“El teatro es peligroso porque humaniza a la gente”
Augusto Boal
En México, la comunidad LGBTTT ha ido cobrando fuerza en todas las esferas incluyendo las artes escénicas, particularmente en el teatro y el cabaret. Si bien el escritor y cronista de la Ciudad de México, Salvador Novo, junto a otros autores y poetas de la generación de los Contemporáneos y posteriores fueron abiertamente homosexuales, la visibilidad de la comunidad es más reciente.
La salida del armario de muchos teatreros mexicanos LGBTTT y obras sobre esas temáticas se dio en los años 70 del siglo XX encabezados –entre otros- por una de las pioneras del movimiento de liberación gay y directora teatral Nancy Cárdenas con el montaje de “Los chicos de la banda” de Mart Crowley. Años después llevó a escena “Las amargas lágrimas de Petra Von Kant” de Rainer Weiner Fassbinder, con la memorable actuación de Beatriz Sheridan en el papel protagónico.
En los años 80, Tito Vasconcelos y Sergio Cassani escribieron y actuaron “Maricosas”, una hilarante obra formada por diversas escenas que no tenían conexión la una con la otra (a manera de sketches), la cual culminaba con un homenaje a las películas “Mamita querida” y “Vestida para matar”, donde interpretaban a Joan Crawford y a su hija Cristina respectivamente. En esa misma década, Tito protagonizó “Una canción apasionada” (Torch Song Trilogy), de Harvey Fierstein, y tiempo después actuó al lado de Luis Esteban Galicia en “Plastic Surgery”, de Luis Zapata, coescrita junto con Mario de la Garza, un thriller cabaretero inspirado en el cinema Noire norteamericano. Además Tito es activista por los derechos LGBTTT y lleva años montando ininterrumpidamente espectáculos de cabaret donde la temática gay y el travestismo son recurrentes. Para conmemorar sus 50 años de trayectoria artística llevó a la escena “Divina despierta”, con dramaturgia de José Ramón Enríquez, basada en “Nuestra señora de las flores” de Jean Genet.
En la década de los 80, y a falta de textos nacionales, se montaron algunas obras de autores extranjeros; Arturo Ripstein llevó al teatro “El beso de la mujer araña”, de Manuel Puig, con las actuaciones de Gonzalo Vega y Héctor Gómez; Sergio Jiménez dirigió “PD.- Tu gato ha muerto”, de James Kirkwood, con Manuel Ojeda y Humberto Zurita, y se montó “Contradanza” de Franciso Ors, con la inolvidable actuación de Claudio Obregón en el papel de la reina Elizabeth I de Inglaterra.
Es en aquellos años que los autores nacionales comenzaron a escribir con mayor apertura sobre estos temas, no como antes que, si llegaban a mencionarse, era de forma velada. En esa década se montó “Cúcara y Mácara”, del sinaloense Óscar Liera, cuyo estreno sufrió un atentado por parte de huestes de católicos que se sintieron ofendidos por la obra. Liera también escribió “Dulces compañías”, con dirección de Julio Castillo y las actuaciones de Eduardo Palomo y Delia Casanova; esta última interpretaba dos personajes solitarios, el de una mujer y el de un homosexual, ambos víctimas de un psicópata.
A su vez, José Antonio Alcaraz escribió y dirigió “Y sin embargo se mueve”, y Luis Zapata, tras el éxito de su divertida novela “Melodrama”, llevó a cabo una adaptación al teatro donde sus protagonistas Alex y Axel viven un romance digno de telenovela… pero en versión gay. Por el lado femenino, Jesusa Rodríguez montó “Donna Giovanni”, una versión lésbica y transgresora de la ópera “Don Giovanni” de Mozart la cual no solo tuvo impacto en el país sino en todos los lugares donde se presentó, incluyendo su gira europea.
A partir de entonces surgen dramaturgos que profundizan en estos temas como ”Bellas atroces”, de Elena Guiochins, “Afectuosamente su comadre” de José Dimayuga y Juan Ríos Cantú dirigió “El Ornitorrinco”, por mencionar a algunos. En el terreno del teatro infantil, Perla Szuchmacher escribió “Príncipe y príncipe”, basada en el libro “Rey y rey” de las holandesas Linda de Haan y Stern Nijland; asimismo Antonio Zúñiga y Conchi León abordaron el tema de la diversidad en “Memorias de dos hijos caracol”.
Es en los géneros del stand-up y del cabaret donde ha habido un auge de actores, actrices, travestis y Drag Queens como Alejandra Bogue, Daniel Vives “Ego”, Roberto Cabral, Carlos Rangel con su personaje “La Manigüis”, César Enríquez Cabaret con su multipremiada “La prietty guoman”,Felipe Nájera, Óscar Oliver, Manu Nna, Pedro Kóminik, Carlos Bieletto, Hugo Blanquet, y la versión femenina y feminista de Alejandra Ley o los grupos como “Las hijas de Safo” y “Las reinas chulas”, entre muchos más.
En el 2015 se montó la obra de Larry Kramer “Un corazón normal”, la cual provocó el escándalo de las “buenas conciencias” -léase las mentes machistas y homófobas-, debido a los anuncios publicitarios donde aparecían dos hombres besándose. A pesar del embate conservador y retrógrado, la obra tuvo un enorme éxito tanto en la Ciudad de México como en su gira por el interior del país.
En antaño los temas LGBTTT eran abordados haciendo escarnio de personajes estereotipados o de forma trágica presentando personalidades sórdidas cuyo fin solía ser el crimen o el suicidio; el machismo y la homofobia eran el único punto de vista. Después se fueron presentando personajes victimizados, apelando más a la lástima que a la solidaridad, coincidiendo con la aparición del VIH-Sida. Por fortuna, actualmente la visión se ha tornado más humana, compleja y lúdica, esto debido a la salida del clóset de muchas personalidades y gracias a la lucha de la comunidad que ha ido obteniendo derechos como el del matrimonio igualitario y el de la posibilidad de adoptar niños. Sin embargo y a pesar de los progresos, no debemos olvidar que cada día se cometen más crímenes de odio; según cifras a nivel mundial, México y Brasil se disputan el vergonzoso primer lugar en este tipo de asesinatos.
Si el teatro no puede cambiar al mundo, al menos sí es capaz de llevar a la escena los anhelos, realidades, cuestionamientos, contradicciones y conquistas de la comunidad LGBTTT.