Por Juan Yves Palomar / @juanyvespalomar
¿No te alcanza para pagar una renta? ¿Sientes que nunca vas a tener el dinero para comprar una casa? Te tengo una sorpresa, no eres el único. En Guadalajara y varios otros lugares de México cada vez es más frecuente que la disparidad entre los salarios de los trabajos ofertados para los jóvenes y el precio del alquiler ocasione esta problemática en miles de personas.
Normalmente en un país como México las personas están acostumbradas a vivir la preocupación de quedarse sin casa en soledad, nos da vergüenza decir que estamos en peligro de quedarnos sin donde vivir. Nos han enseñado que el éxito se mide de acuerdo a lo que tenemos y que hablar de lo que nos preocupa es sinónimo de debilidad. En una sociedad donde pareciera que lo codiciado es cumplir con las apariencias, revelar un problema personal o un momento de crisis económica muchas veces se piensa como un pecado o preludio de la muerte.
En su libro País Sin Techo la abogada Carla Escoffie menciona que en México el segmento joven de la población cada vez recurre más al alquiler a diferencia de las generaciones anteriores debido a la falta de capacidad económica para comprar una casa y define el derecho a la vivienda como “el derecho a habitar un espacio y a evitar la situación de calle. No importa si la casa o departamento no es una propiedad a nuestro nombre: si ahí habitamos, ahí es donde ejercemos nuestro derecho a la vivienda.”
¿Cuántas personas saben lo anterior? ¿Cuántas personas simplemente no están conscientes del atropello de sus derechos por parte de caseros y propietarios? ¿Cuántos jóvenes llegan a la capital de Jalisco buscando un trabajo y un techo pero simplemente no conocen sus derechos para poderlos ejercer? ¿Cuántas de esas personas terminan viviendo en situación de calle, viviendo al día en trabajos precarios o siendo reclutados por la mafia?
Según la visión de igualdad estructural “el derecho a la vivienda no es el derecho a una casa, sino a disponer de opciones diversas para acceder a un lugar donde habitar en distintas modalidades de tenencia – es decir, no solo en propiedad, sino también en arrendamiento o en cooperativas – y para evitar la situación de calle. Y este derecho no sería solo de los propietarios o solo de los trabajadores en la economía formal, sino de cualquier persona.”
Para Carla Escoffie lo importante de la visión de igualdad estructural es que “El concepto de casa se centra en el tener, mientras que el de la vivienda se relaciona con el estar. De ahí que en distintos países, a diferencia de México, cuando se habla de política de “vivienda” (housing) se habla de mecanismo que atienden a la adquirida en propiedad, pero también a la que se habita en arrendamiento y a la de carácter temporal a traves de refugios.”
Sobre su fundamento legal explica claramente cómo esta visión está enraizada en la constitución política de los Estados Unidos Mexicanos en el “Artículo 4o, séptimo párrafo y que ha sido analizado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación en seis ocasiones.” Y añade que en el derecho internacional se ha reconocido en la Declaración Universal de Derechos Humanos (artículo 25.1), de igual forma en el artículo 11.1 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Así también en la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminacion Racial (artículo 5, e.iiii) en la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminacion contra la Mujer (artículo 14.2.h), en la Convención sobre los derechos de las Personas con Discapacidad (artículos 9.1.a, 28.1 y 28.2.d)
¿Por qué entonces hay individuos (algunos de ellos abogados, increíblemente) que se niegan a reconocer el derecho a la vivienda y con él, a reconocer la constitución y la legislación internacional que lo sustenta? ¿Por qué el gobierno federal, estatal y los ayuntamientos son omisos a la hora de desempeñar su tarea de garantizar el acceso a este derecho? ¿Por qué en Jalisco y en México hay miles de gentes sin casa y millares de casas sin gente?
A nuestra generación se cansaron de repetirnos desde que éramos niños que quien estudiara y trabajara con perseverancia podría salir adelante. Hoy esa fórmula se ha revelado falsa, los jóvenes a pesar de graduarse de las universidades tienen trabajos precarios (varios), jornadas extenuantes, mínimo tiempo libre, pocas horas de sueño y para colmo las rentas son la mayoría de las veces impagables para quienes buscan independizarse.
Nos toca como sociedad organizarnos para exigir el derecho a la vivienda que todos en Mexico tenemos. Según cifras de la OCDE, los mexicanos son los que más horas trabajan en el mundo (2019). Basta con esto para entender que el problema no es en definitiva la dedicación o el esfuerzo de las personas en nuestro país, como erróneamente señalan algunas voces que intentan estigmatizar a los jóvenes que protestan.
Queda claro que el tema de la vivienda es una clave generacional que marcará el porvenir en México para las siguientes décadas, ojalá sepamos estar a la altura del desafío y logremos reivindicar un país con casa (vivienda) y corazón para todos los mexicanos.