“Resiste la caída y ponte de pie nuevamente
Provoca, perturba, resiste
Sobrevive a la prueba”.
Septic Flesh, Prometheus.
Por Molay Maza Ontiveros/Política Zombie
En los entretelones de la lucha de clases, las castas más agraciadas por el sistema de explotación del trabajo ajeno y apropiación inmoral de la riqueza social, se han marcado una de las grandes. En plena crisis del coronavirus le recargan propagandísticamente las culpas al bicho, mirando para otro lado con respecto de la crisis financiera que ellos causaron por su lógica de especulación, creación de burbujas financieras y concentración desmedida del capital en unas cuantas manos. “Es el corona virus” dicen. Sin asumir la responsabilidad innegable del mercado y sus estrategias de publicidad, que va desde dejar en la pobreza a la gente, hasta venderle alimentos chatarra que la engordan y la dejan diabética e hipertensa a merced de la enfermedad covid-19.
No creo que esto implique un fracaso del capitalismo, si no su consumación, su naturaleza destructiva y su lógica devastadora imbrica perfectamente con el coronavirus y la campaña de terror mediático a su alrededor. La cuestión es si cede el capital ante la pandemia o reconstituye su vínculo con el trabajo obligándolo a una relación más ominosa y salvaje que la que antecedía a la crisis.
Al mismo tiempo, mientras la única medida eficiente para frenar el contagio masivo y desproporcionado, que ya cobró más de 30 000 vidas humanas en Europa, 4. 842 (hasta el 2 de abril) en Estados Unidos y 30 en México por señalar algunos casos, es el distanciamiento social bajo la consigna de quedarse en casa, los empresarios capitalistas, sobre todo los de las grandes ganancias y responsabilidades en la crisis sistémica, recargan el peso de la desaceleración económica en las espaldas de las y los trabajadores, haciendo gala no sólo de su miseria humana inherente a su carácter de propietarios explotadores, si no de su hipocresía, egoísmo y cobardía frente a una situación que supera a carta cabal la mitología del mercado regulador todo poderoso.
Su puta mano invisible los abandonó y ahora corren a que les resuelva todo el Estado como en China, como siempre hacen, pero ahora es más evidente su cinismo. Exigen aquí y allá un rescate para salvar el capital, para salvar el trabajo muerto, concentrado en sus manos de ladrones.
El dinero presiona al trabajo encarnado en la corporeidad de las masas laboriosas para hacer un negocio más con la pandemia, se niegan a permitir cumplir la cuarentena a la fuerza de trabajo real con “disfrute” de sus miserables sueldos, plantean la reducción del salario o la indemnización con migajas para los sujetos y sujetas de carne y hueso que con su trabajo diario explotado, generador de jugosas ganancias no pagadas, los hacen millonarios, multimillonarios, el 1% de la población mundial que concentra el 82% de la riqueza, los señores del dinero y de la guerra.
No nos engañemos, son los dueños de todo los que siguen concentrando la riqueza mundial, si no son expropiados nada cambia, por mucha crisis de pandemia, volver a la normalidad es volver al mundo decadente que hoy se paraliza un poco, pero en tanto la oligarquía financiera controle los destinos de la población mundial, nada se habrá ganado, salvo empeorar las condiciones de las masas trabajadoras con el pretexto de las cuantiosas pérdidas causadas fortuitamente por un fenómeno que “no es culpa de nadie” .
El desarrollo desenfrenado de la técnica y el progreso industrial se ha cargado el medioambiente, permitiendo la irrupción de pequeños seres no vivos que afectan la salud de los animales racionales que somos. De esto último pasamos al momento en que el pequeño no-ser o entidad microbiana con capacidades mutantes extraordinarias al que en adelante llamaremos covid-19, inicia su también acelerada infección de ciudadanas y ciudadanos de un enorme país oriental.
La cosa se pone interesante cuando los turistas y viajeros con recursos suficientes y edad para comerse al mundo, escapan del país afectado por el virus. Es comprensible el miedo e intentar salvar la vida, lo es. El problema está en que es gente con una considerable capacidad de compra y de movimiento planetario, gente que sin pensarlo dos veces se llevó al pequeño Covid a casa con papá y mamá, con el abuelo veterano de la guerra, con la abuela sobreviviente de algún campo de concentración, no sé, sólo piénsenlo.
Una vez propagado el virus por Europa que no es ni la mitad toda ella, que el gran país de oriente que ha salido por sus medios y con ayuda de una pequeña isla del Caribe de la crisis, los siguientes grandes actores del drama comienzan a mostrar el cobre, despidiendo trabajadoras y trabajadores de sus empleos, asumiendo las tardías medidas de los gobiernos de Europa central en clave de ¡sálvese quien pueda! ¡sálvese quien tenga! De tal forma que la crisis del covid-19 como toda crisis capitalista, se descansa en los hombros de las masas trabajadoras.
No es este un discurso de odio de clase, no se confunda el lector o la lectora, sin embargo, la boca sebe amarga cuando se ven las noticias de familias de conciudadanos que llegaron de su viaje de Europa y sin más, “se fueron al antro o a la fiesta”, sin comunicar su estado de salud, sin avisar de su contacto con ciudadanos de países con muestras evidentes de propagación del virus. Personajes del cuento que contrastan con las multitudes que serán más afectadas por su condición social, quienes se agolpan en el transporte público, corriendo para llegar a la jornada de trabajo que no pueden abandonar ni un día, pues le recortan el sueldo o los despiden, o no junta la cuenta, o andan buscando trabajo, o salen a vender y viven al día, y no tienen condiciones reales de quedarse en casa ahora que le toca a México el ascenso y la expansión infecciosa caracterizada como Fase 2 y si mal nos va, 3.
En las situaciones de mayor emergencia es en las que surge lo mejor y lo peor de los seres humanos, la pandemia del covid-19 es una demostración grosera de las miserias humanas más pueriles tanto como de altas demostraciones de solidaridad, aunque eso está por verse, en Europa hemos fracasado. Hay un meme que reza algo así como que somos la generación a la que se le pidió no hacer nada y no pudo hacerlo. Sin embargo, no es un problema únicamente de voluntad personal y autosacrificio para e aislamiento. Es un problema económico y político, cultural y demográfico, no tiene nada de original decirlo, pero ¿en qué sentido se decantarán las cosas? ese es el tema.
Uno de los problemas que se hace ver con más crudeza es la necesidad de la única instancia colectiva con capacidad de hacer frente económica, política y administrativamente, a una situación como la actual, capaz de organizar a la sociedad en su conjunto para responder a la crisis, es el Estado, instancia que ha sido adelgazada y reducida a su mínima expresión durante los últimos 40 años. En todo el mundo, los sistemas de salud pública han sido debilitados por políticas económicas neoliberales, dictadas desde el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización Mundial de Comercio (OMC) y el Pentágono (FBI y la CIA), por políticas de austeridad económica en beneficio de los banqueros y la privatización de los servicios de salud.
Hay políticos y empresarios de carne y hueso que tomaron decisiones en sentido privatizador y deben pagarlo, hay empresarios que se beneficiaron de esas privatizaciones y cargan 30 000 cadáveres sólo en Europa, y se vaticinan 240 000 en Estados Unidos que reposarán en sus espaldas, más el acumulado mundial diario. El neoliberalismo y sus agentes es responsable directo de la catástrofe, y el único con posibilidades de hacer algo es el sujeto político colectivo consciente de sí y para sí, capaz de disciplinarse democráticamente para recibir el golpe con una tasa de letalidad lo más baja posible, el pueblo y su gobierno electo.
Sobrevivir es la consigna, para ver amanecer en el mundo que debe luchar contra la normalidad de la injusticia, y luche por expropiar a los usurpadores explotadores responsables de la muerte.
La peste no sólo es viral, es política, es increíble que la derecha golpista y sus televisoras y periódicos, sus opinólogos chafas de cafetín de esos que declaran su felicidad incontenible cuando hay golpes de Estado como el de Bolivia, que se afilian sin mayor reflexión a aventuras narco-terroristas como las de Guaidó en Venezuela, de esos que admiran en secreto a Hitler y a Trump, que le aplauden como focas a Bolsonaro, esos que son la peste del odio fascista en nuestro país, no tienen la mínima estatura política de comportarse a la altura en una situación tan compleja, en plena crisis han iniciado a golpe de fake news la campaña por la revocación de mandato del presidente electo por más de 30 millones de personas en México.
Se sabe que el PAN, y los demás cascarones partidarios están implicados en la creación de noticias falsas y de campañas de desinformación, buscan minar la confianza del pueblo en su gobierno para que el pueblo no atienda las medidas necesarias en la crisis del covid-19, para generar una situación como la italiana o la crisis dramática que vive Nueva York con el fin de golpear al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, aunque cueste la vida de cientos de miles. La derecha de nuestro país había perdido la cabeza con su golpismo prematuro, pero ahora es abiertamente terrorista y peligrosamente irresponsable.
Muy a mi pesar no veo en el horizonte cercano, ni el fin del neoliberalismo ni el del capitalismo, de hecho, la política racista, machista, xenófoba y fascista interna de Trump y la imperialista hacia el exterior particularmente contra Venezuela, están desatadas con toda su rabia y representa la verdadera peste.
El coronavirus no es un golpe tipo Kill Bill al capitalismo, es un golpe de realidad contra los pueblos del mundo patrocinado por la economía política zombie a nivel global, el trabajo muerto privatizado por la burguesía planetaria generando sistemas de exclusión tales, que han convertido al trabajador en paria precarizada, al ciudadano en consumidor insatisfecho, eternamente sometido a la “auto-explotación” de su fuerza de trabajo, vinculado a una patronal de aire, a la cual le reporta dividendos por una app arriesgando la vida sin derechos laborales ni contratación de ningún tipo.
Estamos frente a un golpe letal financiado por los fondos de inversión del tipo BlackRock, que han impuesto la ley del mercado como único camino de existencia humana y han llevado a la población planetaria a la putrefacción cerebral y comunitaria, imponiendo subjetividades narcisistas, consumistas, egocéntricas e inmediatistas, adolescentes eternos incapaces de ceder un espacio en el hospital a los más viejos, a los más enfermos, esos que se van de vacaciones cuando la indicación es quedarse en casa. La muerte es negocio para el capital, al final el coronavirus será rentable, si no es que ya lo es para el capitalismo del desastre, así como rentable será aprovechar las rupturas autoritarias de las endebles democracias de la periferia global, que ceden derechos y libertades a cambio de una efímera salud sin recursos.
El coronavirus ha liberado la peste autoritaria y las propensiones dictatoriales de muchos líderes y organizaciones políticas. Ha desatado el odio racista y la xenofobia, el cierre de fronteras y los estados de excepción, los toques de queda y la coacción en contra de la ciudadanía no se han dejado esperar, en sistemas con graves problemas, que han gestionado sus crisis internas conculcando las libertades democráticas en nombre de la salvación autoritaria, en Colombia el gobierno asesino de Iván Duque sigue matando luchadoras sociales y ex guerrilleros de las FARC-EP, pero ahora nadie puede protestar porque hay que quedarse en casa; en Ecuador Lenin Moreno logró neutralizar al movimiento en su contra para imponer sus medidas neoliberales sin oposición en las calles, ahora la crisis de Guayaquil aquella ciudad que fuera su escondite contra la movilización indígena del año pasado, ha dejado al mundo pasmado y atento a escenas propias de una película apocalíptica, aun así hay estado de excepción y el que salga lo encarcelan o lo multan o lo golpean; en El Salvador se implanta la dictadura unipersonal de Bukele en medio de aplausos de las élites y sin la menor intención de salvar la vida del azotado pueblo centro americano que vive la tragedia de la migración forzada como toda la región, victima una vez más de la política económica neoliberal impuesta a sangre y fuego; en Bolivia de por sí bajo una sangrienta dictadura evangélico-fascista, se han aplazado la elecciones de las que el Movimiento Al Socialismo se perfilaba como el virtual ganador; al gobierno de Perú la ONU le ha llamado la atención por la preocupación que causan las leyes dictadas por su dictador para que el ejército actúe con impunidad en contra del pueblo en nombre de su propia salud; Haití sufre aún las terribles laceraciones del hambre y la miseria de una sociedad abandonada por el mundo, lucha contra un gobierno corrupto cuando a su miseria profunda se incorpora la infección del covid-19, desatando un drama que tal vez sólo sea similar al de la franja de Gaza y Siria.
La peste del fascismo, del odio, del colonialismo, del patriarcado, la devastación ambiental, de la explotación y la violencia se han agudizado con la crisis del coronavirus. Mientras se perfila una clara reconfiguración geopolítica y un cambio en la correlación de fuerzas entre los bloques creados por Estados Unidos, Japón, Arabia Saudita y la Unión Europea frente a Rusia, China, y los países no alineados encabezados por Venezuela y Cuba. Curiosamente en donde hay Estados más robustos, menor influencia de la iniciativa privada en los sistemas de salud pública y donde el Estado interviene en las decisiones económicas, se ha logrado gestionar con mejores resultados la lucha contra la pandemia, con la excepción de Irán. Aun así, no hay nada que celebrar pues en muchos casos se trata de regímenes políticos con grandes ausencias democráticas a los que no tenemos nada que envidiar en términos de transitar hacia una sociedad más libre, justa, e igualitaria con perspectivas ecosocialistas, ecofeministas y eco-comunistas.
La disyuntiva es si se fortalece un Estado autoritario al servicio de los grandes empresarios, dispuestos a imponer sus intereses con métodos dictatoriales, utilizando la pandemia como parapeto, o si se impulsa la construcción de un Estado democrático como instrumento de las mayorías sociales para arrancar derechos de las garras del privilegio burgués, comenzando por la salud pública y un sistema robusto de seguridad social a nivel global.
Se avecina una crisis económica post coronavirus peor que la del crack del 29, es evidente que la única respuesta racional es un enorme plan de rescate popular articulado a nivel local, estatal, nacional, regional y mundial; mayor participación de los pueblos y las comunidades en las soluciones colectivas de problemas colectivos con ayuda y financiamiento del Estado democrático. Los banqueros y los empresarios abogan por un rescate del mercado y sus instrumentos de dominación financiera, lo que sería un gran error civilizatorio, tal vez el último.
Las izquierdas del mundo, los pueblos, las y los trabajadores, debemos unir fuerza y luchar por una salida democrática y popular que requerirá el abandono de la política económica neoliberal, tanto como la superación de la economía política burguesa, una reforma hacendaria progresiva, expropiación de empresas que no funcionen en manos de sus supuestos dueños y un sistema público de jubilaciones y pensiones solidario y progresista. Tal vez no son los estertores del capitalismo, pero sí deben ser las campanadas del inicio de formas más democráticas de construcción de soberanía nacional popular, en la lucha por la libertad de la gente y la constricción del mercado a las necesidades de los pueblos.
Mis amigos anarquistas se enojarán, pero requerimos más Estado, poder popular, más comunidad política, más propiedad pública, colectiva y menos capital. Los ricos deben pagar la crisis.
Abril de 2020
Un artículo muy bueno con bastante informacion, con una perspectiva de análisis amplia que se centra en un enfoque político-ecomico sobre cómo entender la pandemia del Coronavirus , en clave de transformacion, como una oportunidad también para una reorganizacion de la sociedad, del Estado y el Capitalismo.
Espero con agrado el próximo articulo.
Excelente análisis. El tiempo de tomar los cielos por asalto es el llamado hoy, (para quienes esperaban o siguen esperando las condiciones necesarias) de actuar y tener una acción consiente y obligatoria en el caso de todo y toda aquella que se reconoce revolucionaria o disidente de este sistema, de dejar aun lado su sectarismo y su política ortodoxa (por llamarla de alguna manera)para crear la salida democrática y popular que mencionas, son tiempos de cambio y el cambio lo construimos todos y todas.