Por Max González Reyes
El presidente Andrés Manuel López Obrador entregó al Congreso de la Unión, por medio de la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, el documento que contiene el Quinto Informe de Gobierno, el pasado primero de septiembre, tal como lo marca la Constitución. Con ello el presidente cumplió formalmente el mandato que por ley está obligado a cumplir. El mismo primero de septiembre, casi de manera paralela, el presidente dio un discurso en la ciudad de Campeche en la que dio cuenta del estado que guarda la administración pública.
Como sucede desde hace algunos años en que el mandatario no ofrece un discurso desde la tribuna de la Cámara de Diputados y manda al encargado o encargada de la secretaría de Gobernación, el presidente en turno realiza su propio evento donde expone su posicionamiento de lo que realiza como presidente de la República. El caso de Andrés Manuel López Obrador no ha sido la excepción. Aunado a ello, días antes del 1 de septiembre, en los medios de comunicación se publicaron mensajes con imágenes y voz del presidente exaltando los logros de su gobierno, igual como lo hicieron sus antecesores.
En este 2023 el mandatario realizó el acto de su Quinto Informe de Gobierno en el Centro de Convenciones de Campeche donde gobierna Layda Sansores, gobernadora extraída de su partido, lo que se interpreta como un espaldarazo a la mandataria local. El objetivo de llevar a cabo el evento en esa entidad fue, entre otras cosas, inaugurar un tamo de una de las obras emblemáticas de la actual administración: el Tren Maya. Al término del acto del Informe, el mandatario se subió a uno de los vagones del Tren e hizo el recorrido de Campeche a Yucatán de una obra que se tiene programada terminar hasta diciembre.
El acto del Quinto Informe se asemejó mucho a los viejos actos del régimen del PRI donde el presidente era aplaudido y homenajeado sin ninguna restricción. Para esta ocasión, cada palabra o frase que decía el mandatario era interrumpida por un aplauso que celebraba lo recién expresado. Así fue todo el acto. Sin ninguna crítica o retroalimentación.
Por otro lado, el acto del Quinto Informe se suma a la larga lista de informes que hace el presidente. Como ya se mencionó, constitucionalmente el jefe del Ejecutivo debe presentar ante el Congreso de la Unión un informe anual cada 1 de septiembre, pero la singularidad del presidente López Obrador es que da informes cada tres meses. No conforme con ello, de lunes a viernes ofrece una conferencia mañanera que en términos prácticos es el equivalente a un informe de gobierno. Y todavía más, el presidente utiliza las redes sociales para informar algunas actividades o eventos que realiza en el transcurso del día, como recibir embajadores, empresarios, gobernadores, reuniones formales e informales, etc. en Palacio Nacional. De igual forma, publica las actividades que realiza en las giras que hace los fines de semana. Incluso ha mencionado que pretende hacer conferencias los fines de semana. Es decir, el presidente siempre está informando prácticamente de todo lo que hace.
Desde luego, esto lo posiciona constantemente en los medios, lo que provoca que sea nota de primera plana, y a su vez que sea él quien dicte la agenda informativa.
El presidente siempre está informando, diciendo, abarcando y apareciendo en los medios ya sean tradicionales o las redes sociales. Hasta sus actividades privadas, como jugar beisbol, las publica.
Esto ha provocado un desgaste al presidente que a casi cinco años de que inició su gobierno es tanta la ola de declaraciones que hoy en día lo que dice ya no causa el impacto ni la sorpresa que tenía en un principio. Mas de una ocasión ha sucedido que las declaraciones de hoy se confunden con las de ayer, las de realiza en mañana con las de la tarde, las de la conferencia matutina con las de sus actos con las que dijo en redes sociales, etc.
Aunado a ello, a estas alturas su discurso es tan repetitivo, tan ordinario que no representa alguna sorpresa. El presidente no sale de hablar contra los neoliberales, de los privilegios que hubo en el pasado y que ahora en su administración ya no hay; en contra los ex presidentes, de los medios de comunicación, de la prensa vendida que lo ataca, de los aspirantes de los otros partidos; de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación porque defienden a delincuentes y no acatan su plan de austeridad; constantemente exhibe y critica a periodistas porque hablan mal de él: los señala con nombre y apellido, y un largo etc.
Por el contrario, en sus mismas conferencias alaba y defiende a los gobernadores de su partido, a sus corcholatas, los apoya, les hace promoción, pone encuestas que lo posicionan a nivel mundial como uno de los mejores presidentes, publica las encuestas a su favor, etc. A estas alturas, cuando ya se avecina el final de su sexenio, el presidente carece de una auto reflexión. Para él lo que se hizo en su gobierno está más que bien, sin ningún error.
El presidente sólo se ve en el espejo, se auto alaba, se hechas porras a sí mismo y a los suyos. Esto lo refleja el acto del informe y sus constantes declaraciones en todos sus actos. Se mira, se exalta, se dice el mejor, nadie como él antes ni después, porque su proyecto de la Cuarta Transformación trasciende este sexenio, de tal manera que el próximo presidente tendrá que reconocer que él, López Obrador, es el artífice del México contemporáneo. En conclusión, el presidente sólo se mira en el espejo.