Un día marchan por las calles para exigir justicia por el feminicidio de sus hijas, al otro, se encuentran con estudiantes universitarias para dejar en claro su mensaje: la violencia contra las mujeres tiene que parar.
Irinea, Yesenia, Mayra, María, Mónica y Araceli comparten el mismo dolor, pero también las memorias, proyectos de vida y los recuerdos de sus hijas que abrazan como tesoros invisibles. Ellas comparten con el público su experiencia como víctimas de feminicidio, pues a veces es una buena terapia, sin embargo, contar la misma historia una y otra vez no deja de ser doloroso.
Aun así, en algo coinciden: lo harán las veces que sea necesario con tal de que no haya una asesinada más; con tal de que no sea otra madre la que lo tenga que contar. Están dispuestas a visitar las aulas y a ocupar las mesas donde se les necesite. Ellas quieren que la muerte de sus hijas no sea “en balde”.
“Nos duele, pero ahora nosotras somos su voz”, dice Araceli Mondragón Sánchez, madre de Mayra Abigail Guerrero Mondragón, asesinada en diciembre de 2016 en la delegación Tlalpan. El mensaje que da a las alumnas universitarias y a uno que otro alumno que se anima a acercarse a escuchar la conferencia es de sororidad: que las mujeres se cuiden entre ellas, que se acompañen ante los “peligros que hay en las calles”. “Con tal de que no haya más daño y no se asesine a una más, me doy por bien servida”.
Araceli asegura que su voz alcanzará para contar su historia mil veces, pero también pide a las y los jóvenes tener confianza a sus padres para contarles lo que les sucede en su entorno social. Y a los padres… “que enseñen a sus hijos a respetar a las mujeres”. La ex pareja de su hija Mayra es uno de los principales sospechosos en su feminicidio, por eso, Araceli se pregunta: Si de una mujer se enamoran, ¿por qué la lastiman? “No lo entiendo, ni lo entenderé nunca”.
Un feminicidio “nos cambia”, el estado de ánimo es cambiante, “hasta el tono de voz; no puedo ser la misma persona que era antes”. Sin embargo, la voz de Yesenia Zamudio, madre de María de Jesús Jaime -estudiante del IPN asesinada supuestamente con la participación de sus compañeros y profesor- es firme y sin titubeos: “Voy a contar la historia un millón de veces con tal de evitar que vuelva a pasar”.
El mensaje es enérgico: “Ayúdense entre compañeras, a mi hija no la quisieron ayudar”. Al contar su historia, Yesenia explica que antes de morir, su hija pidió auxilio, pero sus cuatro compañeras que después negaron tener alguna amistad con ella solo se alejaron.
Por otra parte, señalan que el miedo suele estar presente en algunos familiares que no denuncian y dejan sus casos en el silencio. “Mucha madres tienen miedo de hablar, pocos casos se saben”, dice Yesenia.
El mensaje de estas madres también es para los hombres: “si ustedes sufren acoso, también denuncien, no se queden callados”.
***
La mesa “Familiares víctimas de feminicidio” fue una de las actividades del Festival “El Vuelo de las Mariposas” organizado por alumnas y profesoras de la UACM plantel San Lorenzo Tezonco, el pasado 26 de noviembre en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Como parte del evento se realizaron diversas actividades como charlas, presentaciones de libros, talleres, bailes y representaciones artísticas. Entre los oyentes se encontraban principalmente alumnas y algunas trabajadoras del plantel, algunos alumnos también se acercaron de manera intermitente a escuchar la charla.
Donde las víctimas y los “victimarios” confluyen
Como parte de las actividades se presentó el monólogo “Instrucciones para el holocausto feminazi” de Proyecto 21. El artista conocido como “Pato” explicó que se trata de una sátira a las voces que tratan de criticar al movimiento feminista al llamarle “feminazi”. Se trata de usar un discurso de odio para transformarlo en una sátira de humor.
También aborda el tema de todas las violencias que se viven el país como consecuencia de las nulas acciones transversales para atacar el problema, incluyendo la falta de voluntad política e institucional.
Esta actividad también incluye una muestra de vestuarios bajo el contexto de una pasarela de moda, con el fin de abordar la problemática que atraviesan las mujeres como el someterse a ciertos estándares de belleza. Se trata de hacer cabaret con “una crítica a los medios de consumo”, explica Pato.
Para el artista, presentarse en espacios escolares de la Universidad es un proceso particular porque es donde se encuentra el victimario, el que ejerce la violencia contra la mujer, “están aquí y son nuestros compañeros, y son los maestros y son los trabajadores de la universidad”.
“A mí me da gusto venir a la cara de ellos a decirles que tienen un problema, que tenemos un problema como sociedad, como comunidad estudiantil. La inacción y la apatía, la falta de compromiso a estos temas solo hace que la tierra sea fértil para esas violencias”.
“Evidentemente (el Festival) es una iniciativa de mujeres, pero los que ejercemos la violencia somos los hombres y ¿dónde están los hombre en estos espacios de discusión y de aprendizaje sobre cómo ser hombres en estos tiempos, sin tener que violar a una mujer porque está borracha en la fiesta?”
“Cuando hay una inacción se debe ser muy creativos y este (Festival) es un buen ejemplo de lo que hay que hacer: apropiarnos del espacio e ir a donde están ellos, porque si ellos no van a los temas de discusión los tema tienen que ir a ellos”. De lo contrario: “seguimos organizándonos los gays para hacer algo gay, y las mujeres para hacer algo de mujeres, cuando en realidad son temas que no se logran solucionar por falta de esa transversalidad”.
“Esto es un asunto que trata de las ciencias sociales, de la antropología, el derecho, la cultura y el arte. Todos los campos del conocimiento. Y ese es el primer mensaje que queremos dar: no son temas ajenos. A veces, hay hombres que no son machos, pero tampoco saben cómo entrar a la discusión y nosotros tampoco sabemos cómo involucrarlos. Hacer espacios amigables de reflexión es interesante para eso”.
La primera participación de Proyecto 21 en la UACM fue en 2007, “en ese momento el ambiente estudiantil era más contestatario y participativo, porque los temas eran otros, contra el Gobierno”. Los temas como la violencia de género son más complejos: “Ahora tienes que hablar de tú a tú. Ya no es luchar contra el grande sino contra el de a lado, y eso hace que la gente diga: mejor ni me meto porque voy a salir embarrado”.
¿Y ellos (él) qué dicen?
Gabriel es estudiante de la UACM y a su vez, comparte la estancia universitaria con su hija, quien estudia en el mismo plantel. Durante casi toda la charla de las familiares de víctimas de feminicidio escuchó atento y de forma singular a cada una de las mujeres. Después, recorrió hacia el fondo para salir con cautela.
En una breve charla, dice que el evento le gustó, que es la primera vez que escuchaba algo así. “En muchas ocasiones, la realidad supera la ficción, y estos son algunos de esos casos”. Gabriel espera que las familias pronto tengan justicia, y añade: “Por experiencia personal espero que la encuentren, porque en realidad, los ministerios públicos son muy corruptos, le ponen precio a las investigaciones”.
“No es fácil lo que ellas están viviendo. Yo tuve la fortuna de rescatar a mi hija y romperle su madre al cabrón que la estaba jodiendo… se va acordar toda su vida”, cuenta Gabriel.
“Mi hija tuvo la confianza de decirme lo que estaba pasando y alertarme. Al principio no le creí, pero bastó una revisada a su whatsapp para darme cuenta”. Gabriel descubrió que era otro estudiante de la Universidad quien estaba acosando a hija. Sin especificar ni dar detalles de lo sucedido relató: “al día siguiente le puse fin a la situación”.
“Comprendo lo que sufren las señoras, pero por la parte masculina no he escuchado que se expresen. Los hombres no se están expresando, los hombres deberían participar y decir qué es lo que sienten. No tiene nada de malo llorar frente a un desconocido”.
“Creo que los hombres tenemos otro tipo de conciencia”, concluyó Gabriel.
El vuelo de las mariposas es una apuesta por la vida
Tlalli Ávila una de las organizadoras del Festival explicó que el nombre “El vuelo de las Mariposas” se dio en honor a las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal quienes fueron asesinadas por oponerse a un régimen dictatorial en República Dominicana, y quienes inspiraron el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
“Hoy nombramos a nuestras compañeras, estudiantes de la UACM, a las que les fue ejercida la violencia feminicida: Martha Karina Torres, Campira Carmolinga y Nancy Lara. Las recordamos y alzamos la voz para nombrar que en México 10 mujeres son asesinadas al día, que es una violencia estructural, sistémica y heteropatriacal. Hoy recibimos a sus familias, las escuchamos y hacemos de la Universidad un foro para las mujeres que luchan por justicia”, dijo Ávila en su discurso.
Asimismo se nombró a Leslye Leticia Hernández, quien se encuentra desaparecida desde el 10 de noviembre de 2018, y quien es buscada por familiares, amigos, compañeros y compañeras “frente al silencio de las autoridades de la Universidad”.
En entrevista, detalló que este tipo de eventos son una apuesta por la vida, “por eso es un Festival”. Si bien, se aborda el tema de las violencias que atraviesan a las mujeres, “también se habla de la lucha que hacemos para la vida. “Somos mujeres que estamos con esta mirada crítica hacia lo que pasa alrededor”, añadió la estudiante y organizadora.