Por medio de firmas, documentos falsificados y sin certificados de defunción, el 28 de marzo de 2014, la Fiscalía General del Estado de Morelos realizó la inhumación de 150 cuerpos en un predio que no era considerado oficialmente como panteón.
De los 150 cuerpos sepultados en la fosa, uno era de Oliver Wenceslao Navarrete Hernández, hijo de la señora María Concepción Hernández Hernández, quien había sido encontrado muerto el 3 de junio de 2013, días después de su secuestro.
Con la intención de que las autoridades esclarecieran el caso, los familiares de Oliver accedieron a la solicitud de Liliana Guevara Monrroy, subprocuradora de la zona oriente, quien les había explicado que era necesario realizar más exámenes periciales al cadáver.
Un año y medio después de que la familia de Oliver había realizado diversos trámites y exigido a las autoridades la entrega del cuerpo, descubrieron que Oliver era uno de los 150 cuerpos que se encontraban en la fosa ubicada en la comunidad de Tetelcingo, Morelos.
Luego de enfrentarse a diferentes vicisitudes, el 9 de diciembre de 2014, la madre de Oliver logró que la Fiscalía General del Estado exhumara el cuerpo y fuera entregado a sus familiares. A pesar de la resistencia por parte de las autoridades la señora María Concepción Hernández presenció y grabó la exhumación de los casi 149 cuerpos que se encontraban sobre el cadáver de su hijo.
“Oliver quedo en la primera cama, fueron de los primeros que metieron. Quiero tomarlo así, que por algo quedo ahí. Si hubiese sido de los primeros en desenterrar, jamás nos hubiéramos dado cuenta de la cantidad de cuerpos que estaban ahí adentro. A Oliver le gustaba ayudar a la gente, por algo quedó abajo, como diciendo si salgo yo salen ustedes; y así fue.”
Este 28 de marzo de 2016, más de 40 familiares de víctimas de desaparecidos acompañados por el Padre Alejandro Solalinde, miembros del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad y el rector de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), Jesús Alejandro Vera Jiménez, acompañaron a la señora María Concepción y realizaron una ceremonia en la fosa clandestina donde 149 cadáveres siguen enterrados sin ser reconocidos.