Este cuerpo es mío, no se toca, no se viola, no se mata.
#MeTooMéxico
Con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, muchos esperábamos que hubiese cambios profundos en las políticas culturales del país, como en los estímulos económicos que otorga el Fonca (Fondo Nacional para la Cultura y las Artes), sin embargo el mes pasado se dieron a conocer los resultados de las convocatorias del SNCA (Sistema Nacional de Creadores Artísticos) y de Jóvenes Creadores donde los arraigados vicios de los antiguos regímenes permanecen incólumes.
Para empezar, el escritor Juan Pablo Villalobos informó que había renunciado a ser jurado en el área de Narrativa del SNCA ya que dicho jurado estaba integrado solo por hombres. Así se entiende que, en muchos de los rubros, la mayoría de los favorecidos fueran del sexo masculino, faltando así con la equidad de género. Como si esto no bastase, de aquellos varones que van a percibir un salario durante tres años por ser “artistas de excelencia”, algunos fueron acusados por acoso y violencia sexual, y sus nombres aparecen en la base de datos del movimiento #MeToo Mexicano. Uno fue denunciado en las redes, y otro ante las autoridades, un poeta y ex funcionario del gobierno de Guerrero acusado de violación y por desvíos de fondos, quien había sido denunciado desde 2017, y que además ya ha sido miembro del SNCA.
Ante estos hechos, el colectivo “Mujeres Juntas Marabunta” expresó: “Nos indigna la absoluta falta de paridad de género en ciertas disciplinas y que, entre los beneficiarios, aparece el nombre de un sujeto que cuenta con denuncias penales en su contra, por violación y por desvío de fondos: Jeremías Marquines Castillo (Villahermosa, Tabasco, 1968). Exigimos que dicha beca sea retirada.” Cabe decir que existe una petición en Change.org para exigir que se le retire la beca a este sujeto. Por su parte, el movimiento #MeTooEscritoresMexicanos informó: “Exigimos paridad de género. Exigimos memoria ante los acontecimientos. Exigimos que las instituciones se comprometan a no darle más espacios a agresores. Exigimos visibilidad”.
El movimiento #MeToo ha sido sumamente atacado ya que denuncia, no de forma anónima sino de manera confidencial, a hombres que han violentado a mujeres; incluso hay casos de varones que han violentado a otros hombres. Un argumento para arremeter contra los métodos del #MeToo es que, al exponer públicamente a los abusadores, se pondría en riesgo su reputación y sus carreras profesionales. Pero no, nada más alejado a eso: muchos de los acusados hoy dan talleres, actúan, publican, dirigen, exponen, se montan sus obras de teatro, incluso dirigen centros culturales. En nada les afectó haber sido exhibidos, continúan con sus vidas tranquilamente.
A raíz de las primeras denuncias, algunos de los señalados utilizaron las redes para reconocer sus atropellos y pedir perdón; por tal motivo, muchos de ellos fueron felicitados “por su valor” y por asumir públicamente su culpa. De pronto, los victimarios se volvieron héroes y recibieron múltiples elogios. Mientras tanto, las víctimas intentan superar los traumas causados, buscaron otras fuentes de trabajo ya que les fueron cerradas las puertas por sus propios agresores o les temen a estos, y a la fecha no han recibido justicia ni reparación alguna por el daño ejercido en su contra.
Retomando el caso del presunto violador, primero el Fonca difundió una carta que parece haber sido redactada por Cantinflas y después redactó otra donde informó que analizaría el caso para tomar una resolución que hará pública. Asimismo, la directora del Fonca, Adriana Konzevik, expresó en una entrevista que “se están haciendo los análisis pertinentes en términos legales, pues necesitamos tener toda la información por las vías correctas para poder someter el caso al consejo directivo”.
Posteriormente la señora Glafira Morales Suástegui, víctima del acusado, declaró en conferencia:“Mi derecho a una vida libre de violencia ha sido vulnerado, en primera instancia, por el acto de violación cometido contra mi persona por Jeremías Marquines Castillo […] Mi reclamo de justicia es es para mí y para todas las mujeres que alguna vez callaron… Por mí, que fui vulnerada cobardemente. Hoy la justicia me da la razón, falta que se dé cumplimiento de que la orden de aprehensión sea ejecutada tal como mandata la ley” y exigió a las autoridades ejecutar la orden de aprehensión contra quien parece estar protegido por el actual gobernador del Estado de Guerrero.
Algo curioso es que, a principios de este año, un grueso de artistas furibundos, al ver peligrar sus privilegios por los recortes presupuestales, protestaron ante las autoridades culturales, sin embargo la mayoría guarda silencio ante los graves señalamientos en contra de integrantes de su gremio. Es probable que callen porque, en este siniestro entramado de complicidades, tienen amigos o colegas de quienes esperan futuros favores, dádivas o prerrogativas y no querrán enemistarse con ellos, mucho menos incomodar a las instituciones gubernamentales.
Por lo tanto, a los que no tenemos compromisos con ningún grupo de poder, y como manifiesta el colectivo “Mujeres Juntas Marabunta”, nos corresponde exhortar a las instituciones a “la instauración y publicación de un protocolo para atender demandas sobre violencia de género tanto en el sistema de becas del Sistema Nacional de Creadores de Arte, así como en la de Jóvenes Creadores”, y a que realicen un reglamento apegado a la ética y los derechos humanos. Si esto no sucede, parecerá que entre los requisitos para ingresar a los diversos apoyos del Fonca estarán los de acosar, abusar o violar.
Para concluir, hay que recordar que todo esto ocurre en el país más riesgoso de Latinoamérica para la seguridad de las mujeres: cada 18 segundos una mujer es violada, cada minuto tres mujeres viven violencia sexual, cada año el 98% de los violadores saldrán impunes de una denuncia penal, y entre 9 y 10 mujeres son asesinadas en promedio al día. En México la vida de las mujeres y las niñas no vale nada y la violencia ejercida contra ellas importa poco y a muy pocos. Tal parece que los monumentos y paredes valen más que la vida e integridad de las mujeres, como se vio en agosto pasado tras las protestas de la marcha #NoMeCuidanMeViolan donde muchas personas se indignaron más por los daños materiales que por la brutal violencia de género que se vive.