monto de la ayuda era $3100 (en el mes de febrero acaba de subir a $3750) podemos empezar a restar.
La cantidad mencionada se entrega cada dos meses, el recurso es usado para compra de medicamentos, alimentación, vestimenta, pagar deudas, también lo usan para siembra.
La comunidad de San Francisco Huehuetlán basa su actividad económica en el campo, principalmente en la siembra de maíz y café así mismo en el cuidado de animales de granja, algunos adultos mayores al no contar con terrenos para sembrar son contratados por otros pobladores para trabajar en el campo de 8 de la mañana a 5 de la tarde, el pago es de $150 para la mujer y $200 para el hombre realizando el mismo trabajo, esto con el fin de seguir viviendo al día.
En el caso de San Francisco Huehuetlán estamos viendo cómo el derecho a tener acceso a sus recursos está siendo limitado por una serie de factores que no se logran resolver pero que tampoco se voltean a ver; no se nombran por tanto no existen; derechos que en algunos lugares no generan problemas, pero para las comunidades Indígenas se vuelve en privilegio.
Aunque no solo es el factor económico, también se debe de tomar en cuenta el clima, el lugar es considerado bosque de niebla, cuando llueve los caminos son peligrosos para manejar, además las temperaturas llegan a ser muy bajas.
El tema de la salud también es factor pues gran parte de esta comunidad tiene diabetes, algunos adultos mayores ya no pueden caminar grandes distancias y dentro de la comunidad el servicio de salud solo es un engaño. No hay médico ni hospital, cuentan con una clínica donde hay un enfermero o enfermera que en ocasiones es pasante o en el peor de los casos llega un medico que se dedica a saquear la clínica y se “desaparece” del poblado.
A esto se le puede sumar el tema de inseguridad que se vive de manera generalizada en el país, infinidad de factores que se suman para que el acceso al derecho a una vida digna sea un privilegio.
Es alarmante la situación pues si bien el programa fue diseñado por el gobierno federal tratando de cubrir la mayor parte de las necesidades de un México multicultural, también es responsabilidad de la autoridad local revisar el buen funcionamiento de lo implementado, algo que evidentemente no está ocurriendo. Recordemos que invisibilizar la problemática es una forma de segregar y violentar aún más a este sector.
Hace algunos días leí que ya está en marcha la creación de bancos de “El Bienestar” los cuales pretenden cubrir las zonas donde hasta el momento no llegan, este anuncio puede sonar muy positivo.
Falta ver lo que en realidad será, pues no solo se trata de hacer planes en un papel para colocar bancos también en la práctica se deben de revisar las condiciones de cada lugar y brindar posibilidades reales, de lo contrario solo seguiremos ampliando aún más la brecha de desigualdad social.