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Confianza y fuerza: 6 de diciembre

La línea de los derechos humanos por Cuauhtémoc Rueda Luna

Ciudad de México, 06 de diciembre de 2016

Emiliano Zapata y Francisco Villa entraron al Zócalo el 6 de diciembre de 1914. Dos días antes se encontraron en Xochimilco por primera vez, lugar que testimonió el encuentro de las dos personas que nos legaron el contenido social en la revolución. A diferencia de su relación con las demás fuerzas principales del conflicto, sólo se tenían confianza entre sí. Parece difícil, entonces como ahora, encontrar en quién confiar.

1. La confianza y fortaleza entre Zapata y Villa se mantuvo desde la distancia. El conflicto bélico y la imposibilidad de encontrar aliados tuvo una excepción lograda a través de su palabra y la congruencia de sus acciones. Villa ratificaría esto a Zapata al decirle el 4 de diciembre que se mantenía “con la voluntad de Dios y la ayuda de ustedes, los del Sur; porque yo nunca los abandoné en todo el tiempo que estuve comunicándome[…] Yo soy un hombre que no me gusta adular a nadie; pero usted sabe tanto tiempo que estuve yo pensando en ustedes”.

Zapata correspondía, “Así nosotros. Los que han ido allá al Norte, de los muchachos que han ido […] que se han acercado ante usted, le habrán comunicado de que allá tenía yo esperanzas. Él es, decía yo, la única persona segura, y la guerra seguirá, porque lo que es aquí conmigo no arreglan nada y aquí seguiré hasta que no me muera yo y todos los que me acompañan”.

A pesar de la distancia, el logro de confianza se basó mutuamente tanto en su compromiso con las necesidades de su pueblo como en su voluntad de lucha. Villa se satisfacía en ese momento, “hasta que me vine a encontrar con los verdaderos hombres del pueblo”. Zapata celebraba “que me haya encontrado con un hombre que de veras sabe luchar” (Armando Ruiz Aguilar, 2010).

2. A mi parecer, si un día es necesario celebrar es el 6 de diciembre, y debería celebrarse en el Zócalo. Allí la gente y las luchas podrían reencontrarse para saberse en solidaridad. Frente a tantas fechas impuestas o expropiadas, ésta siempre podría tener su raíz popular, su apetito basado en la necesidad de encontrarse con quien se entrega, para entregarse y confiar. El momento en que la confianza entre las luchas revolucionarias se reafirmó en el centro del poder de México fijó una fecha que difícilmente puede ser expropiada, quizá por eso aún no es hoy, y quizá no lo sea, una fecha oficial. Siempre podría festejarse por quienes luchan y siempre podría darles la fuerza que les falta.

Quizá a Mancera y a los demás gobernantes que en el futuro vienen “les gustaría” ver a las personas y luchas cuyas protestas han reprimido (o querrían reprimir) caminar juntos intuitivamente hacia el Zócalo cada 6 de diciembre. Ese lugar que antes de 1968 era un mito y que ahora se ha vuelto tantas veces inalcanzable.

3. Sin duda, hoy pocas iniciativas tenemos que se dejen permear por ese tipo de confianza que se tenían Zapata y Villa. Así, entre los diferentes campos, en el de los derechos humanos, a mi parecer, la confluencia entre las luchas se da menos por la confianza que como resultado de la necesidad del reconocimiento de los derechos, pues esto funciona como un marco común de entendimiento. Nos hace semejantes. Pero no es suficiente.

4. Un espacio formal en donde las luchas se encuentran es ése en el que se logran establecer sus causas como derechos humanos; por eso las constituciones son tan importantes. En la Ciudad de México hoy tenemos un problema en torno a esto con el proceso que se ha seguido para el establecimiento de su Constitución Política. La Asamblea Constituyente tuvo serios problemas de legitimidad en su inicio, generando exclusión de candidaturas independientes, sobrerrepresentación y subrrepresentación de partidos, así como vulneración y simulación del derecho humano a la participación (goo.gl/kp2Wzm).

A pesar de eso, cuando esta Asamblea comenzó a funcionar parecía que podría existir un proceso participativo; su Reglamento y la convocatoria a la sociedad a participar aparentaban esto. La realidad se ha distanciado de esas expectativas: ha existido falta de transparencia de los trabajos, los procesos participativos se han dejado de lado por las comisiones ya que no consideraron todas las propuestas y, de las consideradas, en pocas escucharon realmente a las personas que las presentaron o en sus dictámenes finales no se ve con claridad que se les haya considerado. Hicieron un proceso que no respetó sus propias reglas. Es decir, sólo a pocos casos se les dio la “satisfacción” de la mera formalidad.

Además, uno de los factores principales para que esto sucediera fue la prisa con que se conducen para aprobar la Constitución. Lo que está detrás son los tiempos políticos electorales. Se desea hacer de la Constitución de la Ciudad de México una bandera política, antes que el resultado de un proceso legítimo. Sin duda, veremos a Mancera decir que se le debe a él. Después de todo así funcionó que al inicio de todo el proceso, en las negociaciones en el Congreso de la Unión, se le garantizó que estuviera en sus manos la presentación del Proyecto de Constitución; y ahora sus prisas electorales imponen que ni siquiera se respete algo tan sencillo como el derecho humano a participar.

5. El 6 de diciembre es una fecha cuya fuerza se basa en la confianza, para que ésta a su vez la fortalezca. Trasciende las meras formalidades; el mero reconocimiento formal de los derechos. Nos lleva a los procesos vivos en que es necesario reconocer a quien está del otro lado de la interlocución. Construir. Luchar. Poder confiar.

6. En México necesitamos reconocernos y construir esa confianza, lxs de abajo no deben seguir siendo sólo un instrumento de arriba.

Desde Efecto Útil saludamos a quienes están luchando, confiamos en ustedes y deseamos encontrarles pronto. Este 6 de diciembre nos pasaremos por el Zócalo (que no es de Mancera ni de los siguientes gobiernos) a eso de las 6 de la tarde; conmemoraremos el momento. Quizá, si alguien más está allí, nos podamos reconocer. Si no, sepan que también hemos comenzado a celebrar porque ustedes existen.

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