Por Enrique G. Gallegos
Las grandes disputas son primero conceptuales y luego reales. La decapitación del Rey Luis XVI se gestó, paradójicamente, primero en la filosofía del tibio liberal Locke. La disputa en el centro del capitalismo es laboral porque es conceptual. El concepto es el objeto y el sujeto de esta disputa. Definir qué es el trabajo y acercarlo a su realidad sería el contenido de esta disputa.
He aquí los combatientes:
1. El concepto del trabajo es la empresa. O el ser del trabajo es la empresa. Ser trabajador es ser empresario de sí, autoempleador, emprendedor, autocreador de riqueza y productor de su propio destino; en ese camino a la búsqueda de la riqueza, el trabajador como empresario asume sus propios riesgos, aprovecha sus oportunidades y acepta los fracasos como propios (aunque sean sociales). El trabajador como empresario conoce las reglas y competidores y acepta el dominio de la incertidumbre (ganar o perder). Sabe cuál es su capital. Sus dientes, la formación continua, su olfato, entereza, ilusiones, sueños y tecnologías. En su soledad e individualidad compite con otros y con sus sueños e ilusiones. Poco importa que estemos ante un oxímoron (¡trabajador como empresario!). ¿De dónde se alimenta esa ficción del trabajador como empresario? De la fábrica de ilusiones del capital. El trabajador como empresario es un Superman o una Supergirl. Ese trabajador no siempre tiene en cuenta que Superman funciona en la ficción pero no en la vida real. Su libre emprendimiento tiene como contrapartida la caída libre y sin el paracaídas de la seguridad social y los derechos colectivos: si vive pobre, miserable, enfermo y abandonado en las calles de la Metrópolis, al menos tuvo el coraje de ser empresario de sí. Los grandes capitalistas son felices por la heroicidad de sus trabajadores-empresarios.
2. El concepto del trabajo es la explotación. Se explota al trabajador porque su fuerza contiene la producción de riqueza. El trabajo es riqueza y abundancia en potencia. Pero esa riqueza, aunque le pertenece y es su misma sustancia, le es expropiada por el capitalista. El capitalista le compra esa fuerza al trabajador (poco importa que sea física o intelectual o ambas). Sólo que no sólo no le paga lo que vale, sino que además le expropia lo que produce como excedente. Así, el capital, siendo de origen profundamente miserable, se muestra rico. El trabajo, por su parte, siendo de origen profundamente rico, se muestra empobrecido. El capital es el vampiro del trabajador (Marx). Es el parásito (Lenin). Por eso, en esa relación asimétrica y desigual, se busca que la caída del trabajador esté protegía al menos con el paracaídas de la seguridad social y los derechos colectivos: tendrá seguridad, hospitales, escuelas, universidades, casa y condiciones para una vida digna.
Conclusiones:
1° Tesis
La concepción del trabajo 1, justamente por descansar en el autoemprendimiento y la competencia individual del trabajador, exige el desmantelamiento de los derechos sociales y colectivos, la flexibilización del trabajo y la privatización de la seguridad social, la salud y la educación.
2° Contratesis
La concepción del trabajo 2, justamente por reconocer que descansa en la explotación, asimetría y desigualdad, exige la protección de los derechos sociales y colectivos, la seguridad en el trabajo y la ampliación de los sistemas de seguridad social, salud y educación.
3° Tesis
La concepción del trabajo 1 es liberal, neoliberal y reaccionaria; y por fundarse en la ficción de trabajador como empresario, es ideología pura y representa la cristalización de la enajenación más conspicua en la historia del capitalismo. Ni la religión llevó a tanto la enajenación.
4° Contratesis
La concepción del trabajo 2 es la del marxismo; y porque devela que la producción de la riqueza descansa en la explotación del trabajo, es la realidad pura manifestada crudamente; y conocerlo, sienta las bases para luchar por la emancipación de las y los trabajadores (que es tanto como decir humanidad).
5° Tesis
Hay que reconocer que en esa disputa, el concepto del trabajo marxista no ha cesado de ser vencido por el concepto del trabajo neoliberal. Desde los años ochenta, a las derrotas en Gran Bretaña, Estado Unidos y México (tres emblemas donde se implementó el programa ideológico neoliberal), se sumó la caída del socialismo real y luego vinieron otras derrotas en otros países y frentes. El enemigo no ha cesado de vencer (Benjamin).
6° Contratesis
Pero ser conscientes de la derrota no significa estar derrotados. Es un gran avance definir el concepto del trabajo neoliberal y determinar sus elementos ideológicos y alienantes, pues cuando el enemigo tiene rostro y es perfectamente identificable, es atacable y muestra sus flancos débiles. Y al concepto de trabajo marxista le ha aparecido un formidable aliado surgido de las mismas entrañas del capital: la crisis. Es momento de embestirlo por diferentes flancos. ¡Trabajadores del mundo, uníos!