Ciudadanos migrantes y refugiados atrapados en la espera en Valle de Chalco sobreviven como comerciantes en tianguis del Edomex. Y, a pesar del racismo y discriminación, ofrecen a sus nuevos barrios sabores, olores, palabras y experiencias para enriquecerlos.
Por Claudia Rosa Martínez Valdez / @PeriodismoUACMT
Fotografías: Claudia Martínez
Después de un largo viaje desde sus países de origen hacia un destino mejor, el que ellos y otros llaman sueño americano, muchos ciudadanos migrantes hacen escala solos o en grupos en la Ciudad de México y sus municipios cercanos. Algunos de estos migrantes, después de unas semanas reanudan su camino y otros se quedan buscando arraigo en la capital mexicana y su conurbano.
Esa realidad no es nueva, viene sucediendo desde tiempo atrás. Por ejemplo, desde 2010 se registró la llegada de personas haitianas a la CDMX que huían por diferentes razones de su país; primero por el terremoto y la epidemia del cólera en ese año, luego por los huracanes Isaac y Sandy de 2012, y el Matthew de 2016. En este 2024 que está por terminar los haitianos huyen del lugar donde nacieron para preservar sus vidas, pues su integridad peligra por la grave crisis que enfrenta Haití en materia política, económica, social y de seguridad.
Para este noviembre de 2024 es cada vez más frecuente encontrarse personas haitianas en las colonias de Valle de Chalco, en el Estado de México (Edomex), en donde se han atorado esperando trámites migratorios, la aprobación de su petición de refugio o sumarse a grupos de caminantes que siguen subiendo hacía el norte de México. No obstante, no todos se van, muchos ciudadanos migrantes han decidido quedarse a habitar estas colonias, adaptarse a ellas y buscar una mejor vida. Para ello han puesto su visión en el comercio, dentro de los tradicionales tianguis o mercado sobre ruedas.
Existe un tianguis en particular que se pone los domingos sobre la Av. Cuitláhuac, atravesando Av. Tezozomoc. Está siempre muy concurrido, porque en este mercado se encuentran desde verduras, frutas, así como carnes y comida preparada para los vecinos que quieran ir a desayunar o a comer delicias como son carnitas, birria, barbacoa, mariscos. También se venden “chácharas”, cosas usadas o descompuestas para reparación o por piezas, como ropa usada o de paca, prendas en buen estado y muy económicas.
En el tianguis de la Anáhuac los domingos se siente un ambiente familiar después de una ardua semana de trabajo, labores escolares y del hogar, por eso, muchos vecinos utilizan este día para convivir e ir a comer con la familia y, al mismo tiempo, hacer sus compras para la semana.
En este tianguis, además de los vendedores de toda la vida, cada vez hay más personas con otros colores de piel, otros acentos e incluso otras lenguas. De un tiempo para acá, en el tianguis se ofrecen verduras que normalmente no se consumían, como son el poro, el germen de trigo y alfalfa, la cebolla cambray y la yuca, que solamente se traían por pedido, porque son más caras que el resto de la canasta básica que los habitantes del Edomex se pueden permitir y además se descomponen más rápido que otros productos. Con la llegada de los ciudadanos migrantes, el tianguis se ha vestido de una diversidad de comida, colores, olores y palabras.
Además de olores y sabores, el tianguis de la Anáhuac tiene ahora más marchantes, comerciantes migrantes que entre venta y venta comparten con sus nuevos vecinos sus historias, sus sueños, sus luchas. Tal es el caso de Theonilde Caseus, una mujer que con muchas ganas de progresar y que lucha día con día por salir adelante, quiere traer a sus hijos junto a ella, liberarlos del peligro que corren en Haití, por la gravedad de la situación política, la delincuencia que a raíz de no haber gobernante se ha producido. Theonide nos contó en entrevista para Somos el Medio, que su país está controlado en su mayoría por grupos delictivos y por eso vino a Valle de Chalco donde, por otro lado, enfrenta racismo y discriminación, a pesar de que ya es residente en México.
En un pequeño espacio donde Caseus expone su mercancía, un puesto de maletas, extensiones de cabello artificial, especies para cocinar, entre otras cosas, nuestra entrevistada se encontraba trenzando a otra ciudadana haitiana, quien comentó que para ser atendida por Theonilde cualquier clienta debe abonar 800 pesos por el trenzado de toda la cabellera.
En nuestra conversación, Theonilde refiere tener sus papeles en orden “ya soy residente, ya tengo mis papeles, solo necesito ayuda para traer a mis hijos acá, estoy sola aquí”. Nos menciona que tuvo que ir a Polanco donde se encuentra la sede del Instituto Nacional de Migración, también a la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado en sus diferentes sedes y a la organización Casa de Refugiados (que es un albergue para migrantes), hasta que obtuvo su residencia. Sin embargo, durante la entrevista, pide que compartamos su necesidad de ayuda a las autoridades migratorias para traer a sus dos hijos, a quienes tuvo que dejar en República Dominicana.
“Allá tampoco nos quieren, son muy malos hasta con las mujeres embarazadas”
Nos contó lo difícil que es atravesar la frontera de ese país y sobrevivir dignamente, y que después de un tiempo de soportar el racismo social e institucional en República Dominicana decidió seguir subiendo para intentar llegar a Estados Unidos, pero por los costoso y peligros del camino dejó a sus dos hijos al cuidado de otras haitianas en ese país caribeño y les prometió mandar por ellos. Cuando le preguntamos por qué huyó de Haití, nos respondió “en Haití hay demasiada violencia, no hay gobierno, no hay derechos”, y Caseus sintió que la vida de sus hijos y la de ella corrían peligro. “Vine a buscar una vida mejor, en mi país no hay trabajo, hay bandidos en la capital de Haití, por eso me fuí con mis hijos”.
De acuerdo con la Servicio Jesuita para Migrantes, los riesgos a los que se enfrentan al salir de su lugar de origen son: discriminación, xenofobia y aporofobia, malos tratos, violencia, abuso sexual, explotación, trata de personas y una barrera idiomática que repercute en las oportunidades de empleo y la gestión de su situación legal.
Aunque se le complicó llegar a México, Theonilde dice sentirse muy bien ahora que ya es residente, le gusta vender productos de abarrotes mexicanos, pero los líderes del tianguis no le permiten tener un lugar estable en el mercado por ser migrante. Y es que, narró en entrevista, los líderes tianguistas le dicen que no hay permisos para vendedores migrantes, “solo pido apoyo para una licencia para vender en el tianguis, me gustaría vender el producto mexicano. Aunque hay gente mexicana racista y mala, sé que también hay mexicanos muy buenos”, y por eso último, la certeza de que hay gente solidaria, y luego de un tormentoso tránsito desde el Caribe hasta el centro de México, Caseus decidió afincarse en Valle de Chalco.
En el proceso de su estancia en Edomex y en su lucha por salir adelante, esta mujer migrante se ha adaptado a los productos y gastronomía mexicana, y afirmó que le gustaría vender comida tanto de su país como mexicana. Uno de los alimentos que más le gusta de México son los tacos.
Como Caseus, en este tianguis hay muchos más migrantes vendiendo y comprando cosas. Pero muchos de ellos están irregularizados por las leyes de migración mexicanas, tal es el caso de Luck, un hombre haitiano que junto a su esposa, ahora viven en Valle de Chalco, pero sin documentos, e incluso tienen miedo de preguntar en el INM qué documentos se requieren para pedir la residencia mexicana, puesto saben que corren el riesgo de ser deportados a su país, a lo que Luck le teme mucho por las condiciones ya explicadas de pobreza y violencia generalizada. En entrevista para Somos el Medio, Luck afirma que tiene fe y pide a Dios quedarse aquí en México.
“El motivo por el que he venido acá es porque México me ofrece una vida mejor, en mi país hay un problema de política, hay muchos delincuentes”
A este hombre de más de 30 años, le gusta ser comerciante, porque dice que hay más flujo de dinero como comerciante del tianguis que en otro trabajo. Luck comenta que a las mexicanas les llaman la atención las trenzas y por ello ofrecer trenzar las cabezas de sus vecinas, es lo que más dinero le reporta.
Y así, mientras la esposa de Luck, que no quiso darnos su nombre de pila, trenza el cabello de sus clientas mexicanas, él vende especias comestibles, que compran aquí mismo en México. Son especies que se usan en la gastronomía mexicana y también en la haitiana, solo que se cocinan de diferente manera. Luck afirma que no es difícil encontrar la variedad de verduras que utilizan para preparar sus platillos de comida criolla, las verduras son las mismas que usamos en Valle de Chalco, pero la preparación para los guisos criollos, como se llama a la comida haitiana, es diferente.
Luck nos compartió un ejemplo: el poro, que es la base del marinado de la carne de cerdo y que ellos llaman “sazón o epis”, una mezcla de pimienta y ajo, perejil, cilantro, cúrcuma y poro. El platillo que resulta se llama Griot y se acompaña con arroz. En un arrebato de generosidad, Luck nos compartió la receta para preparar el griot
Ingredientes para preparar el sazón o epis:
- 1 taza de perejil fresco (hojas y tallos tiernos), picadas gruesamente
- 1 pimiento rojo y otro verde, sin semillas y cortado en cubitos
- 2 pimientos Scotch Bonnet pequeños, cortados en cubitos
- 3 cebollas de cambray cortadas en rodajas finas
- 1 cebolla amarilla cortada en cubitos
- 2 tallos de apio, cortados en rodajas finas
- 1 puerro o poro pequeño, sin la raíz y cortado en rodajas finas
- 3 dientes de ajo
- 1/3 taza de aceite de oliva
- 2 cucharadas de vinagre de manzana
- 1 lima exprimida
- 10 a 15 ramitas de tomillo fresco
Modo de preparación
- Picar las hierbas, el pimiento y la cebolla en trozos grandes y pelar el ajo.
- Agregue todos los ingredientes en una licuadora o procesador de alimentos.
- Mezcle hasta obtener una consistencia similar a una pasta. Si es demasiado espeso, agregue agua 1 cucharada a la vez.
- Vierta en un frasco y guarde en el refrigerador.
- El Epi o sazón refrigerado se unta sobre carne de cerdo (maciza), picada en trozos y se deja reposar durante 4 horas.
- Se fríen los pedazos de carne untados y marinados.
- Servir con arroz blanco.
Antes de México, la pesadilla chilena
Luck nos cuenta que antes de migrar a México ya tenía su residencia chilena, ya que en su tránsito o camino para llegar aquí pasó por Chile y ahí pudo obtener la residencia, pero durante la entrevista afirmó que él y su esposa prefieren vivir en México y esto a pesar de que el tránsito hacia el Edomex fue muy duro. El nuevo vecino de Chalco nos explicó que al llegar a la frontera sur de México, en Tapachula, se encontró con “gente mala” que le quitó su ropa, tenis, celular. Lo dejaron desnudo y le quitaron todo su dinero. Tal y como reportan organizaciones de migrantes en México; “al menos el 77% de los migrantes de Haití han sido víctimas de algún delito”.
Una vez del otro lado del río Suchiate, en Tapachula, se organizó con otros haitianos y subió caminando en grupo hasta la capital mexicana. Y, aunque el resto de sus compañeros de viaje siguió su camino, Luck decidió quedarse en Valle de Chalco, porque le gustó, sabe que en el Edomex hay gente mala, como en Tapachula, pero piensa que hay más gente buena. Aunque a Luck como a Theonilde, los líderes tianguistas también le niegan el derecho de tener un puesto fijo en el tianguis de la Anáhuac.
Somos el medio intentó localizar al líder del tianguis del la Anáhuac, enviamos mensajes solicitando una entrevista para escuchar la versión de la instancia que organiza a los locatarios de ese tianguis y, luego de varias visitas a sus oficinas y llamadas telefónicas sin respuesta, este medio no pudo acceder a una respuesta sobre ¿Qué norma prohíbe que comerciantes haitianos vendan sus productos y oferten sus servicios al resto de sus nuevos vecinos?. Nos quedamos con la duda de si esta negativa es un ejercicio de discriminación y racismo o responde a otra lógica.
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Esta pieza fue producida en el Taller de Periodismo UACM/SLTZ / @PeriodismoUACMT