CDMX, 10 de agosto.- El pasado 3 de agosto el presidente electo Andrés Manuel López Obrador recibió en su domicilio particular al excandidato José Antonio Meade Kuribreña. Podemos ofrecer dos lecturas al respecto. Una primera es que muestra un ritual de cortesía y diplomacia de parte del virtual presidente. Pero más allá del buen gesto de ambos existe otra segunda lectura que podemos ofrecer: el de la petición y la disculpa. Se trata de un ritual político que puede leerse como una manera de corresponder de parte de AMLO al reconocimiento público que hizo Mead después que los resultados de la votación, contabilizados hasta ese momento del 1º de julio, favorecieron al virtual presidente de la república mexicana. Se trata de un ritual que acostumbran los políticos que salieron de las mismas filas del priismo. Amlo pertenece a esa corriente política del nacionalismo revolucionario y, aunque José Antonio Mead representa la corriente neoliberal y tecnocrática del priismo, fue importante y estratégico para Andrés Manuel mantener la concordia con el partido político en el que inició. Es pragmático y el gesto es simbólico pero eficaz en función de contar con aliados más que adversarios dentro de su plan de gobierno. Prefiere la cohesión del poder político que la división y el contrapeso de otras fuerzas políticas. La reunión es un buen gesto para lograr esa cohesión, esa concordia con el opositor, so pena de los ataques y acusaciones que Mead emitió sobre el virtual presidente. Fueron debates electorales, marketing político, ahora se trata de gobernar a una nación, a todo un pueblo. Por otro lado, tenemos de parte de Mead la petición y la disculpa ante un partido revolucionario institucional derrotado, sin legitimidad popular. Mead se ofrece al nuevo presidente electo. Es aún una de las piezas claves de la tecnocracia neoliberal y busca su reposicionamiento en el reacomodo del poder. Puede buscar una secretaría de Estado o como se piensa, estar al frente en una institución como el Banco de México. No sabemos, pero lo que sí tenemos que considerar es que la institucionalidad presidencial en México es de un arraigado poder simbólico. Cualquier político de cuño sabe con quién primero tiene que bien quedar lo que no escapa a la crítica objetiva y fundamentada de parte de la sociedad. Mead busca reposicionarse en el nuevo régimen de las austeridad republicana lopezobradorista. AMLO busca la integración estratégica que puede hacer de Morena el partido hegemónico de los próximos años.
¿Qué significó el encuentro entre AMLO y Mead?
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