Por Redacción/@Somoselmedio
El compositor jalisciense José Pablo Moncayo es recordado en su 63 aniversario luctuoso como uno de los creadores mexicanos más renombrados a nivel internacional y reconocido también por su célebre Huapango, obra que ha trascendido en el gusto del público.
En palabras de Israel Cruz Olalde, coordinador de la Academia de Musicología del Conservatorio Nacional de Música (CNM) del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), “representa un ejemplo del estilo musical nacionalista que construyó gran parte de la identidad del México moderno”.
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el INBAL rememoran, en el marco de la campaña “Contigo en la distancia”, al destacado músico fallecido el 16 de junio de 1958, luego de haber conformado un legado que transitó por diversos géneros: coral, ballet, ópera, música para cine, piezas sinfónicas y música de cámara.
Desde temprana edad, José Pablo Moncayo mostró aptitudes para la música, interés que pudo desarrollar a través de clases de piano. En búsqueda de mejores oportunidades, la familia Moncayo se trasladó a la Ciudad de México en 1927. Un par de años después (1929) inició sus estudios en el CNM, institución en la cual encontraría las bases para desempeñarse como compositor, pianista, percusionista y director de orquesta.
Entre sus maestros destacan Eduardo Hernández Moncada, Candelario Huízar y Carlos Chávez. De este último fue estudiante en la clase de creación musical, en 1931, en la que conoció a Blas Galindo, Salvador Contreras y Daniel Ayala, que junto con él se reconocieron como el Grupo de los cuatro.
Moncayo tuvo una prolífica trayectoria, en la que combinó la composición, la docencia y la práctica musical. En 1932 comenzó su participación con la Orquesta Sinfónica Nacional como pianista y percusionista, posteriormente como subdirector, hasta convertiste en el director artístico, puesto que desempeñó hasta 1952. Paralelamente, ejerció como profesor en el CNM y en la Escuela Superior Nocturna, hoy Escuela Superior de Música, en la cual impartía las clases de composición y dirección.
José Pablo Moncayo era un representante del estilo nacionalista que imperó en los compositores de la década de los veinte hasta los años cincuenta del siglo pasado. Asimismo, se le reconoció internacionalmente cuando fue invitado, en 1941, por Aaron Copland al Festival de Berkshire, en Massachusetts.
Su creación musical está completamente vinculada al momento estilístico y, evidentemente, a la gran influencia de Carlos Chávez, Silvestre Revueltas, José Rolón y Aaron Copland.
En su producción sinfónica sobresalen Llano alegre, Hueyapan, Tierra de temporal, Huapango, Sinfonietta, Cumbres, Bosques y la Sinfonía. Esta última es una obra en cuatro movimientos en la que se logra apreciar su extraordinaria capacidad como compositor, así como su gran sentido de la orquestación que, dicho sea de paso, es uno de los elementos más ricos de su famosa obra Huapango.
Bajo el libreto de Xavier Villaurrutia compuso la ópera La mulata de Córdoba, en 1948. A su vez, escribió piezas para piano, violín y música de cámara, entre ellas Amatzinac (1935), para flauta y cuarteto clásico, y Homenaje a Cervantes, para dos oboes y orquesta de cuerdas (1947).
Si bien, la música de Moncayo es considerada nacionalista, el estilo musical que mostró desde sus primeros años como compositor destaca una influencia de la música impresionista y del jazz. Sin embargo, fiel a la tradición, siempre trató de utilizar las formas clásicas para su desenvolvimiento compositivo. Esto último es uno de los grandes rasgos que lo identifican con la obra y pedagogía de Carlos Chávez.
Pese a su temprana muerte, Moncayo es uno de los compositores emblemáticos de México. Israel Cruz comentó que su música se ha escuchado en prácticamente todas las salas de concierto del país, en festivales y es parte de la sonoridad imaginaria de nuestra identidad como mexicanos.