En memoria de Arturo Hernández Cardona, luchador social que defendió con ahínco los derechos de los pobres y supo enfrentar con valor y entereza al narcogobierno de José Luis Abarca.
Por El Centro de derechos humanos de la Montaña, Tlachinollan
Este domingo 30 de mayo, los pueblos Me’phaa, Na’savi y Afromexicanos de Ayutla de los Libres, dieron una lección de civilidad política a los partidos, a sus candidatos y candidatas, sin necesidad de recurrir a los gastos suntuosos de las campañas, ni utilizar las redes sociales para promoverse o recurrir a las descalificaciones públicas contra las adversarias o adversarios políticos. Se trató de una fecha memorable para la historia de nuestra democracia en Guerrero.
Ayutla sigue escribiendo nuevas páginas para la posteridad. No solo viven de las hazañas históricas, como la proclama que hicieron los liberales Adrián Florencio Villareal, Juan N. Alvares e Ignacio Comonfort, con el Plan de Ayutla, que dio fin a la dictadura de Antonio López de Santa Anna, sino de las luchas de resistencia de los pueblos indígenas contra las políticas etnocidas y racistas de los gobiernos criollos y mestizos. A pesar del abandono secular, han peleado a ejemplo de sus antepasados Los Yopes, contra los colonizadores y los agentes depredadores que sobre explotan la mano de obra indígena y todo lo que producen. Han enfrentado los estragos de la militarización que diezmó la organización comunitaria y apagó a sangre y fuego cualquier brote de rebeldía. Se les ha castigado por atreverse a empuñar las armas y por denunciar las atrocidades cometidas por el ejército, como las ejecuciones arbitrarias en la comunidad de El Charco, las torturas aplicadas a los sobrevivientes de esta masacre, la persecución y detenciones arbitrarias de autoridades comunitarias y las torturas sexuales ejercidas contra mujeres del pueblo Me´phaa. Esta política de contrainsurgencia ha sumido en el atraso a las comunidades indígenas, que, en lugar de doblegarse y resignarse a cargar con el yugo de la discriminación y el olvido, se han reorganizado para implantar un nuevo modelo de gobierno comunitario.
Por segunda ocasión fuimos testigos de un ejercicio democrático ejemplar, con la elección de los 18 consejeros y consejeras y 6 coordinadores y coordinadoras municipales. Fue un trabajo pulcro, incluyente, realizado en su lengua materna y respetando la decisión de las asambleas comunitarias. La principal fortaleza de esta forma de gobierno es la participación de todos los ciudadanos y ciudadanas indígenas, en el marco de sus asambleas. La sabiduría comunitaria volvió a relucir, porque se propició el debate público para evaluar previamente el trabajo del consejo municipal y de sus coordinadores y coordinadora. Al mismo tiempo valoraron los logros alcanzados en estos tres años y sopesaron la diferencia con los gobiernos anteriores, controlados por los grupos mestizos y los caciques enquistados en los partidos políticos. Las comunidades indígenas por primera vez fueron escuchadas a través de sus representantes dentro del consejo municipal, también fueron informados del presupuesto público que se destinaría a las obras y cómo se distribuiría en las 140 comunidades y colonias del municipio. La asamblea municipal de este domingo vino a condensar el esfuerzo de todas las comunidades y colonias que se han apropiado de este sistema basado en sus usos y costumbres, que es sumamente efectivo para revertir el rezago social e incluir a toda la población indígena dentro del presupuesto público.
Esta nueva ruta de la democracia comunitaria tuvo que enfrentar muchos obstáculos, y sobre la marcha de estos tres años, las nuevas autoridades se vieron obligadas a labrar de manera artesanal otro camino, donde se garantizara la participación de los pueblos indígenas como sujetos de derecho público. Ante la falta de una reforma constitucional que incorpore los derechos colectivos de los pueblos indígenas, los coordinadores y coordinadora del consejo municipal tuvieron que reacomodarse a la estructura municipal tradicional y lidiar con las posturas intransigentes de la burocracia gubernamental, que se resiste a incorporar otra forma de gobierno. Protagonizaron una gran batalla para que les liberarán los recursos públicos, porque no aceptaban que el titular de la cuenta fuera un coordinador municipal en lugar del presidente o presidenta. Quedó claro que las normas vigentes de la administración pública excluyen las normas y prácticas jurídicas que secularmente han implementado los pueblos indígenas. La figura de los consejos municipales es inadmisible para la burocracia mestiza y etnocéntrica, a pesar de que se les ha demostrado que es una forma de gobierno más horizontal, transparente e incluyente, que por la vía de los hechos es una mejor garantía para el adecuado ejercicio de los recursos públicos, porque hay mayor corresponsabilidad y vigilancia.
La intromisión de los líderes de los partidos políticos es la principal amenaza que enfrenta el gobierno comunitario de Ayutla. Con sus prácticas nocivas de cooptar a líderes comunitarios buscan generar divisiones al interior de las comunidades. Se empeñan en desacreditar los logros alcanzados, sobre todo en la obra pública, y se obstinan en filtrar información sin fundamento de la supuesta corrupción que se gesta al interior del Consejo. No todas las comunidades han tragado el anzuelo, por el contrario, varias han demostrado ser capaces de llamar a cuentas a sus representantes, cuando descubren que hay malos manejos de los recursos públicos. No se dejan llevar por el rumor ni la desinformación banal. De manera pública dirimen sus problemas y se procede en consecuencia, cuando hay acciones reprobables. La revocación del cargo o del mandato es una práctica común entre las comunidades indígenas. Ninguna autoridad goza de fueros ni de privilegios. Se trata de servidores de la comunidad que en todo momento están obligados a rendir cuentas. En estos tres años de gobierno comunitario hubo intentos de fracturar al consejo y de dividir a los coordinadores y la coordinadora. Trataron de descarrilar este esfuerzo colegiado, poniendo en su contra a las comunidades. No lo lograron los dirigentes de los partidos de Morena, PRD y PRI. Cada quien trabajó desde sus propias trincheras para revertir la decisión tomada por las comunidades de regirse por usos y costumbres. Maniobraron para que en este proceso electivo las comunidades pidieran que volvieran los partidos políticos.
El resultado de la asamblea municipal de este domingo fue inobjetable: las comunidades y colonias indígenas, afromexicanas y mestizas reafirmaron al unísono su compromiso de ejercer su gobierno bajo el régimen de usos y costumbres. Fue una demostración del poder comunitario que se impuso por encima de las maniobras truculentas, de un ex presidente municipal, que quiso repetir la práctica de la compra de dirigentes para llegar como coordinador y posicionarse en el primer cargo. Su fechoría fracasó, porque era un secreto a voces de lo que pretendía hacer. Los consejeros y consejeras fueron fieles al mandato del pueblo y con sus posturas firmes evidenciaron las triquiñuelas de los políticos que han desangrado al pueblo. Los consejeros y consejeras propuestos por líderes de los partidos simplemente no fueron apoyados cuando se trató de elegir a las nuevas coordinadoras y al coordinador municipal.
El pueblo Na´Savi previamente reunió a sus consejeros y consejeras y en asamblea decidieron por consenso quienes los representaría como coordinadores municipales. Lo mismo hizo el pueblo Me’phaa, acordaron en una asamblea regional elegir a las personas más idóneas para que los representen ante el consejo municipal. Solo la población de la cabecera municipal que no logró deshacerse de los líderes de los partidos se fraccionaron en tres grupos y no tuvieron otra opción que cada quien presentara su propuesta para consejeros, tomando en cuenta la paridad de género. Lo novedoso es que desecharon a quienes representan intereses partidarios y facciosos.
En esta elección predominó el orden, el respeto, se acató el procedimiento y se eligió a los nuevos coordinadores y coordinadoras de manera pública, sin que hubiera de por medio impugnaciones o acciones de protesta. En esa misma asamblea los representantes fueron capaces de discernir a los ciudadanas y ciudadanas que por su trayectoria en sus comunidades se han destacado por ser leales al mandato del pueblo, y además que todos sus trabajos los han realizado con gran dedicación, buscando siempre servir a su comunidad.
Este nuevo paradigma de la democracia comunitaria marca la pauta a seguir para los municipios indígenas y Afros de la Montaña y Costa Chica de Guerrero. Los municipios de Tecoanapa y San Luis Acatlán están en este proceso de incorporación a este sistema de elección por usos y costumbres. Tienen que enfrentar reticencias de la clase política que empieza a vislumbrar que el modelo de gobierno impuesto por los partidos políticos y sus candidatos han causado un grave daño a las comunidades indígenas, que las han excluido del presupuesto público y han generado clientelas políticas para seguir gozando de prebendas y saltando como chapulines en los cargos públicos. En cuanto los pueblos indígenas asuman su protagonismo como sujetos políticos para regir su destino, desechando cualquier tutela política, las regiones indígenas serán un enclave donde no solo están los yacimientos naturales y culturales que han sabido preservar y cultivar por siglos, sino que serán los nuevos santuarios de la democracia comunitaria.
[…] por nombrar a sus propias autoridades de manera directa (hay ejemplos relevantes en Michoacán y en Guerrero). Este ejercicio exige a cambio una ciudadanía de alta intensidad involucrada en los asuntos […]