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El tsunami de López Obrador

Foto: Mario Marlo/Somoselmedio.com

Finalmente se llevó a cabo la elección del 1 de julio. Los pronósticos que auguraban las encuestas no se equivocaron. Andrés Manuel López Obrador ganó con más de la mitad de los votos: 53.1% de la votación total, el equivalente a 30 millones 113 mil 483 votos. Con este resultado el virtual Presidente electo se convierte en el candidato más votado de la historia de nuestro país. Atrás quedaron los dimes y diretes de los candidatos, las descalificaciones, los spots, etc.

Visto en retrospectiva, la elección fue un día de campo para López Obrador. Su virtud consistió en mantener la línea que venía desarrollando desde años atrás para con ello ganar la simpatía de los votantes. Aunado a los errores de sus contrincantes que realmente nunca le hicieron sombra. Ricardo Anaya preocupado más por defenderse de las acusaciones de negocios fraudulentos; tratando de mediar las aguas de una coalición que a todas luces se presentaba disfuncional, y matizando los conflictos de su partido (el PAN) que se inconformaron por su candidatura; con un PRD que era la cola de la coalición y que no tenía forma de justificar dicha alianza.

Del lado del PRI, José Antonio Meade nunca logró despertar el interés de los ciudadanos. Su estilo y tono más de burócrata neoliberal formado detrás de un escritorio que de contacto con la gente, lo mantuvo siempre en un lejanísimo tercer lugar. Aunado a ello, el peso histórico de lo que representa el PRI, el actuar de los gobernadores emanados de su partido, y los resultados que está dejando la actual administración del Presidente Enrique Peña Nieto, pusieron al candidato muy lejos de sus glorias de partido gobernante. Quizá Meade como funcionario fue de lo mejor que tuvo el sexenio que empieza a expirar, pero como candidato nunca despertó la atención del electorado.

López Obrador logró canalizar en su persona el descontento de la mayoría de la población. Muchos jóvenes que en esta elección votaron por primera vez lo hicieron por un cambio, aunque ellos no hayan vivido los tiempos del régimen priista. Basta recordar que cuando ellos eran unos niños, en el 2006, el hoy virtual Presidente electo empezaba su primera campaña rumbo a la presidencia. Aquella la perdió con un resultado que dejó muchas dudas; al igual que la de 2012 donde sin tener la fuerza de seis años antes, logró posicionarse en un digno segundo lugar. Desde ahí, comenzó a diseñar su campaña que lo llevará a la Presidencia este 2018. No fue sino hasta este su tercer intento que logró el triunfo con un aplastante dos uno sobre su más cercano contrincante, Ricardo Anaya. Su triunfo es inobjetable. Fue por ello que la noche del primero de julio los candidatos perdedores salieron muy temprano a reconocer su derrota. No había más que decir. Todo estaba dicho.

La legitimidad que el electorado depositó en Andrés Manuel López Obrador es muy alta, incluso mayor de la que en su momento se le dio a Vicente Fox. Montado en el fastidio de la corrupción, el otrora candidato fue abrazado por una amplío sector de la población, de tal manera que la expectativa que se tiene en él es muy grande.

El tsunami lopezobradorista permitió que no sólo él llegara con una prolongada ventaja a las urnas, sino que también los candidatos de Morena lograran una amplia ventaja en casi todo el país. En estados donde la presencia de partidos de izquierda no tenía sino para apenas alcanzar el registro (particularmente en el norte), hoy fueron ganados por Morena y sus aliados. Fruto de ello es que serán la primera fuerza en el Congreso de la Unión. Según datos del Sistema de Inteligencia Institucional de la Dirección Ejecutiva de Prerrogativas y Partidos Políticos del INE, 307 espacios en la Cámara de Diputados serían ocupados por legisladores de Morena y de los partidos con los que hizo coalición: PT y Encuentro Social; mientras que en el Senado tendría 69 de los 128 legisladores. Así pues, haciendo un comparativo con la actual legislatura, el PRI pasaría de 61 a 21 senadores y de 241 a 62 diputados, lo que lo colocaría como la tercera fuerza política dentro del Congreso de la Unión; en tanto el PAN que hizo alianza con el de la PRD y Movimiento Ciudadano tendrían 131 diputados federales y 38 senadores[i].

Así pues, estamos en trance de la formación  del equipo que acompañará a López Obrador en su sexenio. Muchos de los nombres de quienes formarán su gabinete ya los ha hecho públicos. Esperemos que esa legitimidad que el electorado le dio al próximo Presidente no la desperdicie, como lo hizo en su momento Vicente Fox, pues el desencanto puede ser mayor.

[i] Se perfila Congreso con dominio de Morena y paridad de género. http://www.excelsior.com.mx/nacional/se-perfila-congreso-con-dominio-de-morena-y-paridad-de-genero/1251585

Toñita, la niña que se opone a los parques eólicos

El Istmo de TehuantepecOaxaca, se ubica en la zona más angosta del territorio Mexicano, la cual presenta desde 1994 la implementación de parques eólicos en la comunidad de La Venta, municipio de Juchitán, pues es el segundo lugar a nivel mundial después de la India,  donde el viento alcanza niveles superiores en la planicie.

En la comunidad se han llevado procesos de lucha y resistencia para frenar los riesgos a la salud tras la llegada de los aerogeneradores, debido a que los químicos (aceites) que desprenden los motores, están siendo arrastrados por el viento, contaminando pozos, lagunas y mares y que a su vez la emisión de luz y el ruido que se genera de las eólicas, han provocado que gran parte de los peces mueran y se alejen de las zonas de pesca.

Toñital es una niña de 10 años que con un grupo de mujeres se organizan y luchan contra la destrucción de su pueblo, desde pequeña comenzó a colaborar en Radio Comunitaria Totopo, la cual, ha sido el medio de comunicación y organización contra los megaproyectos que atentan contra la vida diaria de la región.

 

En sus horas libres después de ir al colegio, inicia su programa “hora de banda”, donde difunde las problemáticas que traen consigo los aerogeneradores y cuenta las experiencias de pescadores que han sido afectados por las empresas eólicas.
Toñita, una niña que se opone a los parques eólicos
En el Istmo, está llegando un grupo que quiere echar a perder nuestro Juchitán, el grupo se llama “Eólicos del sur”.
Algunas personas queremos que paren los ventiladores porque van a destrozar todo nuestro pueblo.
Otras personas reciben 200 pesos y se conforman con el dinero, pero no saben del daño que hacen y cuando ellos se arrepientan, no se va a poder hacer nada, porque los eólicos ya tienen en la mano el poder.

 

Otro grupo de gente, se está organizando y luchando por Juchitán, porque ellos saben de los problemas que traen los ventiladores, y escucho que mencionan que se están muriendo los peces, el ganado, etc.
Lo mismo está ocurriendo con las personas, porque llegó una enfermedad provocada por los eólicos que se llama chikungunya y es muy malo, están muriendo los ancianos de Juchitán.
El mensaje que quiero darle a las personas, es que luchen por sus hijos, sus animalitos, para que los parques eólicos se vayan para que no haya más muerte.
Eso es lo que les comento yo, una niña de diez años que está en contra de esos extranjeros.

Guendazá

Las festividades de la Vela dedicada a la Santa Cruz de los Pescadores en Juchitán, Istmo de Tehuantepec, Oaxaca.

Posted by Revista Alerta Sociológica on Tuesday, April 30, 2019

El teatro no está muerto

En un artículo escrito por Viridiana Eunice, ella se pregunta “¿El teatro ha muerto?”, cuestionando la falta de autocrítica de los teatreros mexicanos ante la escases de espectadores en las salas. Cada vez hay más dramaturgos, directores y actores, pero cada vez hay menos público en muchos de los teatros. ¿Qué estamos haciendo mal? es la interrogante que los creadores teatrales deberíamos hacernos en un ejercicio de saludable autocrítica.

¿El teatro ha muerto? Ni el cine, la radio, la televisión, ni ahora el internet han enterrado al teatro en una profunda tumba; quizás, en todo caso, seremos los propios hacedores teatrales los que le demos sepultura. Porque como expresa Viridiana Eunice “el público se encuentra preparado para ver nuevas cosas en cartelera; quienes no están preparados, al parecer, son todos esos seudoartistas preocupados por ser famosos, vivir del teatro, conseguir una beca, un puesto en una institución. En algunas pláticas con dramaturgos, escucho su preocupación por ser vistos, por sobrevivir al tiempo. Sin embargo su búsqueda es errónea, ya que desean permanecer en él bajo el cobijo de las instituciones y la fama”.

¿Qué estamos haciendo mal?, deberíamos preguntarnos los teatreros, aunque en México la autocrítica no es una de nuestras virtudes ni mucho menos, todo lo contrario, los ataques abundan de unos contra otros; formas de denostar los trabajos de los demás sobran. Por ejemplo, si alguien hace cabaret, se le tacha de hacer obras “para entretener borrachos”. Si se escribe teatro político o social, se le acusa de “panfletario” –no así en otros países-. La comedia y la farsa suelen ser menospreciadas, –a menos que la escriba alguna vaca sagrada de la cultura oficial-. Parece que el único teatro válido y trascendental es aquel que hace cada uno, no el de los otros. Así de deplorable es el canibalismo en el reducido ámbito del teatro nacional.

Desde hace años el Fonca (Fondo Nacional para la Cultura y las Artes) ha establecido un sistema de becas para muchas disciplinas artísticas, incluyendo el teatro. Debido a esto ha habido un incremento notorio de dramaturgos y directores; la duda es si ellos perdurarían y se mantendrían vigentes sin el mecenazgo estatal. Porque antes del Fonca, los hacedores teatrales sobrevivían por su propio mérito y esfuerzo; muchos tenían un trabajo ajeno al teatro, otros daban talleres, conferencias, publicaban libros, se buscaban el sustento pues. Actualmente la mayoría de los becarios gozan de una cómoda paga y se dedican a generar proyectos cumpliendo con los mínimos requerimientos que se les exige; pocas veces promueven sus propias obras, tampoco buscan que estas permanezcan más tiempo en cartelera o se trasladen de un foro a otro para darle continuidad y obtener ganancias. No, la mayoría se conforma con haber estrenado, obtener alguna crítica favorable y dar las pocas funciones que estipula el convenio con el Fonca. ¿Y cuál es su paso siguiente? Solicitar la próxima beca para perpetuarse en el sistema; es su modus operandi y su modus vivendi.

Es así como los multibecarios del régimen viven en su zona de confort olvidándose de que el arte y la creación nacen de la necesidad y la rebeldía, no de una mensualidad y mucho menos tratando de quedar bien con funcionarios, críticos y autoridades culturales para que los sigan subsidiando. Como dice Viridiana Eunice: “Definitivamente el teatro no está muerto. Agoniza para aquellos que se repiten así mismos o aquellos que quieren ser iluminados por falsos soles”.

¿Qué estamos haciendo mal?, deberíamos preguntarnos cuando muchas de las salas de teatro se encuentran vacías o a medio llenar, o cuando a días del estreno se anuncian las últimas funciones. Porque en contraste con el teatro institucional, los productores independientes se comportan de manera opuesta: buscan la mayor difusión para sus obras, utilizan las redes sociales, ofrecen formas creativas para atraer espectadores, todo esto porque desean permanecer en cartelera y captar al público. ¿Por qué? Porque anhelan recuperar lo económicamente invertido; nadie les regala el dinero, como el estado se los regala a los becarios; la producción de los montajes no sale de los bolsillos de estos, sino de fondos institucionales. Por lo mismo, en muchos casos se han distanciado y olvidado del discurso. Abunda y se abusa de un teatro snob, como lo llama Mariano Tenconi Blanco. He ahí uno de los problemas de esta vertiente tan de moda hoy en día llamada posdrama o escena expandida que en muchos casos carece de discurso. Parece que son expertos en “Cómo hablar y escribir en posmoderno”.

Si algo huele podrido en Dinamarca es ese teatro que se ha apartado de los públicos, que no le dice nada a la gente, que cada vez se adentra más en el individualismo y lo personal alejándose de lo necesario, lo urgente y lo universal; un teatro pretencioso destinado a congraciarse con sus colegas, los críticos y los funcionarios, olvidando el verdadero objetivo que es el público. Ojalá nos atacáramos menos los unos a los otros y ejerciéramos una profunda crítica y autocrítica para dilucidar qué estamos haciendo mal. Porque en una ciudad de 20 millones de habitantes hay público para todo tipo de espectáculos; está en nosotros captarlos, reconquistarlos, atraer nuevos espectadores y generar una cultura teatral entre niños y jóvenes tan urgente en estos días, hoy y siempre.

¿Qué estamos haciendo mal? Es algo que deberíamos preguntarnos para hacerlo correctamente, ejercer la sana autocrítica y encausar el camino para que el teatro recobre fuerza y tenga larga vida.

 

Bélgica obtiene el tercer lugar de la Compa del Mundo

Con un marcador de 2-0 la selección de Bélgica obtuvo el tercer lugar de la Copa del Mundo Rusia 2018.

En un partido cerrado, el equipo belga superó a Inglaterra este sábado en San Petersburgo.

Los goles fueron anotados por Thomas Meunier y Eden Hazard. El primero al minuto tres del primer tiempo, mientras que a los 81 minutos llego el segundo tanto del equipo belga.

La final del mundial se jugará este domingo entre el equipo croata y Francia donde se espera un juego cerrado.

En este mundial, Bélgica obtuvo la mejor clasificación en su historia, en el Mundial de México 1986 había logrado obtener el cuarto lugar.

Empresarios mediocres y periodismo

Las discusiones más recientes respecto a la labor del periodismo independiente y los medios libres en México está tomando nuevos cauces; hasta ahora la mayoría de los colectivos de comunicadores independientes se han generado en relación directa con los movimientos sociales y políticos en los cuales participan sus miembros, y ante la necesidad de visibilizar sus objetivos y hacer oposición a las lineas editoriales reaccionarias de los medios convencionales y hegemónicos.

Seguramente este fenómeno no cambiará, por el contrario se incrementará mientras continuemos teniendo medios de comunicación masiva tan alejados del sentir de la población, y tan empeñados en despreciar de modo soberbio a la comunicación ciudadana frente a su auto-denominado “periodismo profesional”.

Originalmente los comunicadores independientes buscaron generar canales para hacer llegar mensajes, esa era la complicación principal, pero a cambio la audiencia necesitada de fuentes alternativas los “encontró”, difundió su propuesta y respaldó su actividad. Ahora los retos son mayores, los canales son fáciles de montar gracias a internet (video, imagen, audio, texto, streaming), pero la audiencia está dispersa, internet es al mismo tiempo una gran cortina de humo.

El reto del periodismo independiente hoy es demostrar que la calidad y veracidad no son exclusivas de las grandes empresas; y que la audiencia pueda tener plena confianza en la información presentada, porque además siguen una agenda más cercana a los intereses y necesidades inmediatas de las personas; algunos lo consideran un proceso de “profesionalización”, lo cierto es que dentro de los proyectos de comunicación independiente se están generando nuevas fórmulas para realizar su trabajo.

No ser objetivo, es lo más objetivo

La objetividad periodística es mentira, es herencia de la escuela más vieja, y positivista de las ciencias sociales, aquella que considera que quien investiga se aísla de su entorno, pero que además tiene una perspectiva única y válida para todos; y que su verdad es incuestionable.

Las corrientes de investigación modernas se han encargado de comprobar que no es posible aislarse de la historia propia, los humanos concebimos y actuamos por cuanto conocemos; por lo tanto el tema, la pregunta y el enfoque que usa un periodista es resultado de su conocimiento y experiencia frente a lo que investiga.

El primer reto para el periodismo independiente es asumir una postura ideológica y manifestar sus objetivos, superar el “informar por informar” todos entendemos la importancia de la información, lo que ahora nos preguntamos es ¿a quién sirve lo que dice este medio?; y si el medio se porta esquivo en este punto genera desconfianza en automático. Es crucial que un medio independiente nos cuente por que nació, como se mantiene, quienes lo hacen, con que movimientos sociales o políticos tiene relación; sin temor al rechazo y sin anonimato.

Aquellos que se ufanan de objetividad son en si mismos los menos honestos. Aunque negar la objetividad no significa por ningún motivo relajarse en la aplicación del rigor periodístico, es básico para el periodismo ciudadano ganar toda la confianza de sus consumidores, con fuentes sólidas, datos precisos e historias contundentes.

El mediocre negocio de los medios

La historia de los medios en comunicación masiva en México está ligada al negocio, y como negocio se han tomado, y se toman las decisiones. Un ejemplo claro de este fenómeno lo observamos ahora mismo con la reforma en materia de telecomunicaciones, los grupos empresariales de la comunicación hacen esfuerzos por retrasar la incorporación de algunas nuevas tecnologías, o por declarar la obsolescencia de otras, según convenga a sus ganancias.

No es para escandalizar, es la naturaleza del capitalismo-imperial, y lo mismo hacen los empresarios en México que en China, Estados Unidos o Cuba. La disyuntiva entre calidad y ganancias no tiene duda para los medios-negocio.

El fin de un medio-negocio es vender, ese es el objetivo y no más; lo demás es sólo la imagen del producto, los típicos slogans del estilo: “comprometidos con la verdad”, “el diario de la vida nacional”, “el que dice lo que otros callan”son frases de mercadotecnia que nada tienen que ver con sus verdaderos objetivos, intereses y comportamientos.

El periodismo hecho por los medios-negocio es mediocre, no tiene convicción ni ética, su interés se centra en resultar atractivo en encabezados, imágenes y diseño y tienen un ejercito de trabajadores para este fin. Mediocre porque no tiene compromiso con el lector, no llega al fondo de los temas, busca invisibilizar a miles de personas para visibilizar al “dirigente”; es prejuicioso, de lenguaje racista, clasista y violento, acostumbra estigmatizar a los movimientos sociales y busca asociarlos con personajes, muchas veces sin pruebas. Un ejemplo de este tipo de comportamientos en un fragmento de la columna de Carlos Loret de Mola del miércoles 9 de abril en El universal:

Identifican además a la activista Rosa Isela Martínez como coordinadora política y financiera de una operación que vincula a los principales líderes del grupo Frente Oriente con políticos como el ex diputado Gerardo Fernández Noroña y el Movimiento de Regeneración Nacional de Andrés Manuel López Obrador.

Los medios-negocio viven tras “la nota” como en una carrera de velocidad, le sacan gran provecho al escandalo, a la violencia y a la desgracia, actúan de manera coyuntural y siguen agendas establecidas en reuniones de empresarios, no de periodistas. Son explotadores de sus empleados, los limitan a mostrar sus capacidades por cubrir asuntos pactados, tienen derecho a deformar, e incluso a invertir el sentido del autor original, y siempre buscarán pagar menos por más trabajo.

Periodismo humano

Frente al escenario del negocio sin escrúpulos el periodismo independiente debe justificar la utilidad social de su existencia, debe desplegar a la ética como su bandera principal y debe disponer de espíritu humanista, de un lenguaje tolerante que posibilite el desarrollo, la democracia, la justicia y la libertad para las personas y pueblos en los que se realiza.

Además debe solidificar y transparentar sus estructuras de financiamiento, esto sumado al párrafo anterior, puede posibilitar que en un futuro cercano los ciudadanos mantengamos de manera directa la economía de nuestros medios independientes, comunitarios o locales de información y entretenimiento.

15 años de Mujeres de Arena

En noviembre del año pasado se conmemoraron 15 años del estreno de la obra de teatro documental Mujeres de Arena. Desde entonces a la fecha ha sido representada por más de 170 grupos de teatro, en diecinueve países, en tres continentes.

“Mujeres de Arena se ha convertido en un himno que recuerda

las vidas que hay detrás de las cifras y la estadística”.

Agnese Marra (Nueva Tribuna, España)

En una tarde del 25 de noviembre, quince años atrás y en el marco del Día Internacional contra la Violencia de Género, las actrices Vanessa Bauche, Carmen Huete, Laura De Ita, Hilda Nájera, Laura Hidalgo y el actor Juan Ríos Cantú llevaron a cabo en el zócalo capitalino una lectura dramatizada de Mujeres de Arena. Posteriormente, las actrices Selma Beraud, Carmen Huete, Marcela Morett, Mercedes Hernández y el músico-actor Jorge Fratta realizaron una temporada en el Teatro La Capilla, abarrotando cada función. Debido a la enorme respuesta del público, se fueron presentando en otros espacios alternativos. Desde entonces a la fecha la obra ha contado con el apoyo de las organizaciones de derechos humanos Nuestras Hijas de Regreso a Casa, el Comité Cerezo y el Comité Pável González, este último un joven estudiante y activista asesinado en la Ciudad de México, a quien está dedicada la obra.

Concebida como teatro documental, la obra cuenta con testimonios reales de una madre, una hija, una prima y una víctima del feminicidio sexual sistémico en Ciudad Juárez. Los testimonios van acompañados de cifras e información al respecto, así como de poemas o textos de varios autores: Antonio Cerezo Contreras, en aquel entonces preso político del estado mexicano, ahora defensor de derechos humanos; la politóloga Denise Dresser; Malú García Andrade cuya hermana fue víctima del feminicidio; María Hope, socióloga y escritora mexicana; Eugenia Muñoz maestra colombiana en la Virginia Commonwealth University; Marisela Ortiz, copresidenta de Nuestras Hijas de Regreso a Casa; Servando Pineda, periodista, ensayista, académico y analista político, y Juan Ríos Cantú, actor, dramaturgo y director de escena.

Al final de las funciones en el Teatro La Capilla, así como en otros espacios donde se escenificó la obra, se realizaron debates con personalidades conocedoras del tema o sobre derechos humanos. Fue así como Norma Andrade, madre de Lilia Alejandra García Andrade, víctima del feminicidio, expresó: “Nosotras no apoyamos estas obras de teatros… ellas nos apoyan a nosotras”. O doña Rosario Ibarra, quien dijo “Estas obras no deberían existir… pero qué bueno que existen”.

Desde aquel remoto 25 de noviembre, la obra se ha multiplicado por diversas latitudes alrededor del mundo, de Nueva York a la Patagonia, y de Londres a Sídney. A la fecha ha sido representada por más de 170 grupos teatrales en varias ciudades de veinte países: Alemania, Argentina, Australia, Bolivia, Brasil, Canadá, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, España, Estados Unidos, Guatemala, Inglaterra, Italia, México, Noruega, Perú, República Dominicana y Uruguay. Es la obra sobre los feminicidios en Ciudad Juárez más representada en el mundo y una de las obras contemporáneas más montadas en la actualidad.

La editorial Los Textos de La Capilla publicó por primera vez la obra, cuyo prólogo estuvo a cargo de Marisela Ortiz. Posteriormente la Editorial Círculo Cultural de Rewdood City, California, la editó en la antología Teatro Documental. Como una excepción, la obra fue reseñada por Ramón Ochoa Estrada en el libro “Dramaturgas chicanas y fronterizas. Semejanzas y diferencias en su teatro“. Por otra parte, el texto ha sido traducido al inglés, francés, portugués, alemán e italiano. Asimismo se ha transmitido por radio, dos veces en Guadalajara, México; una en Montevideo, Uruguay, y otra en Sídney, Australia.

Varios han sido los factores que han contribuido al éxito y a la difusión de Mujeres de Arena. Antes que nada, a diferencia de muchas obras sobre el mismo tema, esta lo aborda de forma testimonial; en los textos no hay ficción sino la más cruda realidad dándole voz a aquellas personas que han perdido a algún familiar, e incluso a una de las víctimas, resultado del máximo exponente del machismo, el sistema patriarcal y el neoliberalismo: el feminicidio sexual sistémico. También ha contribuido que la obra esté registrada bajo la licencia Copyleft (Creative Commons), la cual permite que sea representada por cualquier persona siempre y cuando conserve íntegramente el texto original, no lo haga con fines de lucro ni a favor de ningún partido político, en el entendido de no se cobra por los correspondientes derechos autorales.

Entre algunas curiosidades relevantes, Amnistía Internacional ha apoyado algunos montajes de México, Italia, Perú y Uruguay. Eugenia Muñoz escribió a propósito de la obra “Una orquestación de voces para la consciencia y la justicia”. Se dio lectura de la obra en el “II Encuentro de escritores X Ciudad Juárez (audio)”, celebrado en València en la Casa del Alumno de la Universidad Politécnica, en 2012. En Montevideo, Uruguay, ha habido tres montajes, algunos de los cuales contaron con el apoyo de la ONG Mujeres de Negro. El grupo teatral Maru Jasp realizó un montaje que llevó de gira en diversas ciudades españolas. La Revista Conjunto de la Casa de Las Américas de Cuba publicó un artículo sobre la obra. La actriz y activista social Ofelia Medina hizo una lectura dramatizada cuando se presentó la primera edición del libro en la Ciudad de México. En el presente año, el grupo Donne di Sabbia cumplió once años de representarla en Italia. Como un hecho inédito, en 2017, la obra se escenificó en la cámara de diputados de la Ciudad de México, con la actuación de Malú García Andrade, autora de uno de los textos que se incluyen en la obra.  El portal Nodal Cultura publicó una crónica para celebrar los 15 años de la obra, y Sandra Romero en La Izquierda Diario la calificó como “La más importante denuncia teatral contra el feminicidio”.

Con el transcurrir del tiempo, se ha vuelto habitual que la obra se monte cada año en el marco del Día Internacional de la Mujer, así como en el Día Internacional contra la Violencia de Género. Se ha presentado en grandes teatros, en otros pequeños, en espacios alternativos, al aire libre, en grandes capitales así como en pueblos pequeños y remotos. Ha habido montajes con actrices y actores de renombre, otros amateurs e incluso algunos con personas que nunca se han dedicado a la actuación. Todo esto a pesar de que en México la obra ha sufrido censura por parte de algunos funcionarios gubernamentales, se ha impedido su montaje en algunas ciudades, algunos jurados la han bloqueado en muestras teatrales, y a que algunos integrantes de la obra han sufrido acoso e incluso amenazas de muerte. Sin embargo sigue representándose y lo hará hasta que termine la pandemia de feminicidios, que ya no es exclusiva de Ciudad Juárez, ni siquiera de México -donde se asesina a siete mujeres al día en promedio-, ya que estos crímenes se han extendido alarmantemente a otros países.

Ojalá llegue el día en que esta obra deje de montarse o se haga solo como el lamentable recuerdo de días terribles donde la vida de una mujer no valía nada y donde la corrupción y la impunidad gubernamentales permitieron que se cometieran estos crímenes de lesa humanidad.

La corrupción no es problema de un solo hombre

El mosaico de partidos políticos en México se ha reacomodado en los últimos años. De vivir durante décadas en un sistema donde sólo tres partidos, PRI, PAN y PRD, acaparaban la escena, donde el primero mantenía una hegemonía, pasamos a un abanico de opciones que tienen posibilidades para gobernar. Sin embargo el desprestigio de la clase política ha llevado a descalificar a todos en general. Socialmente se percibe un hartazgo a todo lo que tiene que ver con política de tal manera que a todos se les considere iguales.

Es en ese escenario en el que iremos a las urnas el próximo 1 de julio. Si le hacemos caso a las encuestas prácticamente la elección está decidida: el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia (integrada por Morena, PT y el PES), Andrés Manuel López Obrador será presidente los próximos seis años.

A diferencia de la campaña del año 2000 cuando Vicente Fox ganó esa elección, también con un discurso de cambio, el fenómeno lopezobradorista no ha levantado tanto revuelo como el abanderado panista de aquél año. Más bien las posturas políticas del candidato de la coalición Juntos Haremos Historia generan más dudas que certezas sobre un mejor futuro para el país.

Una de las banderas del aspirante puntero en las encuestas es que va a resolver los problemas del país combatiendo la corrupción y que una vez que llegue a la presidencia va acabar con ésta. El asunto es que sólo dice el qué, pero no dice el cómo. Por sus propias declaraciones, expresadas en reiteradas veces, pareciera que con su sola presencia en la silla presidencial toda la corrupción se esfumará por arte de magia. Es el médico que diagnostica la enfermedad pero no da el medicamento para quitar el dolor.

Se ha comprobado infinidad de veces que con la sola voluntad no se arreglan las cosas. No por el hecho de que el 1 de diciembre tome protesta López Obrador vamos a ser unos ciudadanos incorruptibles. Para acabar con la corrupción se requiere, no la voluntad de una persona, sino tener instituciones fuertes y capaces de procesar a quien cometió un delito. Eso era lo que buscaba la creación del Sistema Nacional Anticorrupción, sin embargo por falta de acuerdos y voluntad política entre el Congreso de la Unión y la administración del Presidente Enrique Peña Nieto no se llegó a designar al titular de esa dependencia, la cual a la fecha continúa acéfala.

El sistema político mexicano fincó sus raíces en dos leyes. Una fue el marco legal, la Constitución, emanada de un movimiento revolucionario que plasmó en 1917 el orden jurídico. La otra fue una especie de legislación no escrita que permitió a la clase dirigente tener manga ancha en sus parcelas de poder de tal manera que pudiera mantener sus privilegios a través de la negociación de la ley. Fue con base en ello que el Estado tuvo presencia en todo el territorio nacional, pues mientras los líderes regionales o locales de las agrupaciones se mantuvieran fieles al régimen no se les restringían sus privilegios. Estas excepciones a la ley se renovaban cada sexenio o cada elección de tal manera que el cambio administrativo y/o generacional permitió mantener esos privilegios durante décadas. El régimen del PRI supo leer muy bien el porfiriato de tal manera que se mantuvo durante más de setenta años con esa dinámica. Así pues, la corrupción se convirtió en el corazón mismo del sistema político mexicano. Los privilegios eran derivados de la lealtad y la disciplina. Fue por ello que con el paso de los años muchos líderes gremiales pasaron de ser unos simples integrantes de alguna agrupación afiliada al PRI, a ser Diputado, Senador o incluso Gobernador de su entidad.

Frente a ello, la postura del candidato López Obrador de con su simple llegada a la presidencia va a acabar con la corrupción parece más que endeble. Es cierto que se debe aplicar la ley, pero ese discurso no es nuevo. Como se sabe, en México por leyes no paramos. Pero se requiere más que eso. Lo destacado del candidato radica en que ha puesto en el centro de su campaña el discurso renovador que ha logrado canalizar el descontento social a su favor lo cual lo mantiene a la alza en las encuestas.

Para acabar con la corrupción se requiere aplicar la ley sin distinción y para lograr esto se necesita tener instituciones sólidas, que no respondan a intereses de grupo o partido. Con un ministerio público dependiente del Ejecutivo será muy difícil lograr una sociedad libre de actos de corrupción. Ya lo demostró el caso de las tarjetas Monex, o las triangulaciones fraudulentas de ex directivos de Pemex a través de la empresa Odebrecht o la Casa Blanca. Es claro que mientras el impartidor de justicia sea juez y parte no se llegará a ningún lado. Pero con la sola presencia de un nuevo presidente tampoco se esfumará la corrupción.

El voto en México

Más de 200 mil mexicanos en el extranjero se registran para votar en las elecciones de 2023-2024

Estamos en la víspera de la elección del próximo domingo primero de julio. Este día se definirá el rumbo que tendrá el país los próximos seis años. A diferencia de las elecciones que privaron en el siglo XX en el periodo pos revolucionario, donde sin la necesidad de ir a las urnas se sabía el ganador, hoy tenemos por lo menos opciones para elegir. Durante el periodo de la hegemonía priista, el candidato del partido del presidente era quien tenía asegurado el triunfo. Ir a votar simplemente era un simulacro pues la elección estaba cantada.

Las reformas de 1996 tuvieron su primer efecto al año siguiente cuando el PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados. Aunado a ello, a partir del año 2000 las elecciones se convirtieron en un momento de indefinición para los contendientes. Fue ahí que se vio la necesidad de hacer cambios a la legislación electoral pues las demandas de la sociedad eran cada vez mayores.

En efecto, la participación de la sociedad civil ha sido la que en buena medida ha impulsado las reformas que han dado otra cara al sistema electoral en México. A partir de los resultados de la elección de 1988 se presentó una especie de despertar de la sociedad que durante años estuvo condenada a soportar las imposiciones presidenciales. Desde luego, en este devenir contribuyó mucho el movimiento estudiantil de 1968, y ya en los años noventa, el surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994 e infinidad de movimientos sociales que impulsaron la creación de reformas.

A partir de ahí han surgido diversas organizaciones que han demandado al gobierno en turno que se escuchen las demandas de la sociedad que van más allá de los partidos, pues con las reformas a la legislación electoral, los partidos se distribuyeron el pastel de tal manera que cerraron a otras opciones que representaran a los ciudadanos. Si bien hubo reformas para permitir las iniciativas ciudadanas o candidatos independientes, éstas estuvieron condicionadas a ciertos requisitos que en muchos de los casos son difíciles de alcanzar para organizaciones con escasos recursos.

No obstante ello, aún hay un largo camino por recorrer pues las reformas solo han cambiado el acceso al poder más no su vigilancia ni su evaluación. Si bien, la reforma de 2014 permitió la reelección de los legisladores todavía no hay un mecanismo para calificar al Titular del Ejecutivo Federal y a los gobernadores, es decir, no existen ni el plebiscito ni la revocación del mandato. Si existieran estas dos figuras los gobernantes, de cualquier signo político, pensarían muy seriamente antes de hacer o aplicar una política pública.

Un día después de la elección

Foto: Mario Marlo/Somoselmedio.com

Los resultados de esta jornada electoral ponen en evidencia el empuje de una sociedad que se abre camino en medio de la partidocracia que se ha encargado de invisibilizar a la y el ciudadano y de supeditarlo a los intereses económicos de las élites que han ostentado el poder público. Esta demostración de la fuerza avasalladora de un electorado que ha expresado no sólo su irritación y hartazgo por toda la felonía de las autoridades, sino que también ha condensado ese deseo de un sujeto colectivo que empuje a un cambio social profundo, es el nuevo capítulo que se escribe desde el reverso de la historia oficial.

La experiencia electoral vivida con mucha pasión e intensidad por amplios sectores de la sociedad, es una demostración de un poder ciudadano que ya no está dispuesto a padecer estoicamente la rapacidad de los políticos. Tampoco está resignado a recibir migajas de los jugosos negocios que realiza la casta de gobernantes corruptos. Están decididos más bien a cuestionar un modelo económico depredador, porque privatiza el patrimonio nacional y despoja a los verdaderos dueños de los bienes tangibles e intangibles de esta gran civilización.

En este contexto, la contienda electoral de este 1 de julio no la podemos catalogar como un fin en sí misma, sino como un medio y una gran oportunidad para empoderar a los electores y enaltecer la dignidad de las mujeres y los hombres que con su trabajo cotidiano cobran conciencia de su papel histórico en la transformación de las estructuras que reproducen la desigualdad y profundizan la injusticia. Es una coyuntura propicia para impulsar la organización de base, para reafirmar las luchas locales y robustecer la autonomía de los pueblos y barrios que defienden sus derechos y sus territorios.

La lucha electoral para las élites políticas sigue siendo el método más efectivo para mantener bajo cierto control a una población que acepta delegar en los candidatos de los partidos políticos sus deseos de cambio. En este modelo de democracia, las urnas son los filtros que permiten a la clase política monopolizar y manipular la voluntad popular. Son también las alcancías donde la población pobre deposita su capital político para volver millonarios a quienes lucran con los cargos públicos. Es una democracia centrada en la papeleta, que sigue viendo al ciudadano y a la ciudadana como un ser que se le puede ignorar y desplazar. En esta democracia el ciudadano y la ciudadana no son aún el motor de la transformación social y política, porque los gobernantes y los partidos políticos siguen siendo los que se erigen como los iluminados del pueblo que toman decisiones, independientemente de lo que opine la gente.

El proceso electivo nos permite calibrar el nivel de conciencia y organización que hay en el electorado, sin embargo este referéndum resulta insuficiente si todo este esfuerzo ciudadano se reduce a sólo depositar su voto en la casilla, la democracia electoral cumple su cometido al emitir los resultados finales de la elección. Esta democracia minimalista trivializa la participación ciudadana porque los partidos políticos valoran más la boleta electoral que al ciudadano y ciudadana de carne y hueso. Lamentablemente la misma población que decidió votar se resigna a dejar en manos de los partidos y los futuros gobernantes el rumbo que tomará el nuevo gobierno. La clase política ha entendido que las boletas son como cheques en blanco que les entrega a la ciudadanía para que ellos se encarguen de cobrar los saldos millonarios de esta democracia, sin rendir cuentas y mucho menos sin entregar estos recursos a quienes son los legítimos dueños de este patrimonio.

El electorado tiene ante sí un gran desafío: construir una democracia de alta intensidad conformada por ciudadanos y ciudadanas sumamente críticas, asumiendo con gran responsabilidad su participación e involucramiento en las tareas orientadas a combatir la corrupción y a desterrar los vicios de la tranza, el contubernio con la delincuencia y el encubrimiento de quienes violentan los derechos humanos. Es un trabajo que no se limita a promover una devoción más hacia los nuevos gobernantes, no se trata tampoco de crear otras clientelas políticas, mucho menos de depositar nuestra voluntad en las autoridades para que ellos decidan unilateralmente lo que supuestamente puede beneficiar a las mayorías. No se trata de quedarse con los brazos cruzados, mucho menos esperar que los milagros sucedan por parte del político todopoderoso y seguir esperando que de arriba llegue la solución de nuestros problemas. La verdadera democracia nos coloca en una perspectiva diferente, más allá de un proceso electivo, nos obliga a ver el futuro forjado con la fuerza y la decisión de quienes han manifestado en unas papeletas que quieren un cambio. Por lo mismo, la expectativa no queda cubierta plenamente con el triunfo del candidato, es apenas cruzar el umbral de un proceso electoral para transitar a un modelo de democracia participativa, esto requiere refundar nuestro papel como ciudadanos y ciudadanas que seguimos relegando nuestro rol como sujetos del cambio. Este tránsito es una coyuntura formidable para favorecer la organización de base y alentar la articulación de los movimientos protagonizados por la clase trabajadora para construir objetivos comunes. No es una tarea sencilla querer modificar una situación que nos ha hundido en el atraso y la desesperanza. La fuerza del cambio no puede reducirse a delegar un mandato a quienes estarán al frente del Poder Ejecutivo y Legislativo sino que tiene que extenderse a los ciudadanos y ciudadanas de a pie que poseen una fuerza indómita para transformar esta situación de oprobio y a modificar las relaciones marcadas por las desigualdad, la discriminación y la exclusión social. Es un llamado para que la población desarrolle su creatividad y genere formas inéditas de organización para resolver los problemas comunitarios, municipales, estatales y nacionales que nos aquejan. Desde ese núcleo de la organización ciudadana se tiene que empujar para que el cambio verdadero pueda ser efectivo empujando desde la raíz para que las nuevas autoridades se sientan obligadas a trabajar de manera conjunta con la sociedad organizada. Esto requiere una organización de forma inmediata, es decir, un día después de las elecciones. Implica preparar este nuevo escenario con una contribución significativa de los diferentes sectores de la población que asumen un rol como actores sociales y no como población destinada a vivir de la beneficencia pública.

¿Qué va a pasar un día después de la elección? Esa es la pregunta obligada que no debe dejar de responder el electorado. La gran mayoría comentará con algarabía que tienen que celebrar el triunfo, como si se tratara de una victoria de la Selección mexicana, donde se olvidan de todo y se entregan a la embriaguez festiva. Lo más importante para el día siguiente es fortalecer los procesos organizativos que se han multiplicado a lo largo y ancho de nuestro país. Se tienen que afianzar las luchas históricas de los ciudadanos y ciudadanas que entregaron la vida para democratizar nuestro país. Se deben ondear las banderas que con gran heroísmo portaron muchas mujeres y jóvenes, que enfrentaron un Estado represor que se obstinó en resquebrajar sus sueños de justicia.

En este México que se desangra son los familiares de las víctimas de la violencia, quienes han marcado un nuevo derrotero en nuestro país, que han desenmascarado el pacto de impunidad que mantienen con los perpetradores cobijados por el mismo aparato de gobierno. México no puede seguir siendo un país de desaparecidos, ni una nación marcada por la violencia y la muerte, tampoco un territorio devastado por el modelo económico depredador, ni una patria postrada ante los interés macroeconómicos y coludida con la macrodelincuencia.

La sangre de los caídos del 68 no puede quedar congelada en los museos ni formar parte de los archivos muertos. Se necesita dar un gran paso a este proceso de justicia transicional. Hay una gran deuda histórica con las víctimas de crímenes cometidos en el pasado que obligan a desenterrar la verdad de las atrocidades de un gobierno impune. Ese régimen autoritario, que siempre ha catalogado como enemigos a los ciudadanos y ciudadanas que ejercen sus libertades sin pedir permiso es el responsable de esta grave crisis de gobernabilidad que nos tiene atrapados entre el fuego de la represión política y de los cuernos de chivo de la delincuencia organizada.

Esta jornada electoral permitió expresar el mandato de las mayorías que al unísono pugnan por un cambio. Se optó por una opción política porque existe un clamor profundo de un pueblo expoliado, cansado de tanto engaño, que ya no está dispuesto a pagar los lujos de los gobernantes rapaces. Esta gran mayoría fue el plebiscito más efectivo para la clase gobernante que le hizo ver su pequeñez ante una voluntad popular agigantada que ahora les demuestra que este resultado inobjetable es la demostración de lo que puede seguir sucediendo un día después de esta histórica elección. No debemos olvidar que la esencia de la democracia no radica en los candidatos ni en los partidos políticos, sino en el ciudadano y la ciudadana de a pie que se organiza y se erige como el torbellino que une la fuerza del pueblo para orientar el rumbo que requiere nuestro país.

Lo que el viento de la elección se llevó

A 32 meses  de que el licenciado Héctor Astudillo Flores tomara protesta como gobernador del estado, de manos de José Antonio Meade, quien llegó en representación del presidente Enrique Peña Nieto, se realizó la elección para presidente de la República. En nuestra entidad la coalición “Juntos Haremos Historia”, encabezada por Andrés Manuel López Obrador superó  todos los pronósticos quintuplicando los votos ante el candidato de la coalición Por México al Frente, Ricardo Anaya y triplicando el número de sufragios al abanderado de la coalición Todos por México, José Antonio Meade.

La elección para senadores también la ganó esta coalición con el 48% de los votos emitidos a favor de Félix Salgado Macedonio y Nestora Salgado García. De los nueve distritos electorales para diputados federales ocho corresponden a la misma coalición y solo el sexto distrito obtuvo la mayoría de votos la coalición Por México al Frente.  Este referéndum nacional alcanzó una votación histórica que llegó a 53%. Es un resultado que ningún candidato a la Presidencia de la República había logrado desde la reforma política de 1977 cuando se dio el cambio de un esquema de partido hegemónico a un modelo pluripartidista. El plebiscito electivo llega justo a la mitad de la administración del gobernador Héctor Astudillo. De acuerdo con la lista nominal del INE existe un registro de 2 millones 506 mil 912 guerrerenses dentro de la lista nominal, de los cuales un millón 18 mil 163 emitieron su voto por Andrés Manuel López Obrador representando el 64.1 de la participación ciudadana.

Las elecciones resultan ser un escaparate en este modelo de democracia electoral, donde los ciudadanos y ciudadanas tiene la oportunidad de expresar en una boleta su preferencia por algún candidato o candidata. Son como las ventanas que permiten ventilar un sistema democrático amurallado por los partidos políticos que tiene como guardianes a los candidatos que logran alcanzar la victoria, erigiéndose como los centinelas de un régimen partidocratico. La irrupción del electorado en las urnas fue una expresión del sentimiento más profundo de la sociedad mexicana. La contracara de esta victoria de los ciudadanos y ciudadanas de a pie es la debacle de los partidos políticos que quedaron desdibujados y disminuidos ante el tsunami mexicano que colocó en la cima del poder a López Obrador. Esta lección que el electorado le dio a los partidos políticos es para obligarlos a cambiar o a desaparecer. No pueden seguir pisoteando los derechos de los ciudadanos y ciudadanas, mucho menos ignorando sus demandas o traicionando sus aspiraciones de justicia. Les han quitado ese aire de grandeza y engreimiento y los han reducido a su mínima expresión. Varios partidos están en la lona y a punto de perder su registro. Hasta ahora están tomando en serio que sin el apoyo de la población pueden desaparecer del mapa político porque sin los electores son un cero a la izquierda.

La jornada electoral colocó a los partidos políticos y a sus cúpulas frente al espejo. Experimentaron lo que significa ser ignorados por la ciudadanía, ser despreciados por su felonía y recibir el castigo ejemplar de la gente que ha tenido que soportar las acciones pendencieras de los políticos y sus acuerdos cupulares marcados por el atraco y el despojo del patrimonio nacional. Es la factura cobrada por el festín que celebraron tanto el presidente de la República como las cúpulas partidistas que firmaron el pacto por México para imponer las reformas estructurales. Los grandes negocios que han hecho al amparo del poder ha significado hambre, analfabetismo, enfermedad, desempleo, violencia y muerte para la mayoría de la población que ha quedado sometida por un régimen basado en la corrupción y la impunidad.

La sociedad ya no tolera a los partidos políticos que se han transformado en parcelas de poder para las elites políticas que actúan como caciques o jefes de tribus, expertos en hacer concesiones políticas a cambio de prebendas económicas. Son los que le han puesto precio a las curules y a los cargos de primer nivel. Hacen alianzas  interpartidarias en nombre de la democracia para mantener negocios turbios. Han trivializado la lucha política partidaria y actúan como mafias de poder para agandallar cargos y cometer atracos al interior de las instituciones que administran, son gerentes sin ética, simples funcionarios llenos de arrogancias que están muy lejos de actuar con una visión de Estado. Sus ambiciones personales les impiden tener una mirada profunda de lo que representa el poder de los ciudadanos.

El hartazgo de la sociedad que tocó fondo en este proceso electoral se debe en gran medida a la corrupción de los políticos, que para la cultura mexicana se han erigido en personajes siniestros porque dicen una cosa y hacen lo contrario; actúan de mala fe, aparentan ser respetuosos de la legalidad pero en la práctica violentan de manera sistemática el estado de derecho. Públicamente se rasgan las vestiduras contra los que cometen delitos y amenaza con aplicar todo el peso de la ley, sin embargo por la vía de los hechos son comparsas de este entramado delincuencial. Se llenan la boca afirmando que tienen un compromiso con la población más pobre, sin embargo el presupuesto público destinado para abatir el rezago social se lo roban impunemente. La corrupción no es un problema que se da en ciertos sectores del gobierno. Es más bien un asunto que está en el corazón de las altas esferas del poder. Varios  presidentes de la República han sido emblemas de la corrupción. Su poder omnímodo los transforma en seres intocables y más bien aparecen como figuras venerables que a la postre tiene infinidad de devotos que siguen su ejemplo. Los gobernadores que han sido encarcelados o que enfrentan procesos penales aparecen como los virreyes de esta cleptocracia. Toman la entidad que gobiernan como su feudo y asumen el rol de jefes de las mafias, toman el control de los negocios lícitos e ilícitos y tienen como sus mejores aliados a las principales organizaciones criminales que asumen el papel de guardianes del régimen.

Otro problema grave que existe en la burocracia gubernamental es que en los últimos 30 años las generaciones de políticos se han formado dentro del caparazón de la corrupción. Los que ocupan los principales cargos están muy lejos de contar con el perfil idóneo, hay una pésima preparación de estos personajes con poder, su único mérito es el compadrazgo y la lealtad política. La ausencia de un servicio civil de carrera da pie para que se siga premiando a quienes mal administran los recursos públicos. No existe un sistema de rendición de cuentas efectivo, todo queda en la simulación y en información maquillada. Es paradójico que en un sistema donde esta tan acendrada la corrupción sean muy contados el número de políticos que son procesados penalmente por estos casos.

El grave problema que se vive al interior de los partidos políticos es que dejaron de ser institutos inspirados en principios ideológicos con un ideario político claro. Con el tiempo en sus enroques con la clase gobernante dieron paso al pragmatismo que devino en una casta de políticos amafiados que tomaron por asalto al partido actuando como una camarilla de delincuentes. Aprendieron a negociar los cargos públicos y a votar por reformas a cambio de regalías materializadas en millones de pesos. Los partidos políticos se olvidaron de los ciudadanos y las ciudadanas, solo se acordaban de ellos en los procesos electorales, por eso les han dado un trato de clientelas políticas que con facilidad pueden comprarles el voto y regalarles tortas o una despensa. La denigración de esta relación con el electorado fue carcomiendo sus mismas estructuras partidarias que desde el interior de los mismos partidos se encargaron de resquebrajarlas para cavar su propia sepultura. Los partidos y los mismos políticos que se asumieron como generales de la tropa han cosechado la hierba mala que sembraron. Sus actuaciones pendencieras y su colusión con grupos delincuenciales los ha puesto contra la espada y la pared donde el veredicto ciudadano los ha condenado por traicionar la voluntad popular. El voto de las y los guerrerenses ha marcado un nuevo derrotero político en nuestro estado. No puede seguir esta situación de violencia que nos desquicia, mucho menos mantener el ambiente de impunidad que es el sello distintivo de las autoridades encargadas de investigar los delitos. Es insostenible encubrir una casta de políticos corruptos y permitir que solo entre los jefes se turnen los cargos. Le ha hecho mucho daño a nuestro estado el poder caciquil, que en la práctica se traduce en el control férreo del presupuesto público y de los grandes negocios privados. Esta forma de gobernar ha sido siempre tomando acuerdo bajo la mesa, consintiendo a los grupos que delinquen y dejando florecer la economía criminal. Hacen faltas contrapesos políticos reales, de representantes de los pueblos que estén dispuestos a dar la batalla para combatir las acciones delincuenciales de quienes están obligados a velar por los derechos de la gente. Las organizaciones ciudadanas y las mismas comunidades se han vista orilladas a tomar carreteras y a ejercer su derecho a la protesta en las vías públicas porque no hay canales institucionales que atiendan sus demandas. Los rezagos sociales que son históricos son parte de esta forma de gobierno acostumbrado al atraco y a la extorsión del presupuesto público. El desempleo que se ha generalizado en la ciudad y el campo es el indicador más funesto de como la clase gobernante se ha desentendido de la clase trabajadora al no implementar una estrategia que aliente la creación de nuevos empleos. Las mismas noticias que dan los políticos sobre los ingresos millonarios por la actividad turística. La población pobre nunca ha sabido que estos recursos se materialicen en beneficios para sus colonias y comunidades, por el contrario lo que sobresale en las dependencias de gobierno son sus deudas millonarias, sus carencias presupuestales y su nula inversión para nuevas obras. Es la población analfabeta, las personas que padecen enfermedades crónico-degenerativas, los jóvenes que no tienen recursos para continuar sus estudios de nivel medio superior, las mujeres que sufren la violencia y la discriminación institucionalizada, los niños y las niñas que tiene que trabajar en las calles y en los campos agrícolas, los familiares de víctimas de desaparecidos y asesinados, los migrantes que son criminalizados, los sectores de la población que son crucificados por este sistema corrupto donde los políticos siguen el ejemplo de Poncio Pilatos de lavarse las manos y de seguir lucrando con el poder público.

La elección del primero de julio es la mejor enseñanza que los ciudadanos y ciudadanas le dan a los partidos políticos y a toda la cauda de personajes que han desquiciado la vida pública y nos han atrapado en el laberinto de la violencia. Es una elección para cambiar el rumbo, un viento nuevo que sopla en favor de quienes a diario salen de su casa para trabajar en la construcción de un mundo más justo. Este mismo viento de la elección se lleva a los partidos políticos y sus camarillas que se olvidaron de un pueblo heroico.