Un agradecimiento por la vida y la cosecha
Entre los pueblos Náhuatl de la Montaña de Guerrero: “Si no bailamos, no hay maíz, por eso, con todo y la enfermedad tenemos que hacerlo para agradecer la vida y cosecha”.
Las mujeres, niños y niñas, le agradecen al santo del pueblo San Miguel Arcángel las cosechas. Con esta ceremonia se “espanta el hambre”, se despiden de las lluvias y comienza el periodo de pizca del descendiente del Teocintle. Representa el triunfo del maíz sobre el hambre del pueblo.
En varias comunidades indígenas del país, San Miguel Arcángel representa la muerte del hambre, porque se cree que este santo mata a satanás, que representa el hambre. Con el sincretismo cristiano y mesoamericano, San Miguel representa el triunfo por la vida. Se sabe de algunos historiadores que la danza de la milpa es de origen prehispánico.
Cada 27 de septiembre doña Emilia junto a su esposo don Mario y sus hijos e hijas seleccionan la milpa más bonita, la que de preferencia ya tiene elote; las guías de frijol más gruesas y las calabazas más grandes. Hacen la mejor elección para ofrendar a Totatzin en un recorrido que harán al siguiente día al cerro llamado Sacamatlapa, para “espantar el hambre”. Envuelven milpas en coloridos rebozos y las mecen arrullándolas a paso lento y al compás de las notas de banda. Con esa ceremonia se despiden de las lluvias y comienza el periodo de pizca.
“No sabemos cuántos años lleva esta tradición, pero desde nuestras abuelas y abuelos se baila y así seguimos. Yo tengo 65 años y desde como a los 8 empecé a bailar. Le echamos pan, flor, ejote de pericón, como si fuera dios para que nos regale más diosito. Los hombres no quieren ir, pero nosotras sí vamos. Si no llueve estamos tristes, porque, ¿qué vamos a comer? nomas sembramos maicito, los que están fuertes y jóvenes se van a trabajar a Culiacán o Nueva York, pero ya grandes no podemos salir (Doña Emilia).”
Antes que amanezca, la familia Guzmán se despierta a las 4:00 am para ir a la preparación de comida, tamales nejos y mole de pollo o guajolote. Más tarde no tendrán tiempo porque van a misa, para después salir de la iglesia rumbo al cerro de San Miguel. Todo esto independientemente del peligro que representa la pandemia, pues si no se baila, más adelante ya no lloverá y lo que sembraron no saldrá bien en la cosecha, afirman. Según la medica del pueblo, van mas de 17 muertos por posibles sintomas de COVID-19 en solo tres meses.
“Nos querían cancelar la fiesta por la enfermedad (COVID-19), pero le damos gracias a dios que no, nos da mucho gusto, porque ya nos dio lluvia y si no hubiera estado seca la milpa y cómo vamos a bailar. Ahorita ya está “gilotiando”, está trabajando rápido, dentro de 15 días ya tiene elote, ahorita unas ya tienen. Aquí no acostumbramos a taparnos la boca, como que no podemos, aunque aquí ya muchos murieron, no obedecemos cuando nos dicen que usemos cubreboca, y así sacamos la fiesta de San Miguelito, hicimos la comida, la ofrenda y vamos a bailar junto con mis hijos e hijas”, concluye doña Emilia.