Por Max González Reyes
A decir del Presidente Andrés Manuel López Obrador a partir del primero de diciembre del año pasado en México se inició la Cuarta Transformación. Para el Presidente el periodo de la era neoliberal, iniciado en la década de los ochenta, tuvo su fin el día de la toma de posesión. A la par, con su llegada a la Presidencia la corrupción en el gobierno se ha erradicado. Cada vez que en sus conferencias mañaneras los periodistas cuestionan al Mandatario sobre el accionar de los gobiernos pasados dice que todo fue corrupción y despilfarro de dinero pero eso se acabó, que en la Cuarta Transformación eso no existe y que están limpiando al gobierno. Asimismo, el jefe del Ejecutivo rechaza estudios sobre el crecimiento en el país, descalifica a las calificadoras internacionales que reducen el pronóstico de crecimiento de México para los próximos años, incluso contradice a las instancias de su propio gobierno (como el Inegi o la Secretaría de Hacienda) que también pronostican crecimiento a la baja.
El objetivo del Presidente López Obrador es rehacer el Estado mexicano. Destruir lo pasado para volverlo a hacer teniendo como referentes históricos sólo algunos aspectos de Benito Juárez, a Francisco I. Madero y a Lázaro Cárdenas. Desde luego, él es el artífice de la Cuarta transformación. De ahí su discurso de descalificar todo lo hecho en sexenios pasados.
Sin embargo, el Presidente no ve (o no quiere ver) que en el lapso en el que Benito Juárez se mantuvo al frente de la nación, sólo compitió en dos procesos electorales para ser Presidente de la República: en 1867 y 1871, en los cuales ganó, el segundo a partir de que la Constitución de 1857 permitía la reelección inmediata. Ese segundo periodo no lo completó porque falleció en 1872. El Presidente sólo destaca el carácter liberal de Juárez, pero olvida su lema“a los amigos, justicia y gracia. A los enemigos, la ley a secas”.
De Madero, el Presidente ve su perseverancia para sacar a Porfirio Díaz del poder. Las constantes reelecciones del viejo dictador inspiraron a Madero, como ahora a López Obrador, a perseverar en la lucha por conseguir la Presidencia. El Mandatario se ve a sí mismo como Madero, lo cual se refleja en que en su tercer intento logró llegar a la máxima magistratura. Sin embargo, omite que la debilidad de Madero, una vez establecido en la silla presidencial, fue presa de sus propios errores y divisiones en el ejército lo cual lo llevó a que Huerta lo asesinara en lo que se conoce como la Decena Trágica.
Asimismo, el Mandatario López Obrador ve a Lázaro Cárdenas como el arquitecto de la Expropiación petrolera; el hombre que no quiso vivir en el Castillo de Chapultepec por parecerle muy ostentoso (cómo ahora que prefiere Palacio Nacional a la Residencia de Los Pinos), el hombre humilde que se confundía con la masa para ser el gobernante del pueblo, desde luego características que dieron estilo al Tata Cárdenas. Sin embargo, el actual Presidente olvida que el general Cárdenas fue quien puso las bases del sistema político mexicano que duró hasta finales del siglo XX; el artífice del corporativismo y del régimen de partido hegemónico.
Así pues, para el Presidente la Cuarta Transformación ya está en marcha. Para él el neoliberalismo es pasado. Por ello reniega de los privilegios que tuvieron los Presidentes: elimina el Estado Mayor Presidencial porque él no lo necesita pues el pueblo lo protege; viaja en vuelos comerciales, vende el avión presidencial por considerarlo ostentoso; se reduce el sueldo, convierte a la Residencia Oficial de los Pinos en museo para evidenciar la vida ostentosa de los Presidentes; cierra los gasoductos, reduce el presupuesto a las instancias infantiles, critica a los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación por no reducirse el sueldo, da conferencias todos los días, y cada que puede tacha de corruptos a los gobernantes porque se aprovecharon del puesto para robar y robar.
Con ello el Presidente quiere dar la imagen de que es un gobernante distinto. A diferencia del resto de los Mandatarios, él, López Obrador, firma los decretos en público, publica su comida en redes sociales, y cuando viaja en auto se detiene en los pueblos a comer a orillas de la carretera, lo cual también publica en redes sociales, para que la sociedad vea que él es un Presidente cercano a la gente, humano y sensible.
Asimismo, para el Presidente el pueblo es bueno y nunca se equivoca, por lo que hay que consultarlo constantemente. Por eso piensa que cuando ponga a consulta su permanencia en el cargo, como él es distinto a los demás mandatarios, el pueblo lo va a ratificar.
Así pues, para el Presidente la Cuarta Transformación está en marcha. México está emprendiendo un cambio pero a diferencia de la Reforma, la Revolución y el Cardenismo, este cambio es pacífico, no violento. Andrés Manuel López Obrador es el protagonista principal de esta Cuarta Transformación.
Buenas ideas, aún mala implementación de las mismas. Continúa la justicia selectiva, no se “pudo” demostrar la corrupción de Barlett y ahora tampoco la de Elba Ester Gordillo. Críticas a la corrupción de los gobiernos anteriores pero quien tiene las posibles pruebas es el mismo gobierno y se habla de encuestas como si nosotros tuvieramos esas pruebas para poder acusar. Ojalá esto funcione porque si no ya no habrá más esperanza.