Ciudad de México, 02 de febrero de 2019
Recientemente la plataforma de streaming Netflix subió para su exhibición el documental Mexicanos de bronce (México, 2016), de Julio Fernández Talamantes, quien además de la dirección hizo el guión y participó en la edición, la producción y en la fotografía. Un proyecto independiente, un reto y un compromiso de vida, en palabras del director, con el que obtuvo en 2017 el Premio Nacional de Periodismo por Documental en Derechos Humanos, además de haber pasado con éxito por varios festivales internacionales de cine durante los dos últimos años.
Fernández Talamantes inició su carrera en televisión pública, produciendo programas como Diversidad, Piedras que hablan y Viajar para contar, para el INAH, Canal 22 ó Canal Once. En 2010 fundó la casa productora Perro Rojo, enfocada principalmente a la televisión documental. Mexicanos de bronce es su opera prima, formó parte de la Selección Oficial del 14º Festival de Cine de Morelia (FICM) y fue apoyado como work in progress del Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México (DOCSDF) en 2012 y de Los Cabos Intrernacional Film Festival 2013.
Nos cuenta la historia de “Rocky”, “Hones” y “Bullet”, tres internos del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente, sentenciados por delitos como homicidio y robo, y que en reclusión se han refugiado en la música, la creatividad y el arte. Han formado un grupo de hip hop de gran valor lírico, con letras vivenciales en una especie de catarsis de las situaciones que viven a diario.
De acuerdo al director, la película no intenta juzgar a estos personajes y mucho menos hacer apología del delito y del crimen, sino qué inició con la intención de contar la historia de un hombre que regresa a la libertad después de haber pasado muchos años preso.
Comenzó trabajando con otro personaje apodado “El Frijol”, las autoridades del Reclusorio le permitieron filmar en el auditorio del lugar, donde los internos realizan actividades artísticas de música, teatro y danza, pero durante la filmación, este personaje estuvo implicado en un motín en el penal y ya no les permitieron seguir trabajando con él.
Dentro de esas actividades culturales en el auditorio, conocieron a José Luis Vázquez Saldaña, Rocky, un ex marino, que desde pequeño había fungido como sicario en Estados Unidos y que que tiene una sentencia de 37 años de prisión en nuestro país por homicidio calificado, saldrá libre en 2034; a Alberto Villavicencio Tapia, Hones, sentenciado a 31 años también por homicidio calificado y que verá la luz de la libertad en 2037; y a José de Jesús Garduño González, Bullet, quien había pasado la mayor parte de su vida en la cárcel, estaba próximo a salir, y cumplía con el objetivo inicial del proyecto. Fernández Talamantes decidió filmar sus historias.
El documental se filmó durante casi cinco años dentro y afuera del penal, en el entorno familiar y el contexto social de cada uno de ellos, haciendo un recuento de sus historias personales. Uno de los procesos más importantes y minuciosos fue la creación de los vínculos necesarios para que abrieran sus vidas y sus espacios. Además, fue editada durante todo el proceso, de acuerdo al director, a partir del montaje la armaron y desarmaron en varios intentos de llegar a la propuesta final.
Mexicanos de bronce es también una canción escrita y cantada por Hones, Rocky y Bullet; una letra fuerte y directa, que contradice y al mismo tiempo tiene puntos de convergencia con el poema o la lira heroica de inicios del siglo XIX, La Raza de bronce, de Amado Nervo.
Estructurada en tres actos: Ministros de la poesía callejera, Ley del barrio y Linea de fuego; Mexicanos de bronce ubica perfectamente tres momentos diferentes que van del optimismo plagado de hip hop y arte, a la verdad del contexto, la familia, la solidaridad, los hijos, el amor y el abuso; para terminar de una forma pesimista y ciertamente perturbadora sobre la realidad de los penales, la reinserción social de los internos en México y el peso del entorno en el barrio delincuencial.
Estar afuera, en libertad, volver a saborear una hamburguesa de la calle, ver el amanecer, tomarse una cerveza y abrazar al hijo, a la hermana o el hermano después de 5 años de no hacerlo, parece un sueño para Bullet, “cuando sale uno, quiere comerse al mundo de un bocado, quiere hacer todo lo que no hizo estando encerrado”, dice en un momento, sabiendo que le es difícil adaptarse, debido a la falta de oportunidades, programas y políticas públicas que le permitan un trabajo fijo, al enfrentarse a una sociedad y un sistema que ignora las necesidades para estos fines, a un entorno voraz que muchas veces no permite salir de cierto circulo vicioso.
Un gran documental con una historia cruda y humana, un tratamiento fresco y humanista que nos plantea inherentemente la necesidad de reformar el sistema penitenciario mexicano y los programas casi inexistentes e ineficaces de reinserción social. No se pierdan Mexicanos de bronce en Netflix y en la comodidad de sus hogares, antes de que lo bajen de la plataforma, que vale mucho la pena!