Por Enrique G. Gallegos*
Si bien la llegada de AMLO a la presidencia en 2018 tuvo el efecto de generar un boom de medios alternativos de comunicación y periodismo (aunque algunos venían de más atrás), particularmente en las redes sociales, youtube y otras plataformas, no pocos de esos medios no sólo son de una penosa pobreza intelectual y moral, sino de un estilo comunicacional que raya en la servidumbre. Por su parte, los medios de comunicación dominantes (periódicos, radio, televisión), con raras excepciones, no han mejorado cualitativamente y mantienen los puntos de vista del capital y los intereses de los poderosos. Como dijera Taufic, para estos medios, las “noticias son mandatos” del poder económico, político y financiero.
No es este el momento para analizar las nefastas consecuencias intelectuales, educativas y éticas para el pueblo por el ejercicio de esos dos tipo periodismo, pero baste señalar que dan cuenta de la degradación y el pobre debate político que existe y que es el anticipo del lodazal que vendrá en el 2024 con motivo de la contienda presidencial. AMLO y la 4T perdieron la oportunidad de encauzar la fuerza popular con la que llegaron para trazar una praxis comunicativa, periodística y formativa de altura en los subalternos. En cambio, lo que tenemos, por regla general, en los medios que adhieren a la 4T es una praxis periodística que insulta la inteligencia. La catástrofe que se viene para el país, en algunos años, se medirá no sólo por su educación sino por su periodismo y comunicación.
Justamente por el panorama oscuro y desalentador que existe en ambos lados de los medios comunicación y periodísticos, resulta inadmisible —y debe ser rechaza con claridad— las descalificaciones que el Presidente ha realizado contra el periodista Julio Astillero en la “mañanera” del 12 de octubre de este año. Las descalificaciones se dan en el contexto de las criticas que el periodista ha planteado tanto por la creciente militarización como por el reconocimiento que realizó AMLO al General Salvador Cienfuegos, exsecretario de la Defensa Nacional con Enrique Peña Nieto, ambos implicados en la desaparición forzada de los normalistas de Ayotzinapa. Julio Astillero representa, junto con un puñado de periodistas y comunicadores, de los pocos asideros en los que aparece una praxis periodística honesta, consistente, crítica y rigurosa que busca el dato y la objetividad, pero particularmente, y me importa enfatizarlo, cercana a una vocación por lo que Walter Benjamin denominaba como la tradición de los oprimidos.
Los programas y columnas de Julio Astillero (en el portal y plataformas homónimos “Julio Astillero” y La Jornada) dan voz a mujeres y campesinos que han sido objeto del abuso del poder, a organizaciones sociales, a comunidades que luchan por la tierra, a sindicalistas y disidencias políticas de todo tipo, presentan denuncias por abusos del capital, mantienen viva la memoria de los normalistas y otros movimientos reprimidos, además de delinear análisis puntuales sobre la política del momento; todo ello sin dejar de situarse en un periodismo que se asume abiertamente de izquierda, comprometido con las luchas populares. Un periodismo que sabe que ser de izquierda no está reñido con el rigor y la búsqueda de la objetividad.
El periodismo de Julio Astillero se sitúa a contrapelo del periodismo dominante que bajo el argumento de la neutralidad no hace sino validar los poderes económicos, políticos y mediáticos y sus lógicas expropiativas; pero también se sitúa alejado del periodismo que bajo el pretexto de ser partidario o militar en las causas de AMLO y la 4T, se ha constituido en un periodismo servil, validando decisiones inaceptables como la militarización del país.
No tengo dudas que el gobierno de AMLO está comprometido con los más pobres y menesteres del país, pero tampoco de que está tomando decisiones y cometiendo errores de enormes consecuencias. Algunos de ellos los analicé desde la crítica de la economía política (Véase el artículo “Crítica de la economía política de la 4T y AMLO: ¿las peras del olmo?”). Y otra de esas decisiones inadmisibles es atacar al periodismo independiente y de izquierda como el que realiza Julio Astillero. En medio de la parcialidad y bulimia intelectual de los medios dominantes y el servilismo de los medios afines a la 4T, los programas de Julio Astillero son agua fresca y música para oídos politizados.
*Profesor en la Universidad Autónoma Metropolitana