San Antonio Tecómitl, un pueblo de la alcaldía Milpa Alta lleno de mucha tradición y amor por sus muertos, es el lugar donde creció la señora Agripina Ortega, quien acostumbra a conmemorar el tradicional Día de muertos.
Por Jaqueline Rubio
El pasado 1 de noviembre, día en el que México celebra el Día de muertos, Somos el Medio caminó por las calles de San Antonio Tecómitl, en Milpa Alta, un pueblo lleno de mucha tradición y amor por sus muertos. Esa noche, las calles del pueblo de San Antonio Tecómitl estaban repletas de niños disfrazados, acompañados por sus padres y haciendo su tradicional recorrido para pedir su calaverita.
La noche era fría, pero muy iluminada por todas las “lumbradas” que los locatarios acostumbran a hacer en sus casas. Así fue como llegamos a la casa de la familia Olivos, donde vive la señora Agripina Ortega de 85 años de edad, quien nos invitó amablemente a entrar a su casa para ver su ofrenda y pasar parte de la noche de la lumbrada con ella y su familia.
En la entrada de su casa, sus hijos preparaban la leña para prender la fogata; en el centro del patio había una mesa y sillas alrededor. Después pasamos a su recibidor, donde llegaba un rico olor a flor de cempasúchil y tamales y café recién hechos; ahí, en su recibidor y a lado de su ofrenda, fue donde entrevistamos a la señora Agripina, a quien sus nietas y nietos llaman con cariño “Piña”.
En esta entrevista, la señora Agripina compartió con alegría a Somos el Medio que, para ella, el Día de muertos es una tradición muy importante, que lleva a cabo desde que vivía con sus papás y que, para ella y su familia, es un día de gusto y disfrute. Nos comentó que acostumbra a poner su ofrenda desde el día 31 de noviembre, a partir de las tres de la tarde, porque es el día en que llegan los niños que han trascendido y ese día espera a una de sus hijas.
-Dicen que vienen las niñas y yo le pongo la ofrenda a mi niña porque en eso creo
El día primero, dijo, viene su esposo, el señor Hipólito Olivos, quien recién falleció el año pasado y, además, sus papás y su hijo Luis Daniel Olivos Ortega, a quienes espera con mucho gusto y alegría de que la vengan a ver.
“Sí vienen o no vienen yo ya cumplí, si no vienen no hay problema y si vienen qué bueno que me vengan a ver”, dijo la señora Agripina con cierta tranquilidad.
En su ofrenda pone alimentos que le gustaban a sus familiares fallecidos: fruta fresca, pan, dos tazas de café con leche, atole, un plato con mole, tortillas, sal y agua; además, pone específicamente una cerveza para su hijo y un refresco para su esposo. Ella y su familia decoran su ofrenda con papel picado de colores y ponen la foto de sus difuntos, flores de cempasúchil y veladoras que desprenden un olor a cera.
Por otro lado, nos dijo que ese mismo día, el 1 de noviembre, en su pueblo existe la tradición de hacer fogatas o “lumbradas” para estar con su familia y dar dulces a los niños que pasan a pedir su calaverita. Así mismo, mencionó que la tradición ha cambiado un poco porque antes echaban muchos cohetes en el pueblo. La señora Agripina comentó nostálgica:
“Me acuerdo que cuando estaba Daniel, aquí enfrente estaba un terreno baldío y compraban montones de cohetes y los aventaban, por eso a mí no me gustaba salir y ahora ya no hay, los prohibieron, yo creo”
Sin embargo, considera que la tradición de las “lumbradas”, más allá de perderse, se ha reforzado con el paso del tiempo, pues dijo que ahora hay más gente que hace “lumbradas” y que se duermen hasta la 1 de la madrugada, incluso hay quienes se quedan más tiempo despiertos, pero ella no.
Finalmente, nos compartió que el día 2 de noviembre ella y su familia van al panteón alrededor de las tres de la tarde, cuando suenan las campanas de la iglesia, y llevan veladoras, flores de cempasúchil por su aroma fuerte y también llevan parte de la ofrenda, porque es el día en que los muertos regresan al panteón. Después de dos o tres días regresan a limpiar y a recoger todo lo que llevaron porque se echa a perder y se hacen gusanos.
Para la señora Agripina es muy importante que su familia se reúna en su casa para pasar estas fechas a su lado, porque es algo que ella hacía cuando vivían sus papás.
De acuerdo con el portal del Gobierno de México, San Antonio Tecómitl, es uno de los 12 pueblos originarios de Milpa Alta en la Ciudad de México, el cual tiene alrededor de 12 mil habitantes. Para sus pobladores, el Día de Muertos es una tradición muy importante, pues según la Comisión Nacional Forestal, van a la zona boscosa, desde dos semanas antes al Día de muertos, para recolectar todo lo necesario para la ofrenda de sus seres queridos, como la flor de cempasúchil, que juega un papel importante en las ofrendas, dado que por su color y su rico y fuerte aroma ilumina el camino de las almas. La Comisión Nacional Forestal dice que apoya a los productores del país para seguir conservando tradiciones como la del Día de muertos.
San Antonio Tecómitl cuenta con una iglesia principal que lleva el nombre de su Santo Patrón “San Antonio de Padua”, a quien celebran el día 13 de junio, siendo esta otra de sus tradiciones más importantes, según datos de la página oficial de Facebook de San Antonio Tecómitl.