Por Juan Yves Palomar / @juanyvespalomar
En las últimas semanas el Gobierno de Jalisco hizo pública su intención de construir un segundo piso sobre la avenida López Mateos esto supuestamente con el fin de lograr una “solución” vial para la zona. La ironía en el vocabulario promocional comienza cuando le llaman solución vial a una “propuesta” que solo agrava más el problema de movilidad. Conste que no lo digo yo, lo dicen los estudios que desde hace décadas han demostrado como al agregarse más carriles a una vialidad, estas se volverán a embotellar poco tiempo después, el efecto llamada le llaman algunos.
Al puro estilo de López Obrador, hoy Enrique Alfaro está a punto de contradecir flagrantemente su discurso con el que por años ha pregonado estar a favor del transporte público y la movilidad no motorizada para abrirle paso a un segundo piso (es decir replicar lo hecho en Ciudad de México) con el posible riesgo que implica la privatización de la vía pública, sobre todo si se instala un sistema de peaje para uso exclusivo de automóviles. Curiosamente, el trazo de este hipotético elefante blanco para una de las pocas cosas que serviría sería para promocionar los nuevos desarrollos urbanos donde “la tierra y la armonía” tienen sus humildes pesos bien colocados. Ya me imagino los espectaculares; “Tu casa a 5 min del Periferico”.
Ya hemos visto lo que la dinámica de impulsar a la población hacia afuera de la ciudad ha provocado, ciudades “dormitorio” en las periferias, fraccionamientos mal trazados, sin espacios verdes, carentes de servicios públicos adecuados y ausentes de rutas de transporte eficientes. Urbanizaciones que se fincaron gracias al cambio de uso de suelo de terrenos que antes eran de baja densidad siempre con la promesa de un ganar para todos. Promesa que terminó en el deterioro de la calidad de vida de miles de tapatíos y un negocio redondo para algunas constructoras.
Por si no fuera poco, este disparate del segundo piso puede tomarse como un doble guiño a Obrador y a Emilio Gonzalez de parte del gobernador de Jalisco ya que Enrique Alfaro sabe perfectamente que esta posible obra vial, (sobre todo después del apoyo que han declarado integrantes de Morena a la propuesta de Alfaro en el Congreso de Jalisco), va en contra del proyecto y el proceso de movilidad que se ha impulsado en la Zona Metropolitana de Guadalajara por decenas de organizaciones desde hace ya más de una década.
La construcción de cientos de kilómetros de ciclovías, la creación del programa MiBici, la promoción del transporte público como el Macrobús y el impulso de la sociedad tapatía para la reactivación de la construcción de más líneas de tren ligero a cargo de SITEUR, son prueba irrefutables de ello. Incluso es evidente que esta ocurrencia contradice el discurso de la campaña estatal para impulsar la verificación vehicular, la cual dice tener propósitos ecológicos, cuestión que cada vez está más en duda al revelarse la intención recaudatoria de dicho programa y la opacidad ya exhibida por lo medios de comunicación en el manejo del fondo generado a partir de los recursos recaudados por el cobro de la verificación.
Por otra parte, existe ya un antecedente en la ciudad a este intento de segundo piso en Lopez Mateos, fue la llamada Vía Express en la avenida Inglaterra la cual fue heroicamente detenida gracias a la audaz movilización de los vecinos de la ciudad. Hoy las organizaciones sociales, los colectivos por la movilidad y las representaciones estudiantiles han cambiado, algunos actores políticos han rotado sus posiciones pero la responsabilidad colectiva de los tapatíos de hacer valer el modelo de ciudad que queremos, sigue ahí.
La verdad es que poco importa lo que diga la ley, las recomendaciones de expertos de movilidad, la evidencia empírica que rechaza su eficacia para resolver el problema de los embotellamientos si quienes hoy están a cargo del gobierno no ven ningún costo electoral en el hecho de ignorar la voluntad política de miles de jaliscienses en relación a una de las agendas más ampliamente debatidas en la Metrópoli. La imposición de un segundo piso en una de las avenidas más importantes de Guadalajara no sería entonces solo un fracaso cultural y un retroceso a ideas obsoletas, si no que representaría insultar y desdeñar la memoria de miles de peatones atropellados y cientos de bicis blancas que hoy están repartidas por toda la ciudad en honor las personas ciclistas asesinadas a causa de un modelo de transporte que por décadas ha priorizado a los coches.