Exguerrilleros, colectivos y exintegrantes se reunieron en el 51 aniversario de la fundación de la Liga Comunista 23 de Septiembre en un acto conmemorativo en el barrio de San Andrés, donde se recordaron a sus compañeras y compañeros que dieron su vida por la lucha armada.
Desde el Panteón de San Andrés hasta la Plaza Mariano Escobedo, el recorrido por los lugares emblemáticos revivió la historia de resistencia y solidaridad de la LC23S.
Por Mario Marlo / @Mariomarlo
Fotografías Shiebi Aguilar / @ShiebiAl
Guadalajara, Jalisco, México – 15 de marzo de 2024.- En un emotivo acto conmemorativo que reunió a colectivos, vecinos y ex integrantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S), se celebró el 51 aniversario de la fundación de esta organización guerrillera. El evento, organizado por el Colectivo Rodolfo Reyes Crespo y el Colectivo Memoria y Resistencia Francisco Mercado Espinoza, tuvo lugar este viernes 15 de marzo en el barrio de San Andrés, Guadalajara, Jalisco.
La jornada comenzó a las 16:00 horas en el Panteón de San Andrés, donde reposan los restos de líderes de la LC23S, como Enrique Pérez Mora, el Tenebras, Arnulfo Prado Rosas, el Compa, Tereso Molina, el Tizoc y Francisco Eduardo Villagómez, el Cubano.
Frente a la entrada del camposanto, Jorge Pérez Mora, hermano del Tenebras, tomó la palabra para recordar la trayectoria de la LC23S, desde sus raíces en el movimiento estudiantil hasta su transformación en una organización guerrillera.
“En este lugar reposan los sueños y sacrificios de jóvenes que se organizaron en un movimiento estudiantil contra el control autoritario de la Universidad de Guadalajara, para luego convertirse en la Liga Comunista 23 de septiembre. Su objetivo: crear un partido y un ejército revolucionario que representara a obreros, campesinos y clases sociales explotadas”, expresó Jorge Pérez Mora.
Entre su relato, Jorge recordó los episodios de represión y violencia que marcaron la historia de la LC23S, haciendo hincapié en el caso de Tereso Molina, quien sobrevivió milagrosamente a una bala en el cráneo durante su detención en 1974, solo para fallecer posteriormente debido a la negligencia médica.
Asimismo, el hermano del Tenebras recordó a Francisco Eduardo Villa Gómez, el primer caído en la balacera del Politécnico, y a Alfonso Prado Rosas, líder indiscutible del barrio de San Andrés.
Al concluir su intervención, Jorge Pérez Mora rindió homenaje a su hermano y a Doña Mary, su madre quien también descansa junto al Tenebras. “A ellos les decimos presentes, porque aquí, en este panteón, nuestros muertos viven.”
La penal de Oblatos
En el segundo punto del Circuito de Memoria, fue en el antiguo penal de Oblatos, un lugar impregnado de historia y dolor para muchos miembros de la LC23S. Aquí, Rafael Ortiz, el Chino, quien pasó siete años preso, detalló como fue su vida entre estos muros.
“Mi nombre es Rafael Ortiz, fui integrante del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) y la LC23S, y durante siete años de mi juventud la pase en este maldito penal de Oblatos, al igual que otros centros de detención que ahora llaman ‘centros de readaptación social’, son testigos de la ineficacia, la corrupción y la brutalidad del Estado. Más de cien compañeros y compañeras fueron encarcelados aquí por motivos políticos, convirtiendo este recinto en un símbolo de opresión.”
Con voz temblorosa, “El Chino” continuó relatando las atrocidades presenciadas durante su cautiverio: “Aquí, presencié asesinatos brutales, cuerpos desmembrados y mutilados sin piedad. Fui testigo de la barbarie ejecutada con una crueldad inimaginable, donde la vida humana carecía de valor alguno.”
En su intervención describió como fue encerrado en el “corralito”, un lugar de castigo donde el tiempo parecía detenerse y las condiciones de vida eran inhumanas. “Durante quince días fui confinado en el ‘corralito’, un lugar infestado de ratas hambrientas y desesperadas. Allí, luchaba por sobrevivir entre la suciedad y el hedor, mientras las ratas se peleaban por un trozo de comida.”
El Parque San Rafael
El tercer punto del Circuito de Memoria fue el parque San Rafel, donde Carlos Sepúlveda, ex miembro del FER y la LC23S, recordó que aquellos días donde el Parque San Rafael era más que un simple espacio verde.
Aquí, los estudiantes comprometidos del movimiento estudiantil de 1970 se congregaban no solo para practicar deportes, sino también para discutir la situación social del país y el papel de las instituciones educativas en ella. Sepúlveda recordó como en este entorno efervescente, surgió una iniciativa única: una biblioteca ambulante donde los jóvenes intercambiaban libros y debatían sobre ellos.
En medio de este panorama, surgió un grupo emblemático que se convertiría en sinónimo de resistencia y solidaridad: los Vikingos. En palabras de los propios miembros, este nombre fue adoptado en una reunión en el Parque San Rafael, donde jóvenes inquietos buscaban formar un club que trascendiera las barreras del barrio.
Gilberto Rodríguez, uno de los presentes en aquella histórica reunión, recuerda cómo el nombre “Venus” fue propuesto inicialmente, pero fue rechazado por algunos por considerarlo poco masculino. Fue entonces cuando alguien sugirió el nombre de Vikingos, inspirado por una película que habían visto recientemente sobre expedicionarios, y así nació el legendario grupo.
“Éramos ya como 60 miembros los que nos reuníamos alternadamente en el Parque San Rafael acá y en una reunión llegó Sergio Aristeo al barrio gritando ya llegaron los Vikingos porque venían de ver una película de los viajeros expedicionarios entonces nos dijimos ese va a ser nuestro nombre, perdón de batalla, los Vikingos. ya posteriormente Sergio Aguayo conoció a un herrero, a quien encargó elaborar unas hebillas con el rostro de un vikingo, era una hebilla con fajilla que también nos servía como arma para las peleas.”
Carlos Sepúlveda recordó que para los jóvenes de San Andrés el ser Vikingo representó “más que un ideario colectivo, una reconstrucción de sí mismos, una figura semántica cargada de heroísmo y gallardía que les permitió compartir su cotidianidad en un espacio geográfico común. Al paso del tiempo los vikingos tuvieron inquietudes que ya no pudieron ser satisfechas en los límites barriales aquí alrededor.”
Plaza Mariano Escobedo
Finalmente, el último punto del circuito de memoria, se realizó en la plaza Mariano Escobedo, lugar donde los vikingos se reunían a conversar y fortalecer los trabajos de organización que los llevaron a luchar por sus ideales.
Antonio Michel, integrante del FER y de la LC23S, agradeció a todas y todos los que participaron en el recorrido, y resaltó la importancia de este circuito, “un camino de rebeldía y lucha social por muchos de nosotros jóvenes de este barrio vive otros barrios y colonias escuelas y facultades de la universidad de Guadalajara que nos convencimos que el camino de la lucha armada contra el estado y contra el sistema capitalista era la única alternativa y el único camino.”
Antonio, explicó que en cada lugar del circuito de memoria hoy se realizó una instalación simbólica de placas que describen y explican el significado de dichos sitios de memoria, resaltó que son los primeros que es escogieron pero que habrá otros más que seguirán incluyendo posteriormente.
Vikingo desde sus inicios, y uno de los seis presos que se fugaron del penal de oblatos en 1975, resaltó que “como pueblo tenemos derecho a la memoria histórica tenemos derecho a no olvidar a nuestros compañeros y compañeras caídos en esa lucha que buscaba un mundo mejor que anhelaban condiciones de igualdad, de justicia y libertad para todas y todos con conciencia plena de que ello tuviéramos que pagar un alto costo con la pérdida de nuestra libertad y nuestra propia vida.”
Antonio Michel concluyó el evento realizando un llamado “a los jóvenes, a las mujeres a los oprimidos y marginados, a todos aquellos que están dispuestos a organizarse y luchar por una Revolución que trastoque de manera total las estructuras económicas y políticas que son el origen y la causante de las desigualdades e injusticias en que vivimos”.