“El teatro no puede desaparecer porque es el único arte
donde la humanidad se enfrenta a sí misma”, Arthur Miller
Por Humberto Robles / @H_Robles
El 30 de enero pasado se anunció el cierre definitivo de Carretera 45, un centro cultural dedicado a las artes escénicas, integrante de RECIO (Red de Espacios Culturales Independientes y Organizados de la Ciudad de México), el cual fue fundado en la popular Colonia Obrera de la Ciudad de México, y dirigido principalmente para la gente de ese barrio, una zona donde el arte y la cultura no habían estado al alcance de sus habitantes.
Fueron nueve años de dar funciones de todo tipo de teatro, para jóvenes, adultos, incluso cabaret y otras teatralidades, así como de ofrecer talleres y otras actividades culturales. A su vez, durante ese periodo, sirvió para que diversas compañías se presentaran en ese recinto, provocando que la gente conociera y se habituara al quehacer teatral.
Recuerdo que hace tiempo, un taxista envió un emotivo mensaje sobre su experiencia en el lugar: él y su hijo pasaban por ahí, se detuvieron y entraron por mera curiosidad; nunca habían asistido a una obra de teatro y al final agradecieron enormemente, y llenos de emoción, el haberlo descubierto ahí.
Sobrarán ejemplos del impacto que causó este espacio en la comunidad, por eso, la labor social de Carretera 45 fue encomiable y es sumamente lamentable su desaparición, sobre todo por la gente del barrio que se quedará sin un lugar para entretenerse, aprender y apreciar diversas propuestas artísticas.
Lo que fue excepcional -es decir, que exista un teatro en una colonia popular-, tendría que ser la norma. Cada barrio debería tener un espacio para aproximar la cultura a la gente y brindarle la posibilidad de tomar talleres, no forzosamente para volverse un profesional, sino por el simple gusto de hacerlo, porque es bien sabido que las artes son indispensables para sensibilizar a la población, sirve para que exprese mejor sus emociones y ayuda a reconstruir el tan dañado tejido social.
Por desgracia, la pandemia arrasó con cientos de empresas de toda índole: papelerías, restaurantes, peluquerías, fondas, carnicerías, tienditas y diversos negocios que eran fuente de trabajo y sustento de muchas familias, y el teatro no fue la excepción. Por ejemplo, El Bataclán de La Bodega, uno de los pocos cabarets que existían en la ciudad, fue uno de los lugares que no pudieron resistir, dejando a muchas personas sin fuentes de empleo. En cambio, un espacio verdaderamente autónomo, el Foro Off Spring, ubicado en la colonia San Rafael, ha logrado sobrevivir. Este lugar ofrece, además de obras de teatro, talleres de yoga, ballet, artes plásticas y otras actividades; también cuenta con una cafetería, una librería y es la sede de los Premios San Ginés a lo mejor del teatro independiente.
Volviendo al tema que nos ocupa, siempre será deplorable el término de cualquier centro cultural y más uno con tanto sentido social, sin embargo, también cabe señalar que Carretera 45, aunque se ostentaba como un espacio independiente, había recibido, durante varias ocasiones el estímulo gubernamental “México en Escena”. Christian Cortés, director y representante legal de Carretera 45, informó que su cierre de debió, en gran medida, a que el año pasado no fue seleccionado para recibir nuevamente dicho apoyo y porque este año aún no ha salido la convocatoria. No obstante, en 2020, Carretera 45 también había recibido el apoyo de la Secretaría de Cultura para “Espacios Escénicos Independientes en Resiliencia”, el cual forma parte del programa “Contigo en la distancia”, surgido durante la pandemia.
Todo lo anterior devela uno de los graves problemas de quienes viven o intentan vivir de los subsidios del sistema estatal de apoyos: cuando una compañía deja de percibirlos, es muy probable que a la larga termine claudicando; entonces, lejos de ser independientes, en realidad son dependientes del presupuesto gubernamental. Ignoramos por qué, pero de una u otra manera, no desean o no saben cómo volverse autosustentables, algo que resulta muy sorprendente ya que han recibido grandes sumas de dinero para lograr ese cometido.
Pocos gremios cuentan con patrocinios de esta naturaleza; la mayoría de los negocios debe recurrir a financiamiento privado o a préstamos, con todo lo que ello conlleva. Ya que el arte recibe diversos tipos de subvenciones, es deber de los artistas utilizarlos para impulsar su proyecto y no pretender que sea una manutención interminable, porque el Estado no puede costear sistemáticamente a espacios culturales “independientes”; no es ético ni hay presupuesto que alcance. Además, no se debe privilegiar a un grupo otorgándole reiteradamente estímulos, como el de “México en Escena”, porque al hacerlo, dejan fuera a otras compañías que quizás sí son capaces de utilizar los recursos para cumplir con la meta de alcanzar la autonomía a corto plazo.
Carretera 45 tuvo nueve años y diversos apoyos estatales para crear un modelo de autogestión y debió haber pensado que, en algún momento, el programa “México en Escena” podía verse interrumpido o finalizar, como sucedió. Ojalá otros grupos “independientes” que reciben subsidios similares, diversifiquen sus formas de gestión y producción, como el modelo de las cooperativas, para que a la larga no se vean obligados a cerrar sus puertas, y así puedan seguir cumpliendo con el objetivo primordial que es ofrecer arte y cultura a la población.
A propósito de lo anterior, la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México lanzó el programa “Imaginación en Movimiento” para empresas y emprendimientos culturales. El 8 de febrero se dio la charla virtual “Herramientas básicas legales para freelancers” y el 22 de febrero se dará la charla sobre “Apertura de establecimientos mercantiles dedicados a la cultura”.
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