En un país de desaparecidos, desaparecer las fotografías de las y los desaparecidos es inhumano y cruel. Es una afrenta a la memoria, al esfuerzo de las personas buscadoras y a la historia de este país. Es repetir, ahora con las fotografías, el drama de la desaparición forzada.
Eso fue lo que paso con los mosaicos de las fotografías y las huellas de los padres, madres y familiares que estaban instalados en el “Muro de la Memoria”, ubicado enfrente de la que era la sede de la Fiscalía General de la República (FGR), en la Glorieta Metro Insurgentes de la Ciudad de México.
Destruyeron el “Muro de la Memoria”. Fue una canallada cometida por quienes lo destruyeron. Los mosaicos condensaban memoria, esfuerzo, amor y esperanza de los familiares de las y los desaparecidos.
Lo destrozaron.
Lo arrancaron.
Lo desaparecieron.
Desaparición de las personas, desaparición de las fotografías, desaparición del “Muro de la Memoria: triple desaparición.
De acuerdo al comunicado emitido la noche del 25 de abril y firmado por 24 organizaciones y colectivos, la destrucción del “Muro de la Memoria” lo realizó personal de la misma FGR. Pero también se antoja difícil suponer que no participó el gobierno de la Ciudad de México que encabeza Martí Batres, sea por acción o sea por omisión. Existen varias cámaras del C5 por la zona a través de las cuales el gobierno local pudo percatarse de los hechos y detenerlos. Y no lo hicieron. ¿Por que?
Pero ¿quién ordenó ese acto cobarde, artero, ruin y mezquino? No hay adjetivos que alcancen para describir ese hecho. ¿El Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero?, ¿sabía el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador?
El “Muro de la Memoria surgió el 20 de enero del 2020 como parte del acompañamiento del colectivo “Huellas de la Memoria” y otras organizaciones y colectivos solidarios. Ese día se instalaron doce mosaicos con las huellas y fotografías de las y los desaparecidos.
A la fecha de la destrucción del “Muro de la Memoria”, se habían instalado aproximadamente 120 mosaicos. Eran huellas y fotografías de desaparecidos provenientes de Centroamérica, del norte del país, del occidente, del sur. De todos los lugares de esta dramática tierra de desaparición.
A los más de 115 mil desaparecidos se le suma una política de destrucción de la memoria por parte de las autoridades. En los pasillo de los gobernantes se apuesta al olvido; pero las calles, plazas y muros no olvidan; las madres, padres, hermanas, amigos de los desaparecidos no olvidan. Por cada retrato destruido, por cada huella arrancada, miles brotarán. En las plazas, en las calles y los muros. Y más.
*
Este es el referido comunicado difundido por 24 organizaciones y colectivos a través de la página de “Huellas de la Memoria”.
*Profesor Universidad Autónoma Metropolitana