Ciudad de México, a 25 de enero de 2019
Finalmente se estrenó en México Climax (Francia, 2018), la nueva cinta de Gaspar Noé, director argentino radicado en Francia; multipremiado internacionalemente, polémico y considerado de culto a partir de la factura de su trabajo, los temas que trata, la forma en que los aborda, con crudeza, realismo y cierta violencia muy particular e inminente en cada una de sus películas, Irreversible (Francia, 2002), Seul contre tous (Solo contra todos, Francia, 1998), Love (Francia, 2015).
Climax en palabras del mismo director, fue concebida como una especie de la historia de La Torre de Babel, “un grupo de gente que construye una piramide para llegar hasta las nubes y después ese mismo grupo de personas se derrumba y también se derrumba la piramide”. Fue filmada en tres semanas y la edición la realizó en dos meses, muy parecido a las 6 semanas en que concibió Irreversible.
La historia de Climax está basada en hechos reales, el argumento es simple y el desarrollo complejo como el mismo ser humano: en la década de los noventa, una compañía de danza contemporánea, unos 20 bailarinas y bailarines de entre los 20 y 30 años, termina una serie de ensayos en un edificio vacío y apartado en medio de la nieve; para celebrarlo realizan una fiesta en el mismo sitio. Todo comienza a salirse de control cuando descubren que alguien puso LSD en la sangría que han estado bebiendo toda la noche y por ende, todos están drogados; excepto una de ellas que está embarazada y un niño, hijo de la directora de la compañía, quienes no bebieron sangría.
La celebración se convierte mucho más que una pesadilla, en la imposibilidad de la vida colectiva, como el mismo Gaspar Noé lo maqueta en la cinta; se convierte en un viaje delirante colectivo que llega hasta las últimas consecuencias, en la destrucción de lo humano por lo humano mediante la violencia y el desencanto por la humanidad.
Partir de la festividad, el júbilo e incluso la inocencia que muestran los bailarines en la secuencia inicial del casting realizado para la compañía de danza, tocando sus sueños personales, sus pesadillas e incluso la ilusión que tienen de viajar a los Estados Unidos; iniciar ahí para terminar la fiesta en medio de la destrucción y el derrumbe personal y colectivo, es algo que Gaspar Noé sabe hacer perfectamente, y es a partir de los movimientos de cámara y la fotografía en colores intensos, los largos planos secuencias, uno de ellos de 42 minutos; además del soundtrack que marca el climax de la fiesta y la decadencia junto con las coreografías montadas y mágicamente interpretadas, que en efecto hace que el espectador se sienta drogado junto con ellos. En efecto, hace que la escena salga más allá de la pantalla para que podamos urgar en cada rincón donde interactúan y se pierden los personajes, logra que el espectador se sienta perdido también.
Climax pareciera ser un ejercicio sociológico donde se cuestiona el concepto de la humanidad y el proceso de la vida y la muerte, y mediante la sátira abordar la toxicidad de las relaciones humanas aderezadas con un toque de LSD, excelente música y la magia de la danza; pero ya nos lo había advertido con anterioridad Gaspar Noé, más valiera que no se le pretenda entender, sino más bien vivir y sentir para poderlo cuestionar.
Es cierto que el cine de Gaspar Noé no sea para todo público, su trabajo da por resultado ese tipo de cintas que dividen y confrontan, que son provocadoras e incluso perturbadoras, definitivamente la mayor parte de su trabajo no es políticamente correcto, pero vale la pena aventarse un clavado y sin red para verlo, porque en el caso que trajeras red, seguramente será la que te hundirá.
Climax se está exhibiendo en la Cineteca Nacional a partir de esta semana.