3 de julio, CDMX.- Es relevante que en esta elección por primera vez llegue a la presidencia de la república un gobierno de izquierda. Si bien desde 1997 se logró la alternancia de poder de la ciudad de México mediante voto popular con el arribo de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, del Partido de la Revolución Democrática, es hasta ahora en 2018 que un gobernante de izquierda obtiene un triunfo en elecciones federales con una amplia ventaja respecto de sus competidores (con 90% de las casillas computadas, el sólo partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) obtuvo 20.1 millones de votos directos a su favor. Con el centro derecha del PRI, tuvimos años de corrupción, corporativismo, clientelismo. Con la derecha del PAN, siguió lo mismo, a lo que se agregó una línea necropolítica de gobierno. Más de 60 mil muertos y 27 mil desaparecidos en todo el país en una lucha absurda contra el narcotráfico, que nunca desmanteló la red patrimonial atesorada por la delincuencia organizada en complicidad con los gobiernos. Tuvo el gobierno de Fox y Calderón la oportunidad histórica que desaprovecharon. Se montaron en las estructuras priistas (instituciones) que en el fondo no cambiaron, ni se transformaron. Ahora, con el centro izquierda de Morena, gana dicho partido, sí por el hartazgo ciudadano mediante un voto de castigo de los ciudadanos contra el PRI y el PAN. Sin embargo, eso tiene una explicación: los gobiernos anteriores de México no han gobernado para todos, poco a poco han entregado al país a los extranjeros, privatizando las fuentes energéticas, dejando caer los sistemas de salud y educación de carácter público, privatizando o en vías de privatizar el agua (véase nuestro artículo: decretos presidenciales y reserva del agua). Así que se espera con un gobierno de izquierda, nacionalista y revolucionario, un cambio social y, sobre todo, a nuestro modo de ver, un freno a la privatización y explotación de nuestros recursos naturales por capital extranjero.
Por otro lado, es preciso reconocerle a Andrés Manuel López Obrador en su discurso en el hotel Hilton de Reforma, una vez que se dio a conocer el domingo 1º de julio los resultados hasta ese momento del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) de las elecciones federales, que dio a conocer el consejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova, el que se haya dirigido diplomáticamente a sus adversarios José Antonio Meade y Ricardo Anaya, señalando su respeto hacia ellos. Asimismo, los políticos mencionados reconocieron su triunfo. Es también preciso reconocerle a AMLO que como ningún otro político mexicano de los últimos tiempos, ha insistido que la prioridad de un gobierno es atender a los pobres de México, un fenómeno que ha crecido y provocado profundas desigualdades socioeconómicas en el país. AMLO agregó además otros dos elementos claves de su discurso, en el Hilton de la ciudad de México, la inversión pública y la atención a los pueblos originarios indígenas de México. Son estos tres elementos: inversión pública, pobreza y pueblos originarios lo que distinguen y han distinguido el discurso político de López Obrador de otros políticos, en general y de sus adversarios de campaña, en particular. El tema de la pobreza resulta incómodo siempre porque nadie quiere sentirse ni mostrarse como pobre, pero buena parte de la realidad mexicana se expresa en la incapacidad, precisamente, de la mayoría de la población mexicana para cubrir sus necesidades de alimentación, salud y educación. AMLO ha sido reiterativo, franco y directo en ese sentido, en un fenómeno que los últimos gobiernos del PAN y del PRI han encubierto con políticas públicas fallidas. Si la atención de la pobreza es uno de los ejes rectores de su próximo gobierno, se espera que no sea asistencialista ni paternalista, sino que con las capacidades, cualidades, disposiciones de cualquier ser y grupo humano, sean estos los mecanismos que sirvan para potencializar la economía de los hogares mexicanos y la misma economía nacional. Ello es un proceso que puede lograrse, que llevará su tiempo. Por lo pronto, la pobreza, la atención a las causas sociales, a los indígenas con inversión pública, son temas que ya el futuro presidente de México encuentra prioritarios de solucionar. Esperamos que sean hechos reales del nuevo gobierno entrante.