Por Citlali del Rocío Morán Ramos
A lo largo de cinco días, jóvenes estudiantes de artes e integrantes del Taller Artístico Comunitario (TAC), en el centro de Oaxaca, se dieron cita en las comunidades afrodescendientes de la región para enaltecer la cultura afrodescendiente con su proyecto “Pintando con y para los pueblos negros”. Las actividades se llevaron a cabo en Santiago Tapextla, Santa María Cortijo, El Ciruelo, Corralero y Río Grande.
En Santiago Tapextla, conforme avanzaban las pintas en los muros, el color cobró fuerza para representar a muchos de los lugareños realizando sus actividades cotidianas: niños jugando, mujeres cargando flores o cocinando; hombres pescando y rostros de mujeres en los que se resalta la belleza mulata. Los jóvenes plasmaron en los murales imágenes de la vida diaria y, con ello, trataron de homenajear a los habitantes de la comunidad. Sin embargo, alguien les cuestionó “¿para qué pintan negros? Aquí los vemos todos los días.” Y, es que, representar lo que es ser negro y afrodescendiente también implica hablar de discriminación.
Este tipo de percepciones no son exclusivas de una comunidad, en Santa María Cortijo una niña dijo “yo soy blanca; no estoy negra”, en respuesta a otro niño de unos escasos 8 o 10 años. Es notorio cómo dentro de las comunidades afrodescendientes las características físicas, como el tono de piel y los patrones raciales, parecen tomar relevancia central como elementos que homologan o distinguen a unos de otros.
Las experiencias parecen distintas en El Ciruelo. En esta localidad integrantes de la comunidad participaron en la representación de la “danza del petate” un ritual que unifica y reivindica la pertenencia a un lugar de ascendencia afro. Actividades como éstas tienen repercusiones positivas en el lugar; la relación entre los habitantes se percibe menos competitiva que en otros sitios, es distinta. Este ambiente tiene que ver con la labor del Centro Cultural Cimarrón, un centro que lleva veinticinco años trabajando en diferentes comunidades desde la resistencia cultural y a través de distintas técnicas como el dibujo, la pintura y el grabado.
En la comunidad del Corralero destacó la participación de los niños: se les observaba pintando y participando; se integraron a la pinta de murales con los jóvenes artistas y, de pronto, todo ese espacio les pertenecía.
El Taller Artístico Comunitario se creó hace tres años a partir del trabajo de Celeste Santiago, Eric Pozos, Alex José, Mariana Guzmán, quienes han evolucionado a lo largo de este tiempo en la praxis de su quehacer artístico. En esta ocasión participaron también alumnos de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca que han tenido la oportunidad de formar parte de del TAC.