Llovía ese miércoles 27 de mayo de 2015, las calles del municipio de Ixtlahuaca, Estado de México, se encontraban solitarias, frías, empapadas. Xochitl, de 24 años, salía de la escuela donde estudiaba Diseño Gráfico. Eran casi las siete de la noche, esperaba su transporte para regresar a casa cuando el conductor de una camioneta Ford gris de doble cabina y placas MRJ-50-60 del Estado de México le silbó desde la acera de enfrente; ella no le prestó atención y siguió su espera.

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El conductor de la camioneta era Gabriel Gamaliel Reyes Balderas, de 22 años, quien al verse ignorado por Xochitl arrancó el vehículo, dio vuelta en “U” y se detuvo frente a ella para hablarle. Xochitl volteó y lo primero que vio fue un arma de fuego apuntándole a la cara: Gabriel le ordenó que se subiera a la camioneta. Sorprendida, buscó ayuda con desesperación, pero la lluvia había ahuyentado a la gente de las calles. Ella le advirtió sobre la existencia de cámaras de seguridad en la avenida, a lo que él respondió cortando cartucho y obligándola a subir a la camioneta. La jaló, cerró la puerta de un golpe y fue entonces cuando Xochitl recibió el primer golpe con el arma que antes la amenazaba. El hombre le ordenó desnudarse. Arrancó nuevamente la camioneta.

Entre golpes, cachazos e insultos, Xochitl continuó buscando ayuda; con los ojos bien abiertos buscaba a sus compañeros de escuela que la acompañaron a la hora de la salida, pero nadie saltaba a la vista. Gabriel Gamaliel, entre golpe y golpe, insistía en que se desnudara. Temerosa, ella le preguntó si la mataría: el respondió que, si no quería que la matara, tendría que cooperar. Ella se quitó su suéter rojo. “¿Sabes quién soy?“, le preguntó el individuo —ella intentó mirarlo y reconocerlo, pero nuevamente recibió un golpe con el arma— y se respondió a sí mismo: “soy la última persona que vas a ver en tu vida“.

Gabriel Gamaliel Reyes Balderas le confesó a Xochitl que la había estado observando y que se había dado cuenta que siempre viajaba sola. Ella volvió a preguntarle si la iba a matar, él respondió con más golpes y le ordenó meter su miembro en su boca; ella se negó al tiempo que una lluvia de golpes le inundaba el cuerpo. Pasaron por su escuela y a unos metros Gabriel detuvo el vehículo.

Cuando estacionó la camioneta, Gabriel Gamaliel comenzó a manosear a Xochitl con una mano mientras que con la otra sostenía el arma y la golpeaba. Intentó ahorcarla.

En plena violación sexual, él le reclamó que no fuera virgen y ella le contestó que tenía un hijo y le pidió que no la matara, pues no tenía con quién dejarlo. “En varias ocasiones me han dicho lo mismo y si piensas que contigo voy a hacer una excepción estás equivocada“, respondió.

Mientras Xochitl pedía por su vida, Gabriel Gamaliel le introdujo el arma de fuego en su ano y la violó de esta manera también. Le preguntó dónde quería que aventara su cadáver. Ella le prometió no decir nada a nadie a cambio que no la matara, pero él le respondió: “¡eso no se iba a poder porque ya me viste!”. La volvió a golpear con el arma y sentenció: “¡además yo voy a ser la última persona que veas en tu vida!”.

Gabriel puso en marcha la camioneta, bajó la ventana y lanzó un tiro al viento al tiempo que insistía en preguntarle a Xochitl dónde quería que la tirara; como ella no contestó, él disparó apuntándole a la pierna y luego pegó en el sillón del copiloto. Después de una pausa y con un llanto impotente ella respondió: “¡haz lo que quieras a mí ya no me importa!” En ese momento se percató de que al pasar el primer tope, el hombre dejó el arma para cambiar la velocidad y que se encontraban enfrente de donde trabajaba una de sus maestras de la escuela.

Cuando vió el arma sola, Xochitl aprovechó el descuido de Gabriel para apoderarse de ella y la estrelló contra él vidrio intentando romperlo, pero sólo se cuarteó. Él siguió la marcha del vehículo a poca velocidad mientras forcejeaban por el arma; ella descubrió la puerta de su lado abierta y la empujó. Él detuvo la camioneta y ella bajó la mitad de su cuerpo, ya sólo tomaba el arma del cañón ycon el dedo en el gatillo. La soltó y salió corriendo hacia la parte de atrás de la camioneta. Xochitl vio a una persona que salía de un automóvil amarillo que iba llegando, le gritó pidiendo ayuda; estaba descalza con cortaduras en los pies y aún así corrió hacia la puerta del local donde trabajaba su profesora “¡maestra Paloma, alguien me quiere matar!” gritó clamando ayuda y se escondió en el local.

Con el estruendo salió su maestra junto con los vecinos, uno de ellos le dio su mochila, dijo que el conductor había dado vuelta en la calle y la había dejado tirada. Xochitl sólo repetía “¡me quieren matar!”

Al llegar los policías la llevaron a dar un rondín para ver si reconocía a alguien o el vehículo, pero fue inútil. Después dos oficiales mujeres la trasladaron al ministerio público para levantar la denuncia y ahí le llamaron a su hermano, quien acudió en su ayuda. Una licenciada de nombre Tonanzin la amedrentó y amenazó sentenciando que no le cuadraban los hechos ni los tiempos. Xochitl había memorizado las placas de la camioneta, las proporcionó y narró los hechos pormenorizados a la Ministerio Público de Ixtlahuaca.

Los peritos tomaron muestras de semen del agresor. La médico legista Gisela Camacho Castro no atendió a Xochitl y contrató a un externo para que realizara el peritaje. En el MP les pareció sospechoso que no conociera al agresor. Después la enviaron al Hospital General de Zona porque llevaba las costillas rotas y lesiones en el cuello por el ahorcamiento, además de los golpes en la cara, pero no quisieron atenderla porque era ya muy tarde. Eran alrededor de las dos de la mañana: le dijeron que regresara al otro día más temprano.

Días después, mientras esperaba a la psicóloga en el Ministerio Público, Xochitl se percató de que uno de los oficiales que la había asistido el día de los hechos llevaba detenido a Gabriel Gamaliel Reyes Balderas; ella lo reconoció desde que lo vio. Se escondió y por miedo solicitó no regresar al MP porque ahí se encontraba su agresor. Le dieron orden para ser atendida por otra psicóloga de otro municipio, quien concluyó que Xochitl sí había sido víctima de violación.

En junio de 2016, el MP le notificó de la detención de Gabriel y le informaron que él se estaba amparando. En otra ocasión, ahí mismo le presentaron a su abogada de oficio, la licenciada Mónica Doraly, pero de acuerdo con Xochitl, ésta nunca la atendió, no estaba cuando la buscaba y en el Ministerio Público nadie la conocía.

Al acudir a litigación le preguntaron que si hacía una denuncia por qué no acudía a los citatorios; le comentaron que de Litigación habían llevado varios citatorios al Ministerio Público para que se los hicieran llegar, pues ahí era donde tenían sus datos y ella no se había presentado. Pero Xochitl asegura hasta la fecha que nunca recibió esos citatorios y que cada vez que iba nunca encontraba las personas que llevaban su caso.

En agosto del 2016 recibió un citatorio del Juzgado Primero de Ixtlahuaca porque el día del Juicio Oral ya se acercaba. Esto pese a que una semana antes había ido al Ministerio Público y no le habían dado respuesta. Ese día, en Juzgados le presentaron a otra abogada defensora de oficio, la licenciada María de los Ángeles Baca, porque su abogada anterior se encontraba de vacaciones.

El día del Juicio Oral le presentaron a una nueva juez que atendería el caso debido a cambios internos, le preguntaron que si había algún inconveniente. Xochitl no tenía conocimiento de la anterior y confirmó el no tener inconvenientes.

Durante el juicio reconoció plenamente al agresor a pesar de que la imagen estaba muy difuminada, también lo reconoció por voz. Su abogada defensora no le informó sobre el proceso a seguir, solamente le aseguró que todo había salido bien. Sin embargo, el 05 de enero de 2017 le llegó una notificación de juzgados sobre la sentencia de la juez y al solicitar ayuda a su abogada, ésta solamente le prometió que la mantendría informada.

A Xochitl le pareció sospechoso el proceder de los juzgados y del Ministerio Público. Al leer los documentos se dio cuenta de que existían omisiones por parte de las autoridades: notó que se habían deshecho de evidencias. Al solicitar explicaciones a la abogada, ésta le dijo que la camioneta no la habían podido tomar como evidencia para la acusación porque el agresor la había vendido antes de que lo apresaran y sobre las pruebas de esperma concluyeron que era muy poco para poder concluir que pertenecían al imputado.

Viendo todo lo anterior Xochitl decidió pedir ayuda a activistas, defensoras y defensores de los derechos de las mujeres, quienes al revisar los documentos le explicaron que Gabriel Gamaliel Reyes Balderas estaba libre desde el 05 de enero de 2017 porque la juez María Ledit Becerril García había juzgado como insuficientes las pruebas presentadas para la acusación por violación e intento de homicidio.

Fueron solicitadas medidas cautelares para la víctima porque hasta ese momento la abogada defensora no lo había hecho; Xochitl estaba en riesgo y el agresor libre. Consiguieron que una patrulla del municipio estuviera dando rondines por su domicilio.

La noche siguiente de haber solicitado las medidas cautelares, Xochitl se percató que había dos personas merodeando su casa: un hombre y una mujer estuvieron empujando las puertas y ventanas por aproximadamente cuarenta minutos. Marcó a los numeros que le proporcionaron para emergencias, pero nunca le contestaron.

Después de ese tiempo transcurrido, llegaron los oficiales gracias a las llamadas realizadas por Malú GarcÍa y las personas que merodeaban la casa de Xochitl huyeron caminando. Los oficiales le dijeron que se resguardara en su casa, que todo estará bien. Cuando fue al Ministerio Público a reportar lo sucedido, se dio cuenta de que no estaban al tanto.

Xochitl vio estos hechos como un amedrentamiento y decidió salirse de su casa y resguardarse en un lugar seguro.

Ahora, para realizar la apelación del caso presentará sus agravios de forma independiente de las autoridades, pues no confía en que se esté llevando el caso con debida diligencia. Ella asegura que los únicos que tenían sus datos era el personal del Ministerio Público y al segundo día que una activista acudió a asistirla comenzaron a merodear su casa.

A la fecha para lo único que le han llamado del MP es para notificarle que el Juicio de Apelación será el próximo 01 de marzo en la ciudad de Toluca. Por el momento se encuentra lejos de su casa, lejos de su familia. Sigue temiendo salir a la calle, “no estoy tranquila de que algo me pueda pasar, a mí o a mi familia porque él está en libertad y yo tengo miedo de que pueda atentar contra nosotros“, asegura Xochitl, y continúa: “Le exijo a las autoridades que hagan algo, esta persona está libre y ya demostró que sabe dónde vivo. ¡Las autoridades lo beneficiaron más a él que a mí al dejarlo libre! Para el juicio de apelación les exijo justicia porque si yo lo reconocí plenamente en frente de su abogado, de mi abogada y de la juez, ¿por qué lo dejaron libre?, ¿qué pretendían dejandolo libre?“, se pregunta.

Al revisar su caso junto con la organización que la apoya en el proceso del Juicio Oral, Xochitl se percató de que los policías ministeriales que la habían asistido el día de los hechos, los policías Fredy González López, Israel Barrera Orizaba y Francisco García Moreno, declararon no recordar que ese día la habían apoyado ni recordaban haber aprehendido a Gabriel Gamaliel Reyes Balderas en junio de 2016.

Así mismo, en el comunicado de la PGR del 16 de junio de 2016 sobre la aprehensión del agresor se hace mención que “al momento de haber sido detenido, ofreció una cantidad en efectivo a los servidores públicos a cambio de no ser presentado ante el Ministerio Público, por lo que también se le relacionó con el delito de cohecho.” Gabriel Gamaliel se encuentra en libertad desde el 05 de enero de 2017.

De esta forma, Xochitl hace un llamado a la sociedad civil y a las organizaciones de derechos humanos de las mujeres para que estén al tanto de su caso.

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