Un profesor de la Universidad Autónoma Chapingo vio truncada su carrera por defender el arte como herramienta de transformación social.
Por Cristóbal Armando Vanegas Soriano
Oaxaca de Juárez, México. 9 de noviembre de 2022. Museo de los Pintores Oaxaqueños. José Luís llega temprano a la cita oaxaqueña. Está muy emocionado y no es para menos. El lobby de aquel sitio luce abarrotado; son los organizadores, autoridades y las comitivas que acompañan a los autores de las obras seleccionadas para participar en la VII Bienal Nacional de Artes Gráficas Shinzaburo Takeda, uno de los certámenes más importantes de México en cuanto a gráfica se refiere. Feliz, con esa sonrisa inmensa que le caracteriza, ve llegar a aquellos amigos y colegas que decidieron acompañarlo y celebrar este reconocimiento. José Luís Contreras Ferrat, 42 años, artista plástico por la Universidad Nacional Autónoma de México y profesor desde el año 2008 de los Talleres Culturales y Artísticos de la Universidad Autónoma Chapingo, no tiene idea de lo que se avecina, cuando en menos de un año su vida dará un giro gigantesco, al verse en medio de una serie de disputas políticas que le dejaron sin trabajo, acosado laboralmente y con su carrera de profesor hecha añicos.
Cuando llegó a Chapingo en 2008, corrían otros tiempos. José Luís se incorporó a la docencia en esta universidad apenas terminó la carrera en la antes llamada Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM. En un inicio cayó con el pie derecho pues siempre fue un tipo amable y participativo, y tenía además un montón de energía juvenil que utilizó para acondicionar el espacio con material de su propiedad y así poder cumplir con sus clases. Todo para cumplir su sueño guajiro: lograr con una transformación pedagógica a través del arte. Era consciente de que Chapingo es una universidad enfocada a otros rubros, pero en la que el arte corre por las venas. No el arte snob de las élites, no. Más bien el arte cómo un agente que revoluciona las mentes y detona la conciencia social. No son casualidad los murales que Diego Rivera y sus ayudantes plasmaron en la salón de actos de la Universidad de Chapingo y que son símbolos evidentes del pensamiento socialista y agrario.
Desde aquellos tiempos José Luís estaba convencido de que el arte brinda herramientas humanistas que potencian a las sociedades. Por eso se involucró en cuerpo y alma desde un principio, convirtiéndose en una figura reconocida por sus superiores, compañeros y sobre todo sus alumnas y alumnos. Siempre inquieto, no limitó sus actividades a la docencia, participó también en investigación académica, en los mecanismos de gobierno, en la vida sindical y en la gestación de canales de difusión artística. Organizó festivales culturales y exposiciones en la universidad y así fue generando para sí mismo una estabilidad que parecía bastante sólida. Dejó su bunker artístico en la Ciudad de México, su taller por los rumbos de Xochimilco y se animó a solicitar un crédito para comprar una casa en Texcoco, misma que a la fecha sigue pagando, para mudarse al oriente del Estado de México.
Mientras tanto la Universidad Autónoma de Chapingo daba algunos vuelcos en su organización. Volvamos a ese año 2022, curiosamente en las mismas fechas en que José Luís anda en Oaxaca mostrando su obra pictórica. En Chapingo todo se está moviendo: el 6 de octubre es destituido el rector José Solís Ramírez en medio de un conflicto muy fuerte, que divide a la comunidad universitaria. Mediante algunas estratagemas ilegales y alegales, (una cuestionable votación a mano alzada en una asamblea convocada por WhatsApp y sin notificar a la comunidad universitaria por los canales institucionales) es impuesto un rector interino de nombre Ángel García Garduño, quién de inmediato es acusado por un sector académico de ser muy cercano a la agrupación Priísta Antorcha Campesina. El rector en funciones desconoce esta asamblea y cada uno se declara la única autoridad. Desde octubre de 2022 y hasta finales de abril de 2023 hay dos personas distintas que se ostentan como rectores de la Universidad Autónoma Chapingo, en paralelo. En medio de este conflicto queda un grupo de profesores que cuestionan proceso y piden un alto a las irregularidades, pues consideran que nada se llevó acorde a los mecanismos democráticos establecidos en los Estatutos Universitarios. Piensan que una votación a mano alzada no es válida para la toma de acuerdos, pues el voto debe ser libre y secreto o se origina coerción e intimidación. Máxime, si cómo dicen algunos, durante meses anteriores se expidieron cientos de credenciales de estudiantes a miembros de Antorcha Campesina y estos fueron quienes votaron al rector Garduño en aquella asamblea whatsapera.
La indefinición sobre quién es el verdadero rector, o al menos quien tiene capacidad real de gobernar la universidad, se prolonga hasta mediados de abril de 2023, fecha en que es designado oficialmente Ángel García Garduño. El saliente José Solís Ramírez desaparece de la escena pública y en medio quedan todos aquellos que protestaron por la ruptura de los Estatutos Universitarios. El personal de los Talleres Culturales y Artísticos fue uno de los más beligerantes y queda en el ojo del huracán. A los pocos días de que Garduño asume el cargo oficialmente se hace evidente el ánimo revanchista de las nuevas autoridades hacia quienes cuestionaron el método de elección. Se incrementa el acoso sistemático para estos profesores incómodos, primero con acciones mínimas y casi intangibles: Se les niega material básico para desempeñar su trabajo, insumos de limpieza para el acondicionamiento y sostenimiento de sus espacios y hasta el papel de baño. El acoso laboral va escalando: se les bloquea el uso de presupuesto mediante una híper burocratización que imposibilita lograr llegar a este. Se reducen drásticamente las partidas para presentaciones de los talleres, exposiciones, cursos de capacitación y conferencias, y se les bombardea sistemáticamente con oficios solicitando centenares de tareas extras, ajenas a su área laboral. A la par, y en un ánimo francamente represivo e intimidatorio, se colocan multitud de cámaras de videovigilancia en los distintos espacios de los Talleres Artístico y Culturales.
Las vacantes en la Universidad son cubiertas por personas sin preparación adecuada, pero afines al rector Garduño y al movimiento Antorcha Campesina. Desde octubre del 2022 a hasta abril de 2023, 83 nuevos trabajadores, no adheridos al contrato colectivo de trabajo, se incorporan a las actividades laborales en el campus universitario bajo la figura de personal de confianza, como consta en la propia página de transparencia de la universidad. Estas contrataciones atípicas y fuera de norma encienden los ánimos. Los Talleres Culturales se mantienen en resistencia pacífica mientras ven como los espacios son ocupados gradualmente por los advenedizos. “Fue una embestida brutal” en palabras del Profesor Salvador Diaz Sánchez. Y es que a partir de abril el nivel de las agresiones que padeció la Academia de Profesores de Talleres Culturales de Chapingo creció exponencialmente. El día 25 de abril las instalaciones de los Talleres Culturales son allanadas por parte de funcionarios abiertamente Antorchistas, violentando al personal de los Talleres Culturales. La jefa de ese Departamento, Rosa Ivette Tapia Silva, es despojada de su cargo luego de que un grupo de trabajadores comandados por el director de Administración, Jorge Torres Bribiesca y la directora de Difusión Cultural, Tania Pérez Buendía, ingresa a su oficina rompiendo las chapas para apoderarse de su espacio de trabajo y despojarla ilegalmente de su puesto. En su lugar es nombrado jefe del
departamento el Maestro José Rodrigo Alonso Sánchez, muy allegado al rector Garduño. Aquí es necesario apuntar que los profesores que integran la Academia de Talleres Culturales cuentan con un mecanismo interno de elección de su dirigencia y de sus representantes y este siempre fue respetado desde la fundación del departamento tres décadas atrás.
La cacería de brujas comienza y los lugares de los trabajadores salientes son ocupados por gente de Antorcha Campesina, quienes van llenando los huecos que dejan los despidos injustificados. Al interior de los talleres culturales la calma es tensa, pero todos saben que sus puestos de trabajo no están seguros. Las protestas continúan por varios meses, mientras que la intransigencia de Rectoría se hace cada vez más evidente. Los profesores reciben sanciones fuera de protocolo por cualquier motivo. Hay profesores amenazados concretamente por haber acudido a una comida sindical o por presentar algún retardo en sus clases. Las notificaciones de despido empiezan a llegar una por una y se vuelve notorio que rectoría está utilizando al Departamento Jurídico como un arma más en sus actos de intimidación.
Pero José Luís ni siquiera puede participar en las protestas, aunque comparte a plenitud la causa. Su mamá está enferma en la Ciudad de México y él se concentra en sus cuidados. En estas circunstancias un conocido de un conocido le hace llegar un mensaje que viene desde arriba: “acércate a la nueva dirección del departamento para que te ayuden con presupuesto”.
Claramente están buscando esquiroles, personas que volteen bandera, y él no quiere ser uno de ellos. Le hace saber al conocido del conocido que no está interesado y que no va a traicionar a sus compañeros. Esta decisión le pone en punto de mira. A partir de ese momento las baterías de rectoría se dirigen hacia él y se lo hacen saber, también desde lo oscurito, con recados, cargándole la mano con mil y un trámites y hasta con el hostigamiento y acoso del personal de vigilancia de la universidad que repentinamente incrementa su presencia y rondines en el taller del profesor José Luís y de otros profesores. Los disidentes se organizan y protestan ya abiertamente. Colocan lonas al exterior de la universidad, mismas que son retiradas por personal de vigilancia, mientras que quienes volantean son reprimidos y despojados de la papelería con que se manifiestan.
La mamá de José Luís fallece en mediados de este mes, en el hospital Chapultepec, en la Ciudad de México. Él debe trasladarse a la capital para ocuparse de los trámites del hospital y otros asuntos legales relacionados con el fallecimiento de su madre. Su padre también requiere de su compañía y José se divide en dos para poder cumplir con sus clases en Chapingo y atender a su padre. Su trajín se vuelve muy pesado y desgastante, hasta que en una ocasión no llega a tiempo a la clase de la tarde. Avisa a sus alumnos, pero esta única ausencia basta para que a los pocos días reciba un escrito del departamento jurídico en el que se le comunica que está bajo investigación. Posteriormente le comunican que queda desligado contractualmente de la universidad por haber violado los reglamentos. Él se niega a recibir el aviso y el jefe del departamento irrumpe agresivamente en su taller con personal de seguridad. José Luís es custodiado fuera de las instalaciones de la Universidad con uso de violencia mientras el rector pasa casualmente por ahí en su auto, con la ventanilla baja, una gran sonrisa y diciéndole directamente y en voz alta “Échale ganas”.
José Luís no tiene permitido acercarse a recoger su material de trabajo. Sus pinturas, caballetes, paletas acumulados por años y adquiridos con su propio dinero quedan dentro de su taller, asegurados por la Universidad. Él busca asesoría y el Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad Autónoma Chapingo le brinda asistencia y consejos para encontrar alguna solución. Consciente de que sus derechos están siendo vulnerados acude a la Junta de Conciliación y Arbitraje. Según queda establecido en el contrato colectivo, cualquier falta o ausencia debe ser sancionada mediante una serie de amonestaciones verbales, de las que él no tiene ninguna y cuando la situación lo amerita se debe pasar a las amonestaciones escritas. Quienes decidieron sacarlo a patadas de la universidad se saltaron todos estos protocolos laborales, así como los mecanismos de protección al trabajador. La Junta de Conciliación hace su parte, pero las autoridades escolares no se dan por enteradas, pese a la recepción de citatorios. Desde el otro lado, desde los aposentos del Rector Garduño y mediante recaditos, le hacen saber que haga lo que haga y haiga sido como haiga sido ya perdió al trabajo. Y que mejor ni le mueva.
El pasado jueves 23 de noviembre se llevó a cabo una sesión más de intermediación en la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje. A esta cita llegó personal jurídico de la Universidad por un lado y José Luís acompañado de sus abogados. El conciliador preguntó a los representantes de la Universidad si tenían una propuesta y estos respondieron que no. Pero que necesitaban preguntarle si había decidido aceptar la autoridad del jefe del departamento, el Maestro José Rodrigo Alonso Sánchez. José Luís no lo pensó demasiado y respondió que sí. Ya fuera de las instalaciones de la junta un jurídico de la Universidad se acercó a José Luís con una actitud totalmente diferente, incluso amable. Le dijo que dado el cambio en su postura podían llegar a un acuerdo. “La siguiente semana te hablo para ver cómo nos arreglamos”. Al principio José Luís lo tomó a bien. Parecía una salida al final del túnel. Seguramente le ofrecerían restitución y pago de los salarios caídos. Alguien cercano a él le dijo que era una buena noticia y que debería aprender de la experiencia. Esto lo dejó pensando y lo tuvo intranquilo.
Ayer hablamos por teléfono. Me dijo que decidió continuar con una demanda hasta dónde tope, asistido por el personal jurídico del Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad Autónoma Chapingo. Le pregunté por qué y me respondió con serenidad.
“Me quedé pensando varías noches y es verdad que tengo que aprender de esta experiencia. Ellos cometieron un delito, violaron mis derechos, me acosaron laboralmente y ahora resulta que hasta tengo que agradecer. Si algo he aprendido, de todo corazón, es a no permitir que los poderosos me pisoteen.”
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