Por Natalia Escobar/@AlesitaNaty
Foto de portada: Karen Martínez Ríos
Las heridas en su piel tatuaron, involuntariamente, a María Elena Ríos, el ácido sulfúrico quemó el 85 por ciento de su cuerpo dejando huella de la violencia de género que sufrió la joven oaxaqueña la mañana del nueve de septiembre del 2019. “A mí me tatuaron todo el cuerpo porque un tatuaje es una cicatriz, si decidimos hacernos cicatrices con tinta es nuestra decisión, pero las cicatrices por ácido, por quemar, por golpes, no las consentimos”, menciona la saxofonista.
Hace poco menos de un mes el feminicidio de Danna Mariam, una niña de 16 años, circuló fuertemente en los medios, tras dar a conocer que al menos un 45 por ciento de su cuerpo fue quemado y después de la declaración de Guillermo Ruiz Hernández, fiscal de Baja California, quien estigmatizó el hecho de que la menor tuviera tatuajes. María Elena recordó la criminalización que vivió hace un año: “no nos pueden re victimizar por los tatuajes que decidimos ponernos, pero si tienen la obligación de actuar y ejecutar la ley por los tatuajes que nos hacen sin nuestro consentimiento”.
María Elena fue víctima de un ataque con ácido a manos de dos sujetos, presuntamente contratados por, un ex diputado local de Oaxaca quien el pasado abril se entregó a las autoridades judiciales del estado, tras la entrega Rubén Vasconcelos, Fiscal General de Oaxaca se comprometió públicamente a ejecutar cinco órdenes de aprehensión vinculadas al caso, pero hasta la fecha un implicado sigue prófugo, hay cuatro detenidos y ningún sentenciado.
Male, cómo le dicen de cariño, asegura que es fundamental el apoyo de su familia en su rehabilitación física y emocional, sus cuidados la llenan de fortaleza. La pandemia ha detenido su caso en términos legales y de salud, sus terapias en el hospital se han parado, al igual que el acceso a la justicia.
Hoy, hace un año, a ésta hora, miré los ojos que jamás olvidaré; la cara de uno de los agresores que intentaron quítarme la vida y que en consecuencia fue herida mi Madre.
A un año, la última orden de aprehensión sigue sin ejecutarse… #enméxiconotodoesbonito— Elena Ríos 🎷🌸 (@_ElenaRios) September 9, 2020
El camino de la justicia y reparación del daño
Pese al proceso largo y burocrático que resulta el acceso a la justicia Male recomienda persistir en los procesos legales: “que se atrevan a denunciar porque el miedo nos está matando y nos ha matado por décadas, da miedo cuando nos ocurre un hecho criminal o temor por la intimidación de los agresores o el qué dirán, pero lo importante es luchar por la vida pues solo tenemos una”.
Male asegura que el presidente tiene razón al decir que el pueblo es sabio, pues considerando el nivel de impunidad en los casos de violencia de género es normal que las víctimas no olviden y se terminan hartando cuando no hay acceso a la justicia. Para la joven saxofonista volver mediáticos los casos es una acción a la que se tiene que recurrir para proteger a las personas que sufren violencia y menciona: “yo entiendo el hartazgo de las mujeres por tantas violencias que vivimos, no solo los ataques con ácido sino de todo tipo”
En México los ataques con ácido no están considerados como un delito en el Código Penal Federal, pero el caso de Male sentó un precedente en Oaxaca donde a finales de abril del 2020 se legisló a nivel local para castigar hasta con 40 años de prisión a quien cometa un ataque con ácido a una mujer.
El tratamiento musical
La música tradicional oaxaqueña, como los sones,chilenas y música clásica son su fortaleza e inspiración de Malena, al tratar de ejecutar una pieza en su saxofón la embocadura le resulta aún dolorosa pues las lesiones le dejaron secuelas en la boca. No obstante, ha desempolvado su saxofón y gracias a sus terapias ha logrado salir adelante.
“Siento que no es colorido lo que quiero tocar, es gris, aunque es parte de una interpretación le falta color, sigo ensayando ejercicios, escalas y he procurado mejorar aunque al tocar siento que falta esa alegría, me han realizado procedimientos quirúrgicos que por un tiempo me impiden tocar aunque trato de no dejar mi instrumento”, menciona la joven.
Hace unos meses un maestro de música le regaló una pieza compuesta especialmente para María Elena, la cual se ha convertido en su canción favorita y trabaja en ella de manera constante para que al interpretarla transmita la paz a la que quiere llegar en su vida, pero a su vez cada nota refleja la fortaleza que ha acumulado desde aquel nueve de septiembre.