La madrugada del domingo 18 de febrero un grupo de jóvenes y adolescentes fue atacado a balazos en la colonia Buenos Aires en Tlaquepaque; ahí perdieron la vida seis personas, entre estas dos mujeres de 14 y 15 años y cuatro hombres, uno de 14, 15, 20 y 23 años. Un joven de 15 años perdió la vida luego de recibir atención médica en la clínica 46 del IMSS. En total, la masacre generó siete muertes.
El hecho es un reflejo de cómo la violencia armada en México afecta de manera desproporcionada a las niñas, niños y adolescentes, ¿cómo se sienten las infancias y adolescencias de Tlaquepaque? Aquí un acercamiento a sus sentipensares.
Por Alondra Angel Rodriguez / @AlondraAngelR / @ZonaDocs
Foto: Oscar Ríos / @Oscarriosreyes
Las autoridades sugieren que la masacre ocurrida en Tlaquepaque ocurrió por un conflicto personal que generó una pelea y que después derivó en un ataque a balazos; “Estaban aparentemente conviviendo en otro lugar se vienen a este punto y aquí sufren la agresión”, comentó el Fiscal General de Jalisco, Luis Joaquín Méndez.
Dicho punto era la intersección de las calles Venustiano Carranza y Santiago de Liniers en la colonia Buenos Aires, esto en las cercanías del Cerro del Cuatro en Tlaquepaque, zona en la que existe un cuartel de la Guardia Nacional.
Al hacer énfasis en que todo se debió a un conflicto cuyo origen fue una fiesta en un bar, ubicado en Avenida 8 de Julio y Santa Lucía en la colonia Nueva Santa María -a unas cuadras de donde ocurrió el multihomicidio-, la Fiscalía omite señalar que el municipio de Tlaquepaque se ha visto envuelto por una violencia extrema que en lo que va del año ha registrado 33 asesinatos de acuerdo a la Plataforma de Seguridad de Jalisco.
La muerte de estas siete personas, cinco de ellas adolescentes, ocurrió por una serie de disparos que recibieron desde un automóvil que se aproximó para dispararles a quemarropa. Las edades de quienes perdieron la vida en el lugar son dos mujeres de 14 y 15 años; cuatro hombres de 14, 15, 20 y 23 años. En el hospital, horas más tarde, falleció otro adolescentes de 15 años.
Estos hechos también ocurrieron en el marco de la incorporación de mil 200 agentes de la Guardía Nacional que llegaron a este municipio a inicios de febrero.
En diversas colonias en los alrededores del Cerro del Cuatro, infancias y adolescencias han padecido múltiples violencia, las cuales impiden el libre goce de sus derechos humanos. Tras el multihomicidio, ocurrido el 18 de febrero, salimos a preguntarles su sentir.
“Me siento un poco triste porque eran chicos como yo, tal vez fue un mal entendido y terminó en algo muy malo que no debieron haber vivido, siento que no estoy seguro porque si les pasó a muchachos que tienen mis años lo siento como algo más cercano”, comentó Juan, un adolescente de 16 años.
Para algunas organizaciones como Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) es necesario destacar que la violencia armada contra niñas, niños y jóvenes en México incluye amenazas, lesiones, feminicidios y desapariciones, lo que se encuentra sumamente enraizado a las estructuras sociales y culturales que acrecientan aún más la desigualdad y la discriminación en México.
“Me siento asustada porque yo soy de su edad y normalmente se ven casos así como de gente más grande, pero pues son niños, lo siento como algo aún más cerca de mí”, comparte Camila, adolescente de 16 años.
Esta masacre ocurre bajo el contexto del fracaso en la estrategia de seguridad pública, la cual “ha privilegiado a la militarización de la seguridad pública del país, lo que ha llevado a un alto costo humano”, así lo considera Juan Martín Pérez, coordinador de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe.
“Yo ya había vivido cosas como estás… similares, pero era gente mayor… esto me hace sentirme muy insegura que muchachos como yo hayan muerto tan cerca de sus casas y de la gente que los conocía”, confiesa Lizet, adolescente de 15 años.
Juan Martín Pérez de Tejiendo Redes Infancia agrega que la actual estrategia de seguridad no aborda de manera efectiva las causas que abonan a la violencia y que está sustentada en el negocio multimillonario de redes de complicidad criminal de funcionarios, militares y políticos corruptos.
En ese sentido, el experto considera crucial el desarrollar e implementar programas de prevención comunitaria donde se involucre a los adolescentes y a los jóvenes, pero también a las familias y líderes comunitarios para, así, todos contribuir a la construcción de entornos seguros y resilientes.
Estos programas, agrega, deben fomentar la cultura de paz y la cohesión social, ofreciendo alternativas positivas a la violencia y oportunidades para el desarrollo juvenil, acciones encaminadas a cumplir con el mensaje principal del Día internacional de la Educación promovido por la UNESCO, celebrado el 24 de enero pasado.
“Es esencial integrar la educación para la paz en los currículos escolares, promoviendo valores de respeto, tolerancia y diálogo. Las campañas de sensibilización pública pueden ayudar a cambiar las normas sociales que normalizan la violencia y reforzar el respeto por los derechos humanos”, añade Juan Martín Pérez.
A esta propuesta, Yesenia de 14 años también considera que sería necesario:
“Estaría bien hacer actividades o eventos que más que nada tengan a los jóvenes como entretenidos en otras cosas, que aprendan y los saquen de su entorno que tal vez no está bonito”, expresa Yesenia, adolescente de 14 años.
Es necesario reevaluar y reformar la estrategia de seguridad pública, buscando alejarse de la militarización para encaminarse hacia enfoques basados en los derechos humanos que aborden las causas estructurales de la violencia, pues para adolescentes y jóvenes ver militares en la zona, más que seguridad les provoca miedo.
“Varias patrullas de Guardia Nacional han estado en la zona y más que seguro me hacen sentir con miedo, porque es sinónimo de que ya está pasando algo más fuerte y porque ya van varias semanas que pasan cosas así otra vez”, comenta Cristian, adolescente de 15 años.
A ello, también señalan la poca información que se tiene o se les brinda para que puedan entender qué está pasando y por qué hay militares cerca de sus casas.
“He visto una diferencia porque por mi casa a estado pasando el ejército, policías y retenes en las calles y es algo que no se veía normalmente, después de eso se ha visto más movilidad en eso, no sé si eso quiera decir que algo más feo está pasando y esto sólo es el principio”, explica Victoria, adolescente de 15 años.
También, se debe tener presente que las víctimas, en el caso de este mutihomicidio, fueron adolescentes y jóvenes, lo que -conforme los testimonios recabados- los hace pensarse como futuras víctimas en un contexto que sólo por un rato estará vigilado.
“No creo que hagan nada para cambiar la situación, nomas van a venir a revisar un rato mientras esto está fresco, pero después no van a hacer nada, va a seguir igual”, concluye Saúl, adolescente de 17 años.
Finalmente, Juan Martín Pérez considera necesario también implementar procesos de justicia transicional que aborden las raíces de la violencia y promuevan la reparación para las víctimas es fundamental. Lo anterior incluye la búsqueda de la verdad, una rendición de cuentas para los perpetradores y la garantía de no repetición de los actos de violencia, lo que supone no reducir esta masacre a un conflicto personal ocurrido por una pelea generada en un bar.
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