Con un foro, baile y música la comunidad Otomí residente en la Ciudad de México festejó el Día de la Resistencia y la Dignidad Indígena y los dos años de la toma del Instituto Nacional Indígena.
Por Karen Castillo / @karencitatacha / @Somoselmedio
Este 12 de octubre se cumplieron dos años de que la Comunidad Otomí Residente de la CDMX, irrumpió en lo que era el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas para construir un espacio en donde las familias pudieran vivir con dignidad.
Por más de 10 años exigieron al Gobierno Federal y de la CDMX vivienda digna; demanda que nunca fue atendida por el gobierno, relegando a mujeres, hombres e infancias a vivir sin un techo seguro.
Las condiciones de la comunidad Otomí empeoraron con la llegada de Claudia Sheinbaum, la Jefa de Gobierno ordenó el desalojo de la comunidad de un predio en la Roma, obligándolos a vivir en la calle sin acceso al agua durante la pandemia.
A dos años de la toma, varias familias habitan el edificio renombrado como la Casa de los Pueblos Samir Flores Soberanes, en honor al líder Indígena nahua asesinado en el actual sexenio.
Dentro del edificio, las familias han encontrado un espacio seguro para vivir; la comunidad, con apoyo de organizaciones, ha logrado dar a las infancias lo que el Estado mexicano les ha negado: salud, educación, paz, alimentación, vivienda y diversión.
Durante los festejos del aniversario de la toma , el coro de infancias Otomíes cantó, bailó y gritó consignas que ahora saben a la perfección después de dos años de marchas, talleres, foros y eventos.
Las infancias portan su vestimenta con tranquilidad, juegan, ríen, y cantan con orgullo “¿Qué somos?, Otomí, Otomí, Otomí.” Una realidad muy distinta a la construida por el Estado mexicano en donde las infancias de comunidades Originarias sufren de discriminación, y en donde no hay políticas públicas que les permitan ejercer su derecho a la identidad.
Prueba de ello, es el terrible suceso acontecido en Querétaro en donde un niño también de identidad Otomí fue quemado por el resto de sus compañeros.
Frente a la fallida estrategia de seguridad del Gobierno mexicano, ejemplos de organización comunitaria como la de la Comunidad Otomí nos demuestran la importancia de priorizar a las infancias como eje para construir nuevas sociedades basadas en el respeto, el arte, la autonomía, la educación y la paz.
En la Casa Samir Flores Soberanes crece una nueva generación de niños y niñas orgullosos de su identidad y que cada día aprende a luchar por sus derechos. Con el puño en alto, gritan la consigna “Cuando el Pueblo se levante, por Paz, Libertad y Tierra, temblarán los poderosos, de la costa hacia la tierra.”