La memoria es un acto colectivo que nos recuerda que “aquí pasó algo que importa”, por ello, su preservación es importante, pero no desde marcos institucionales, sino desde la lucha que viene desde abajo, desde la lucha de quienes han dado y dan la vida para que todas las personas puedan vivir con dignidad, estas fueron las ideas claves del primer panel del Encuentro memorias en resistencia: La memoria de abajo, la memoria que resiste, impulsado por la Fundación Heinrich Boll.
Por Darwin Franco / @DarwinFranco / @ZonaDocs
“¿Para qué sirve la memoria? ¿Qué queremos hacer con la memoria? Ahora que se hace un uso político de la memoria es importante encuentros como éste, esto para poder construir otros” fueron las palabras con las que la reportera, Daniela Rea, dio apertura al panel “La disputa por la memoria. La memoria desde abajo y la institucionalización de la memoria” en el marco del Encuentro memorias en resistencia: La memoria de abajo, la memoria que resiste organizado por la Fundación Heinrich Boll en el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez en la Ciudad de México.
En este primer conversatorio participaron María de los Ángeles Fernández, Doña Fili, luchadora contra el despojo, la vivienda y la defensa del agua; Omar Ballesteros, integrante de Familia Pastas de Conchos; Blanca Martínez Bustos, activista y defensora de derechos humanos; y Cristina Hijar del Colectivo Hijar.
“¿Dónde guardamos la memoria? En los pueblitos se acostumbra guardar lo que más queremos en una olla de barro o en un paliacate… ahí guardamos lo que más queremos. La memoria es la que persiste, es la que juzga; por ello, guardamos la memoria de quienes dieron la vida por la lucha, cuidamos la memoria de quienes fueron torturados o desaparecidos. Hoy cuidamos la memoria por los que luchan, por los que están presos… por los dignos pies campesinos y por las dignas manos de los obreros que luchan por sus derechos”, narró en la primera participación “Doña Fili, defensora de la vivienda y el territorio.
Para quien ha dedicado su vida a defender la colonia Los Pedregales en la Ciudad de México, la oficialización de la memoria se da cuando: “el Estado pretende acallar la memoria”, pero si la lucha es persistente: “la memoria persiste”, precisó.
La lucha por la memoria, para esta luchadora social, debe darse desde los discursos que emplea el Estado, pues éste busca robar su significado:
“Nos intentaron quitar esto cuando se creó en tiempos de Salinas, el programa Solidaridad, o ahora que nos dicen Primero los pobres, cuando en realidad no debería existir pobreza”.
Omar Ballesteros de la organización Familia Pasta de Conchos precisó que quienes han sido guardianas de la memoria en las tragedias mineras, específicamente aquellas ocurridas por la extracción de carbón, han sido las mujeres:
“Su trabajo ha sido fundamental para que no se olviden las tragedias, como la de Pasta de Conchos, o las más de 3 mil 100 muertes de mineros y por las cuales no ha existido ningún castigo”.
Para él, también es importante que la memoria apueste por realizar un cambio en el discurso y en las narrativa que de ahí se derivan:
“este discurso ha impulsado la idea de que los mineros son héroes, así que entre más peligrosa la mina, más heróico el trabajo de los mineros, pero eso es lo que debemos de cambiar, pues no hay nada de heroico en el trabajar en una mina que no tiene las condiciones de seguridad para preservar la vida de quienes ahí trabajan”.
El trabajo que realizan desde su organización busca cambiar ese discurso heroico de los mineros por un discurso donde se focalicen los derechos de los mineros, se exija justicia para todos los que han perdido la vida en accidentes mineros y se castigue a todos los responsables, tanto de las empresas mineras como de quienes desde el Estado propician la precariedad laboral de este sector.
En su turno al habla, la defensora de los derechos humanos, Blanca Martínez Bustos, precisó que no hay que olvidar que la memoria también busca apagarse mediante la comisión de delitos de lesa humanidad como la desaparición forzada: “la desaparición se usa como un método para generar violencia e infundir terror”.
Pero ante esa violencia, precisa, está “la memoria viva” que se construye por la memoria colectiva que se organiza para no olvidar, pero también para luchar contra todo aquello que busca eclipsar lo violento:
“la memoria es una actividad que se construye de manera colectiva, la memoria es posible cuando nos juntamos con otros a no olvidar… y la memoria se conforma cuando estamos dispuestos a dar nuestra palabra para contar lo que pasó”.
Para quien acompaña a familias buscadoras, debemos de oponernos a que la memoria se institucionalice porque, entonces, sólo se va a recordar lo que ha pasado desde una sólo visión que, para ella, “busca cosificar la historia”. Y ante ello, para Blanca Martínez, hay que oponer “la dignidad, la lucha y la colectividad”.