El 1º de enero de 1994, un mes después de que Ernesto Zedillo tomara protesta como Presidente de México y el mismo día que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), miles de hombres y mujeres indígenas declararon la guerra al Estado mexicano. Desde lo más profundo del estado de Chiapas, surgió El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Por años, el Zapatismo no sólo ha sobrevivido a los ataques de grupos paramilitares y estrategias mediáticas por parte los gobiernos Priistas, sino también han realizado múltiples aportaciones a la vida política y social del país, según han declarado analistas políticos e historiadores.
Uno de ellos, posiblemente el más importante, fue el de reconocer por parte de los mexicanos el racismo, marginación y abandono de los pueblos indígenas de México.
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Junto a estos aportes también destacan Los 7 principios del Zapatismo para un buen gobierno:
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Obedecer y no mandar
El pueblo tiene, en todo momento, la facultad de revocar al mandatario que no cumpla con su función a cabalidad. El gobierno obedece a las necesidades de cada comunidad o localidad sin decidir cuál es la mejor forma de vivir nuestras vidas, simplemente cumpliendo con organizar y planificar. Quien manda, obedece la voluntad del pueblo
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Representar y no suplantar
El principio de todo gobierno está en la representación de una voluntad. Los representantes son elegidos de forma rotativa, incluso sin que ellos lo soliciten, pero no es visto como una imposición, sino como un servicio a la comunidad. Su trabajo es igual de importante que el de cualquier otra persona en la comunidad.
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Bajar y no subir
El zapatismo no aspira a la toma del poder porque sabe que el poder proviene del pueblo. Hacer comunidad es poner los saberes y las técnicas al servicio de la sociedad, aceptar que cualquier trabajo es igual de importante que un cargo público
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Servir y no servirse
La cooperación desde los cargos públicos y hasta cualquier actividad requiere de una acción solidaria y desinteresada. Servir a la comunidad no es un trámite burocrático ni un trabajo remunerado, se trata de una expresión de la colectividad.
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Convencer y no vencer
Principio fundamental para la creación de un nuevo mundo. De nada sirven las absurdas contiendas electorales y las campañas que no representan los intereses reales del pueblo. La nueva política se hace a través del convencimiento, no de la decisión de unos cuantos.
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Construir y no destruir
La construcción de un mundo nuevo no tiene un instructivo; ni el zapatismo ni nadie tiene la verdad ni la capacidad para elegir qué forma de gobierno resulta más adecuada para cada pueblo y nación que integran la realidad latinoamericana y mundial.
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Proponer y no imponer
El rompimiento con la política que domina a la sociedad requiere de un cambio radical. Proponer a través de la acción y la palabra, actuar en consecuencia con la realidad y con un fin social es una máxima tanto de los individuos como del gobierno para lograr una transformación en la sociedad.