A 29 años del histórico levantamiento zapatista, se hace un llamado a los pueblos de México y del mundo a observar lo que ocurre en Chiapas y a unirse en la exigencia de poner fin a la guerra, detener los ataques contra los pueblos zapatistas y buscar la construcción de un mundo donde la vida y la dignidad sean respetadas.
Texto y Fotografías por Miranda Chavarria / @mirandachavarria
Desde el sureste de México, el 1 de enero de 1994, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) lanzó un contundente grito de “¡Ya Basta!”, que resonó en todo el mundo. Con armas de dignidad, los pueblos mayas zapatistas pusieron de manifiesto la miseria, el desprecio, el racismo y la explotación que sufren los pueblos originarios por parte del sistema neoliberal. Casi 30 años después, los zapatistas siguen siendo un referente de resistencia y esperanza, pero también enfrentan nuevos desafíos.
En su camino hacia la construcción de una sociedad más justa, los pueblos zapatistas abandonaron las armas y abrieron su corazón a la sociedad civil. Empezaron a edificar escuelas, hospitales, viviendas, cooperativas y centros culturales, demostrando su solidaridad con diversas causas y recorriendo Europa y otras partes del mundo en busca de aliados en la defensa de la vida.
Sin embargo, el Estado mexicano ha respondido de manera adversa. A pesar del cese al fuego obligado por la sociedad civil en el año de 1994, los ataques contra las comunidades zapatistas no cesaron. Grupos paramilitares financiados y protegidos por el gobierno federal se sumaron a la guerra contrainsurgente. Además, programas sociales intentaron dividir o cooptar a los pueblos zapatistas mediante dádivas y favores.
Aunque los zapatistas se mantienen firmes en la construcción de su autonomía y la lucha por la vida, enfrentan nuevos desafíos. Desde 2019, la comunidad zapatista de Moisés y Gandhi ha sido objeto de ataques por parte del grupo paramilitar ORCAO (Organización Regional de Cafeticultores de Ocosingo).
Estos ataques han incluido incendios de escuelas y bodegas de café, balaceras, torturas, secuestros y heridos graves con armas de fuego. A pesar de las denuncias de los pueblos zapatistas, organizaciones de derechos humanos y periodistas, estos ataques continúan en medio de la impunidad que les otorgan los tres niveles de gobierno.
Los ataques se producen en un contexto preocupante donde la influencia del crimen organizado en Chiapas ha crecido, así como la reactivación de grupos paramilitares y narcoparamilitares. Además, la presencia de militares y la disputa por los territorios para actividades como la minería y la trata de personas agravan la situación. Los pueblos zapatistas han advertido que Chiapas se encuentra al borde de una guerra civil.
En medio de esta guerra, se suman las voces de dolor y la esperanza, como las de los padres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, las de las madres buscadoras y las de los pueblos originarios, incluyendo el EZLN. Alemania; Dinamarca; Italia; Barcelona (Catalunya); Valencia (estado Español), también son algunos países que se sumaron el día de ayer a la movilización para exigir un fin a la guerra y al despojo que enfrentan los pueblos zapatistas en Chiapas.