Más que una galería y cafetería, La Resistencia es un espacio de arte, memoria y lucha social en el corazón de la Ciudad de México. Entre exposiciones, cineclub y comercio justo, este proyecto autogestivo enfrenta los retos de la gentrificación mientras teje redes con colectivos y comunidades en resistencia.
Por Alejandra González/ @AleGonSol/ @gonzalezsolisalejandra
Ubicada en la calle Cuba número 34, a pocos pasos de la estación Allende de la Línea 2 del Metro. La Resistencia es más que una galería de arte y cafetería. Este espacio abre sus puertas de martes a sábado, de 10:00 a 20:00 horas, se ha convertido en un punto de encuentro para la cultura, la memoria y la organización social en la Ciudad de México. Aquí convergen exposiciones de fotografía y grabado, presentaciones de libros, música, cine y poesía, siempre con un compromiso inquebrantable hacia las luchas sociales.
Historia de las galerías de arte
Las galerías de arte han evolucionado con el tiempo, desde ser espacios exclusivos de exhibición en la Europa del siglo XVII hasta convertirse en foros abiertos para el debate y la expresión artística. En México, las primeras galerías estaban reservadas para artistas reconocidos y egresados de prestigiosas academias, lo que impulsó a creadores independientes a abrir sus propios espacios. En 1935, Carolina Amor fundó la Galería de Arte Mexicano, marcando un hito en la escena cultural del país.
A diferencia de las galerías tradicionales, los espacios culturales independientes han desafiado la institucionalización del arte. Carlos Grajeda, en su texto La importancia de los espacios culturales independientes en México, destaca que estos sitios no solo permiten la experimentación artística, sino que también generan impacto en sus comunidades al ofrecer talleres y actividades accesibles para todos.
El nacimiento de la Resistencia: un espacio para la memoria y la justicia
Alberto Torres, uno de los integrantes de La Resistencia, relata que el proyecto surgió hace cuatro años como respuesta a la lucha de colectivos buscadores de personas desaparecidas. Desde entonces, ha sido un espacio donde el arte y la memoria se entrelazan.
Uno de los primeros eventos que acogieron fue la exposición del Colectivo Huellas de la Memoria, un proyecto que plasma mensajes en grabados hechos a partir de las suelas de zapatos de familiares de víctimas de desaparición forzada. Además, en el espacio convergen redes como la Red Regional de Familias Migrantes, que también encuentran en La Resistencia un lugar para reunirse y visibilizar sus luchas.
La Resistencia también impulsa el comercio justo. “Compramos café directamente a productores de Chiapas, en la zona de La Garrucha. Lo procesamos, tostamos, molemos y distribuimos nosotros mismos”, explica Alberto. El café se vende para llevar o para consumir en el local, y ha dado pie a iniciativas como el cine club, que se lleva a cabo los jueves, para discutir temas de interés común o proyectar trabajos que difícilmente se exhiben en otros espacios.
Aunque el proyecto no genera grandes ganancias económicas, Alberto destaca que la satisfacción de trabajar en La Resistencia va más allá del aspecto financiero. “Somos alrededor de seis compañeros que operamos en modo cooperativa”, comenta. Además del café, el espacio vende libros, playeras y bolsas con grabados, productos que han logrado captar el interés.
La gentrificación y los desafíos de la resistencia
Alberto también habla sobre los desafíos que enfrentan debido a la gentrificación en el centro de la ciudad. “El monopolio del comercio asiático ha provocado desalojos violentos de personas que llevan décadas viviendo aquí”, denuncia. “Inmuebles antiguos como éste están amenazados por intereses que buscan apropiarse de ellos de manera ilegal”.
A pesar de los desafíos, La Resistencia ha logrado un reconocimiento local gracias al apoyo que le brinda a víctimas de desalojos y a su ciclo de cine. “Próximamente proyectaremos un documental sobre la lucha contra Bonafont y organizaremos un ciclo sobre la defensa del agua”, adelanta Alberto con entusiasmo. El espacio también mantiene vínculos con académicos, editoriales pequeñas y colectivos artísticos, lo que enriquece su programación cultural.
“Estamos abiertos a propuestas cuando se nos hacen las discutimos y si y no hay problema, nos ponemos de acuerdo y estamos abiertos a propuestas. Entonces, principalmente hay presentaciones editoriales, ha habido teatro también en algún momento. Eh, lo del cine, lectura de poesía, música también ha habido bastante”.
“Por ejemplo, a los 30 años de la aparición pública del EZLN se presentó aquí un libro de grabados principalmente que financió la Rosa Luxemburgo y promovió Desinformémonos, era de distribución gratuita, se súper llenó y hubo una tocada con amigos del espacio León Chávez Teixeiro y Paco Barrios el Mastuerzo, entonces ellos han tocado varias veces y hay grupos el Cerro Rojo y otros grupos.”
Finalmente, Alberto menciona que formar parte de la Resistencia lo satisface y lo retribuye en términos no económicos.“Es una convicción de que tu trabajo no te lo pagan, no hay donde ponerlo pero que por lo menos puedas elegir dónde ponerlo y esas retribuciones no tienen que ser necesariamente en dinero, ¿no?” expresa con orgullo.
Además de dedicarle tiempo a la Resistencia, participa en la Cooperativa Autónoma de Transporte, es plomero y concursa por plazas docentes para compartir sus conocimientos de Estudios Latinoamericanos.
Historias de quienes construyen la resistencia
David, cuenta que su acercamiento con la Resistencia fue desde hace aproximadamente dos años, como alumno del taller de cerámica, y de ahí lo invitaron a participar en el proyecto. Menciona que, al coincidir en visiones, de luchas sociales, organización, y de buscar alternativas a otros mundos, fue que tomó la decisión de unirse a la Resistencia.
“También, bueno, yo conocí la Resistencia realmente más que por el taller por Cristina Híjar. En un curso con ella, durante ese curso hicieron una exposición aquí. Y entonces saliendo de clase, era la inauguración y vine con Cristina, ella nos invitó a los que estábamos tomando el curso y fue como conocí físicamente el espacio y después supe que había clases de cerámica, me interesaron las clases y empecé a venir” menciona.
David expresa que para él participar en la Resistencia es estar involucrado en un montón de cosas, desde la praxis estética, estar en diferentes movimientos sociales. “Entonces coincidimos en puntos políticos, en puntos estratégicos, en puntos estéticos. Y me parece que siempre lo que hagas tiene que ser bueno, tiene que ser como un deber, pero se fortalece con el trabajo en equipo, ¿no?” cuenta.
Él además de participar en la Resistencia, trabaja en una Biblioteca Popular en la Colonia Argentina de la alcaldía Miguel Hidalgo. Menciona que además de biblioteca es un centro comunitario, autogestivo y autónomo.
La Otra Resistencia: expandiendo el proyecto
Ana Enamorado, una de las fundadoras, decidió abrir otro espacio llamado La Otra Resistencia, ubicado en la calle 2 de abril #42, cerca del metro Bellas Artes. Este lugar ofrece productos naturales y orgánicos como miel, aceite, salsas y chocolate, además de continuar con la labor cultural y social de su predecesora.
Un espacio en constante construcción
La Resistencia es un crisol donde convergen el arte, la cultura y diversas luchas sociales. En sus muros se exhiben grabados, fotografías y pinturas; en sus mesas se discuten libros, poesía y política; y en sus rincones se gestan proyectos que buscan transformar la realidad.
El motivo y causa de la Resistencia se encuentra en el trabajo y corazón de cada uno de los integrantes que la hacen posible, se encuentra en cada artista, escritor y periodista involucrado; así en cada actividad, exposición y conversación, La Resistencia sigue latiendo, alimentada por el espíritu de quienes no dejan de luchar.
