Niños, Niñas, jóvenes y adultos; señores y señoras, todos y todas bailando a diferentes ritmos durante todo el día, sin importar el calor de la media tarde ni el frío de la noche. La música del festival Resonancias Del Caracol 40-30-20 que se realizó para festejar el aniversario del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, (40 años de su fundación, 30 de la guerra contra el silencio y 20 de la fundación de los caracoles) seguramente retumbó hasta las selvas de Chiapas para hacerles sentir el amor y la camaradería de los y las compañeroas solidarios y solidarias de la Ciudad De México.
Por José Meza / @Somoselmedio Fotografías: Concejo Indígena de Gobierno y otras luchas
Sábado 18 de noviembre del 2023, Ciudad de México.- Son las 12:00 pm y el campo de fútbol del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) comienza a recibir a la gente. El sol apenas da tregua con las pequeñas sombras de las gradas que se proyectan. Colchonetas y mantas, al igual que gorras y sombreros con estrellas rojas, se ven por doquier. El calor azota fuerte, pero eso no impide que las compañeroas disfruten del festival, de la resistencia.
Las cumbias de las MUSAS sonideras ya ponen a bailar a los espectadores. Desde la mesa donde están las tornamesas, cuelga una bandera negra con una estrella roja de cinco picos bordada, bajo la cual se leen las siglas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). “Esta sí que es cumbia”, dicen las Musas Sonideras y luego dejan sonar una canción de Celso Piña. Una pareja se anima y abre la pista de baile. La tarde apenas comienza y pinta bien; rebelde y divertida.
Los puestos de La Mercadita, montados desde temprano, ofrecen fanzines, gráficas, stickers y ropa, la mayoría relacionada con el EZLN. En el puesto del Rincón Zapatista CDMX, Mateo y sus compañeras atienden a los visitantes. Mateo nos cuenta que el rincón zapatista es un espacio de apoyo a la comisión sexta del EZLN, donde se venden productos hechos por los compañeros y compañeras, y que toda la recaudación va para las comunidades zapatistas. Destaca la importancia de acercar la ideología del zapatismo a las ciudades para aprender de su organización y trabajo, con el fin de rearticular la sociedad.
Otro puesto destacado es el de Hijas de la Luna, Gráfica, donde Ekanna, integrante del colectivo, nos habla sobre el proyecto. Conformado por mujeres mexicanas, utilizan distintas técnicas de grabado para crear arte enfocado en los movimientos sociales, especialmente en los zapatistas y los feminismos. Sus grabados, tan buenos como rebeldes, crean conciencia a primera vista; demandan muchas cosas a través del arte. Pueden encontrarse en sus redes sociales o en distintos espacios autónomos de la ciudad.
De pronto, del escenario, suena la voz potente de Leiden, que atrae al público. Mexicana-cubana, con ritmos que van del folk al canto nuevo, hace que todos muevan la cabeza tierna y lentamente. La artista conecta casi de inmediato con el público, gracias a su voz hipnótica. Antes de tocar el tema “Hasta salvarnos”, comparte un mensaje sobre sus letras y su compromiso con la crítica social “Hasta que la dignidad y la justicia se hagan costumbre”.
Después de Leiden, el hambre ataca a los y las compas, que buscan algo de comer en La Mercadita. Largas filas se forman en los puestos. Hamburguesas de falafel, tostadas de ceviche de champiñones, cemitas de zetas empanizadas; variados y alternativos, los platillos se venden a precios justos. Jama y Mar venden cemitas, refrescando a la gente con pozol y saciando sus hambres con cemitas bien preparadas. Todo lo necesario para seguir cantando, bailando y festejando la Alegre Rebeldía de nuestros compañeros y compañeras Zapatistas.
Más pronto que tarde, todos corremos con nuestros alimentos hacia el escenario, pues Zeiba Kuicani y La Mala Mata ya han comenzado. Zeiba lanza versos con mensajes de conciencia, rimados con tal maestría que parecen pájaros en busca de libertad. La banda acompaña los versos con notas musicales que florecen entre los dedos, los ojos y las cuerdas. La danza aumenta, los pies se desprenden de la tierra y chocan contra ella una y otra vez, levantando polvo como en el laboreo del campo.
Un integrante de La Mala Mata extiende una manta con la leyenda “Miguel Peralta, Libertad. Alto a la persecución política”. Zeiba toma el micrófono para leer un comunicado exigiendo, junto a los presentes, la libertad de Miguel Peralta, compañero mazateco de la comunidad de Eloxochitlán, Oaxaca, perseguido por defender la libertad del pueblo. En 2015 fue preso político con cargos falsos. Liberado tras cuatro años, en marzo de 2022, Miguel fue nuevamente condenado a 50 años de prisión por más cargos falsos. Zeiba pregunta “¿Qué quieren los presos políticos?” y todos respondemos “¡Libertad, libertad, a los presos por luchar!”.
A las 3:00 de la tarde el sol se esconde un poco. La sombra rodea el escenario y todos se acercan para ver a Botellita Retornable. Francisco Barrios, “El Mastuerzo”, se posiciona en el centro del escenario y explica que Botellita Retornable es el renombre de la banda Botellita de Jerez, rememorando los viejos tiempos de rock urbano. Con su léxico único de barrio, Botellita llena de risas y cantos el estadio.
La noche dibuja su manto y con ella llega el Fandango. Los Cojolites suben al escenario, contagiando su energía al público. Suenan las jaranas y las décimas; el zapateado y los gritos invaden todo. Los y las compas zapatean sin miedo, la tierra se levanta, formando nubes en el aire. Los Cojolites siembran flores en cada uno de nosotros, invitándonos a sembrar flores y buscar amores. La Alegre Rebeldía se refleja en las sonrisas de todos. La rabia se transforma por un momento en danza y fandango.
Al terminar Los Cojolites, dos mujeres con vestidos originarios de la comunidad Otomí suben al escenario. Sosteniendo una bandera del EZLN, cubren sus rostros con pañoletas rojas. Son las Mujeres de La Casa de Los Pueblos y Las Comunidades Indígenas “Samir Soberanes Flores”, que leen un mensaje solidario con los compañeros y compañeras del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y anuncian la liberación de Manuel Gómez Vázquez, base de apoyo zapatista, tras demostrarse su inocencia. La gente celebra que, al menos una vez en nuestro país, se ha hecho justicia.
Después del mensaje de la comunidad Otomí, el staff monta instrumentos prehispánicos en el escenario, término luego corregido por uno de los integrantes de Los Cogelones. Con una ocarina, un huehuetl y un yatecocoli, guían al público en un slam. Todos nos bañamos en tierra, que se desprende del suelo y se eleva al cielo como una ofrenda. Esta banda enciende a la gente mezclando punk y rock progresivo con ritmos de danza mexica interpretados con sus instrumentos prehuatemécnicos, término utilizado por aquel integrante que reivindica la importancia de nuestras culturas originarias ancestrales. La gente observa el slam con ansias de participar. De pronto, todos estamos ahí, chocando unos con otros, danzando entre risas y cantos.
Después de su presentación, los integrantes de Los Cogelones atendieron personalmente el puesto donde vendían mercancía. Allí tuve una breve pero cálida charla con algunos de ellos. Esta charla, tan breve como fructífera, abordó temas como el alcoholismo y las adicciones en el pueblo y los barrios, y su estrecha relación con los estragos del capitalismo. Hablamos del cansancio de quienes trabajan de sol a sol sin ser dueños de su fuerza de trabajo; de aquella gente fatigada y fastidiada que busca en la bebida o en otros vicios un escape al estrés cotidiano vivido en las periferias y barrios sometidos por las ciudades y su destrucción.
La noche cayó con su oscuridad, pero el frío no fue impedimento para seguir bailando y gritando consignas de rebeldía y resistencia. El escenario se llenó nuevamente de versos, esta vez con el Rap de Morras que tenían mucho que decir, alzando la voz entre bases de Boom Bap y Reggaetón. Primero apareció Audry Funk, recibida con aplausos y entusiasmo. Con voz precisa, demandaba justicia a través de sus rimas. Luego vino la sorpresa: la intro de “Reina del Caos” de Rebeca Lane, quien subió al escenario avivando aún más el ánimo. Entre sus letras, Lane impartió una lección de descolonización, feminismo y libertad. Todos alzamos el puño y lo agitamos al aire, moviendo las cabezas al ritmo de la música porque la lucha, la rebeldía y la resistencia también se bailan.
Para cerrar, el rapero Lengualerta retomó las enseñanzas de rebeldía y conciencia con sus letras. Desafortunadamente, la noche avanzaba hacia la madrugada y muchos tuvimos que partir antes de que el transporte cesara. En las micros, las conversaciones sobre el EZLN continuaron, así como la lucha que persiste y persistirá. Este festival fue un gran ejemplo de autonomía, autoorganización, rebeldía y resistencia, valores y costumbres que, poco a poco, aprendemos más del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Desde aquí, con baile y alegre rebeldía, les enviamos todo nuestro apoyo.
Desde el equipo de Somos el Medio, agradecemos a los compañeros de los diferentes colectivos que hicieron posible tanta alegría, danza, baile y resistencia en esta edición del festival Resonancias del Caracol 40-30-20. Igualmente agradecemos a todos los artistas que nos contagiaron de baile y canto. Un agradecimiento especial para quienes asistieron y, con su contribución monetaria y cariño, apoyaron al EZLN en este feliz aniversario.
¡La lucha sigue, combatiente zapatista!