La noche buena no fue de celebración como en la mayoría de hogares. Cocinaban tamales y café y no era para esperar la llegada de la Navidad. Esperaban el cuerpo de la pequeña Jakelin Caal, la niña que salió junto a su padre en el 30 de noviembre de su comunidad, San Antonio Secortez, en Raxruhá, un municipio del departamento de Alta Verapaz, al norte de Guatemala. Quien horas después de cruzar la frontera entre México y Estados Unidos, la patrulla fronteriza la capturó junto a otros migrantes. 24 horas más tarde Jakelin murió de causas que aún se investigan.
El Velorio de la pequeña se realizó durante la noche buena en compañía de varias personas de la comunidad. En las primeras horas del 25 de diciembre, familiares, vecinos de otras aldeas y autoridades locales comenzaron a llegar para darle el último adiós, pese a las condiciones climáticas y del terreno de San Antonio Secortez.
Jakelin Caal fue velada en su hogar, una humilde vivienda de tablón y techo de palma en donde vivía junto a sus padres Nery y Claudia y a sus tres hermanos, Audel Jonatan Domingo de 9 años, Elvis Ramadel Aquiles de 5 y Angela Suceli de 6 meses. De ahí salió rumbo a casa de su abuelo: Domingo Caal. En donde algunas personas dieron unas palabras de aliento para la familia de Jakelin.
El recorrido del pequeño ataúd continuaba: sería el momento de un pequeño culto evangélico en la iglesia a donde la familia asistía cada domingo.
Pasaron por casa de la abuela materna y luego se dirigieron al cementerio de la localidad. Cientos de personas acompañaban a Claudia Maquín, madre de la pequeña Jakelin y su familia.
Luego de unos 45 minutos, llegaron al cementerio local, en donde entre lágrimas y palabras de esperanza dieron el último adiós a la pequeña migrante que fue tras el sueño americano y lo que encontró fue la muerte.
