“Nuestra venganza será ser felices” Hogar Paola Buenrostro, albergue para personas trans en la CDMX

En la Ciudad de México persisten la discriminación y la violencia contra las personas trans. Pero también germinan nuevas y muy importantes prácticas de vida que son colectivas y autoorganizadas por la comunidad LGTBIQAP+, Somos el Medio visitó La casa de las Muñecas Tiresias.

Por José Francisco Carrasco Lara, Samantha Yamile Sierra Vera y Francisco Antonio Espinoza Romo

Aunque existen leyes y reglamentos que se supone protegen a las personas trans, en México la desigualdad social hacia las disidencias sexuales, principalmente las mujeres trans, hace que éstas busquen maneras de tener una vida mejor en cuestión de vivienda y salud, aunque esto llegue a poner en riesgo su vida y sean posibles víctimas de transfeminicidio.

Este es el caso de Paola Buenrostro, quien el 24 de septiembre del 2016, mientras ejercía el trabajo sexual, fue asesinada dentro del vehículo de un sujeto, quien fue identificado como Arturo Felipe Delgadillo Olvera. Esto sucedió sobre Puente de Alvarado en la Colonia Buena Vista de la CDMX. El hombre que contrató a Paola le disparó al percatarse de que era una mujer trans, esto según las declaraciones del propio sujeto, sin embargo, el sujeto sigue libre. El de Paola es el primer caso de transfeminicidio reconocido en la CDMX.

Paola era una mujer trans de 25 años, originaria de Campeche. Llevaba ocho años residiendo en la CDMX. Kenya Cuevas, amiga de Paola, atestigua los sucesos, esto al correr al auto del hombre, luego de escuchar las detonaciones del arma de fuego, encontrando a Paola herida del lado del copiloto y al agresor aún con el arma en la mano. Las compañeras de Paola retuvieron al hombre en el lugar de los hechos, hasta que la policía de la CDMX llegó al lugar. Inicialmente se determinó que se trataba de un homicidio calificado, por lo que el hombre fue llevado al Reclusorio Norte, pero quedó en libertad al poco tiempo, esto debido al cambio en las declaraciones del hombre, por lo que un juez dictaminó que no habían pruebas suficientes para dictaminar que fue él quien disparó el arma que mató a Paola.

A causa de este suceso Kenya Cuevas, una mujer trans y extrabajadora sexual de 50 años, activista y referente entre la comunidad organizada decidió dedicarse a la lucha de los derechos de la comunidad LGBTIQAP+, principalmente de las personas trans. Una de las primeras acciones que Kenya realiza como respuesta al asesinato de Paola Buenrostro, fue la creación de la asociación civil Casa de Las Muñecas Tiresias en 2018, realizando como extensión del proyecto las casas hogar, una de ellas fue La Casa Hogar Paola Buenrostro, fundada en 2019, siendo considerada el primer albergue para mujeres trans en México.

 Casa Hogar Paola Buenrostro, un hogar para las personas trans

Si bien, no existe un indicador que brinde datos sobre la situación de vivienda postpandemia Covid-19, para personas trans, la Encuesta Nacional sobre Discriminación la ENADIS, explica que cerca del 36.4% de la población  mayor de 18 años afirma que no le rentaría un cuarto a personas trans. Yendo en contra del artículo 4º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el cual dice “Toda familia tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y decorosa.”

Ante esta situación de violencia y la falta de acceso a una vivienda digna para personas trans, optamos por conocer el proyecto La casa Hogar Paola Buenrostro. La casa se encuentra ubicada en Calle Lázaro Cárdenas No. 59, en la Alcaldía Gustavo A. Madero. Para llegar hay que caminar sobre unas calles muy inclinadas y varias escaleras, lo cual fue todo un reto para nosotres.

"Nuestra venganza será ser felices" Hogar Paola Buenrostro, albergue para personas trans en la CDMX
Foto: Samantha Sierra

Cansades, sudades, pero emocionades, llegamos a nuestro destino. Al llegar nos percatamos que la fachada de la casa es un gran mural que sobresale de entre las casas vecinas. Al llegar, nos tomamos unos minutos para recuperar el aliento, tocamos el timbre y una policía nos abrió, nos dio el acceso y nos pidió esperar en unas mesitas que se encuentran en el patio a Luisa Martinez, quien es la coordinadora operativa y de salud de la casa, y también es la encargada del lugar.

Al entrar, los primeros huéspedes en recibirnos fueron un grupo de perritos, los cuales nos acogieron de la forma más cálida y juguetona, esto debido a que el lugar también funge como un refugio para mascotas en el barrio.

Luego de unos minutos se presentó ante nosotres Luisa, quien con una actitud amable nos dijo que podíamos estar en la sala de juntas. Al entrar a la casa pudimos apreciar una pequeña sala, donde algunas de las personas que habitan el lugar se encontraban cómodas viendo una película, mientras comían de un gran tazón palomitas, las cuales impregnaban el sitio con su dulce olor. Se les veía divertidas y en paz, por lo que no queríamos interrumpir su tranquilidad, por ese motivo pasamos lo más silenciosamente posible detrás de ellas, pero a la vez dando un gentil saludo en general para todes.

Al estar en la sala de juntas Luisa, que tenía algunos pendientes, tuvo que retirarse, no sin antes dejarnos con una chica que es residente de la casa. Laura Mendoza entró con un plato de palomitas, que dejó al centro de la mesa en la cual estábamos, amenizó la habitación de un ambiente muy agradable y desde el primer momento mostró hospitalidad con nosotres.

“Soy mampo, no le digas a mi mamá”. La infancia de las mujeres trans 

Durante la cobertura logramos platicar con varias chicas, algunas nos platicaron de su infancia, Rebeca nos mencionó “yo siempre he sido niña, desde pequeña mi conducta nunca fue masculina, me encantaba andar con las mujeres. Cuando me decían ¿Cómo te llamas?, yo volteaba a ver como diciendo ¿Cómo les digo?, aún de pequeña estaba yo en duda de ¿Cómo les digo?, no sabía si era niño o niña y nunca me llevaron a un psicólogo o a alguien que me explicara. Soy de Chiapas, un pueblo, yo me di cuenta de que era niña, desde los 6 ó 7 años.”

Por otro lado, Jimena Hernandez nos platicó “Yo nunca me sentí hombre, yo desde los trece años comencé a meterme hormonas. Había un gay, tenía un cuerpazo, era amiga de mi mamá, mi mamá es estilista, mi mamá la arreglaba. Yo la veía y decía yo quiero ser así, tiempo después nos hicimos amigos y le dije soy mampo, no le digas a mi mamá, no, me decía. Un día me dijo tomate estas pastillitas, te voy a dar hormonas, para que te veas bonita.”

Con la plática, nos surgió la duda de qué es mampo, por lo que nos dijo “es la forma en la que se refieren a los gays en Chiapas”, luego de indagar por nuestra cuenta, descubrimos que así son llamadas las personas transexuales en toda América Central también.

En aquel momento vimos en Jimena a una niña, consciente de lo que quiere y de lo que la hace feliz, una niña que representa a esas infancias que tuvieron que callar por miedo. Las iniciativas y programas gubernamentales enfocados en las infancias trans es limitado, sin embargo, “en marzo de 2022, la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que es inconstitucional limitar a los menores de edad de cambiar su identidad de género, como lo establecía un artículo del Código Civil del estado de Puebla que no permitía el cambio de género para niños, niñas y adolescentes en sus actas de nacimiento”

“En la Ciudad de México la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, emitió un decreto que posibilita a los menores a partir de los doce años modificar su identidad de género en su acta de nacimiento con un proceso administrativo con autorización escrita del padre, madre o tutor que la persona adolescente que esta determine para que le acompañe durante el proceso.”

Estas leyes son el primer paso de una reparación histórica a las infancias trans, siendo el comienzo para que en aquellos lugares donde no se tienen las herramientas necesarias para brindar temas de educación sexual, apoyo psicológico y ni un sistema de salud capacitado en temas de diversidad sexual, sea posible acceder a estos servicios.

“Soy estilista y trabajadora de la noche, una persona falta de amor”. Llegar a la adultez siendo trans

Mientras avanzaba la tarde y comíamos palomitas, intentábamos digerir en directo las historias que escuchamos. Pudimos ver a nuestro alrededor, pegados en las paredes distintos dibujos, trabajos y talleres que se imparten en el refugio para capacitar a las habitantes en oficios útiles para el mundo del trabajo. En ese momento de reflexión, Fanny, una habitante de la casa entró preguntando de forma animada y curiosa el motivo de nuestra visita, se veía emocionada, ya que tener visita según ella, la saca de la rutina. Fue así como decidió sentarse con nosotres y hablarnos un poco de su vida.

Ella nos contó su forma de sobrevivir. “Soy estilista y trabajaba de noche, ¿me entiendes?”, pero ahora contando algo más “una persona falta de amor como yo, empecé a comprar amistades, empecé a drogarme, conocí a un chico, que…, no le echo la culpa a él, la culpable fui yo, me enredé con un hombre, me dijeron que entregará todo, no el corazón, le di todo de un putazo.” Fany, explica que aquel hombre comenzó a exigirle más dinero, por lo que ella se vio obligada a trabajar aún más como trabajadora sexual. Sin embargo, cuando ella se negó a darle dinero, el hombre la corrió del departamento donde vivían.

El tema de trabajo sexual es común entre las personas trans, pues en México el acceso a un trabajo digno es muy difícil para las mujeres trans, según el Diagnóstico nacional sobre la discriminación hacia personas LGBTI publicado por la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas en 2018, “En México, el Derecho al Trabajo está establecido desde su Constitución Política, que en su artículo 123 reconoce que toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil y para ello se promoverá la creación de empleos y la organización social del trabajo conforme a la ley.” Aunque este mismo informe revela que “las personas trans son las que reciben, en mayor proporción, un ingreso entre mil y tres mil pesos.” Por lo cual, es fácil notar la falta de acceso a trabajos para mujeres trans, no solo violando los derechos fundamentales, sino que además las mujeres trans se ven obligadas a ejercer el trabajo sexual.

Más datos, según el Informe de Resultados sobre la Encuesta de Trabajo Sexual, Derechos y Discriminación publicado por el Consejo para prevenir y eliminar la discriminación en la Ciudad de México, el COPRED, confirmó que “de las personas entrevistadas, 111 son mujeres cis (49.6 por ciento) y 96 mujeres trans (42.9 por ciento), confirmando que, en efecto son en su mayoría mujeres quienes ejercen el trabajo sexual, en tanto que solo 11 de las personas entrevistadas son hombres cis (4.9 por ciento) y 6 hombres trans (2.7 por ciento).”

Volviendo a la jornada de cobertura, Joselin Alvarado se acercó a nosotres y se unió a la plática, ella nos dijo “Yo tengo VIH y esquizofrenia, y aquí en la casa me ayudan con mi tratamiento y con terapia, ya que desde joven sufrí abuso sexual y emocional por parte de un grupo de Alcohólicos Anónimos, quienes me hacían creer que me estaban ayudando, cuando en realidad sólo querían aprovecharse de lo que yo les podía dar”

Y para confirmar que mientras tengas dinero, tienes amigos, Fany nos dijo “Yo anduve en la calle viviendo cuatro meses, empecé a drogarme con activo, andaba la calle como indigente créemelo, dormía en la calle, dormía en los puentes. La gente que te conoce bien te dice que eres amigo, cuando te ven bien se ven abajo, te escupen y te hacen para abajo, la verdad, la gente te trata muy feo. Llegó el momento que duré cuatro meses en la calle, perdiendo todo, dignidad, mi tratamiento, mis hormonas, todo a la basura.”

Estos testimonios nos han hecho entender más la falta de acceso a servicios dignos como salud, vivienda, trabajo, entre otros. Según el Diagnóstico Nacional sobre la Discriminación hacia Personas LGBTI en México  no son experiencias aisladas, puesto que  el “47.6% de las personas LGBTI cuenta con IMSS y 13.1% con ISSTE, así como otro gran porcentaje se encuentra bajo un seguro privado (27.1%). No obstante, no puede obviarse que un 27.1% de quienes respondieron la encuesta no cuentan con algún servicio de salud, lo cual es alarmante, pues en primera instancia refleja la insuficiencia por parte del Estado para brindar una atención de salud digna para las personas LGTBIQAP+.

Todas estas situaciones fueron las que hicieron que las personas que hoy habitan la Casa Hogar Paola Buenrostro hayan sido personas en situación de calle antes de llegar aquí, un hogar en donde las ayudan a recuperarse.

De crisálida a mariposa, la metamorfosis a una vejez con una vivienda digna

Después de un rato, las mujeres con las que estábamos hablando en la sala con olor a palomitas salieron y por un momento nos quedamos a solas les tres reporteres, mirándonos a los ojos. Cuando une de nosotres comenzaba a hablar, entró Julieta Fuentes, una mujer de unos 60 años, se veía muy energética y juvenil, se acercó con nosotres y preguntó si estábamos comiendo palomitas, se sentó y comenzó a platicarnos sobre cómo estaba siendo su estancia en el refugio. Ver a una mujer trans de 60 años nos resultó enternecedor ya que El COPRED indica que “el promedio de vida de una mujer transexual en México es de 37 a 40 años” cuando en este país, la población tiene un promedio de vida de 75.5 años según el INEGI.  Por eso, reconocer a nuestra interlocutora con tanto carisma, después de todo lo que debió haber vivido para llegar a los 60 años, nos resultó inspirador.

Julieta nos relató cómo llegó a la casa, “tengo una amiguita, yo conozco a Kenia de hace muchos años y ella me dijo, ve a vivir allá, vete a vivir con nosotras, claro dije que no, porque yo ganaba bien, vivía bien, y solo dije “un día voy a ir a visitarte, te agradezco”.

Julieta cuenta que por cuestiones de adicciones, terminó viviendo en la calle, por lo que su amiga le dijo

– “No puedes estar más en la calle, mira cómo estás, ya tengo un lugar en  La Casa de las Muñecas

– ¿la casa de las muñecas?

– Ahí está Kenia, que te conoce

– Bueno, sí, llévame

Fue así como Julieta llegó a este lugar, en la Casa Paola, ha participado activamente en las clases, los talleres y “claro, en las actividades del hogar que nos corresponden a cada una que habitamos la casa.” nos contó.

Después de un rato, Julieta tuvo que retirarse. Vimos la hora y era tarde, nosotres vivimos retirados del refugio y como estaba lloviendo nos preocupó el regreso, principalmente el transporte, nos acercamos a Luisa, la coordinadora del albergue para despedirnos, no sin antes tomar unas fotos del sitio.

Al terminar nos acercamos a las huéspedes de la casa hogar y les dimos las gracias por el tiempo que nos regalaron, a Luisa por recibirnos y partimos. En la Casa Paola Buenrostro, como se conoce a este refugio, las personas de la comunidad LGTBIQAP+ encuentran nada menos que amor y personas que se procuran entre todas.

Al salir de la casa pudimos ver un mural que explica muy bien la reparación histórica que socialmente se les debe a las mujeres trans y también nos recuerda la función de este proyecto autogestivo, que no sólo les brinda un hogar a las habitantes, también las acerca a su derecho al trabajo y a la salud. La frase de aquel mural es “Nuestra venganza será ser felices”.

De vuelta a nuestras casas, nos quedamos con un nudo en la garganta y nos cuestionamos lo difícil que es para las mujeres trans que conocimos, haber sido tan valientes y sobrevivir a tantas discriminaciones.

“Espero poder aprovechar lo mejor posible el proyecto para poder retirarme y vivir una vida tranquila, con un pequeño negocio y así vivir de ahora en adelante”: habitante de Casa de las Muñecas Tirisias. Foto: Samantha Sierra

***

Esta pieza fue elaborada en el Taller de Periodismo de la UACM

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