Por Max González Reyes
El Movimiento de Regeneración Nacional, mejor conocido por sus siglas de Morena, se enfrenta actualmente a la renovación de su dirigente nacional. Como se sabe el partido fundado por el hoy Presidente Andrés Manuel López Obrador, obtuvo su registro como instituto político en julio de 2014. El organismo es el resultado de la escisión del PRD pues, como se recordará, López Obrador fue candidato de ese partido en 2006, elección en la que quedó en segundo lugar, sólo a medio punto del candidato ganador Felipe Calderón del PAN; y en 2012, donde el ganador fue el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto.
Mas allá de eso, Morena surgió como respuesta al agotamiento del sistema electoral que por décadas se mantuvo como hegemónico con un partido de Estado, y posteriormente, desde la reforma de 1996, había permitido el acceso a un sistema tripartita en el que el PRI, el PAN y el PRD se repartían el pastel político-electoral. Por otro lado, Morena se opuso al denominado Pacto por México, acuerdo político que firmaron los referidos partidos, aunado al PVEM y el PT, a inicios del gobierno de Peña Nieto. Como se recordará, fue a través del Pacto Por México que el gobierno de Peña Nieto buscó consensuar las llamadas reformas estructurales que a la postre presentó al Congreso de la Unión. Reformas como la energética, la educativa, la laboral, entre otras, fueron fruto de ese Pacto.
Como resultado de estos dos acontecimientos, López Obrador logró aglutinar el descontento de varios sectores políticos y sociales para ganar a su causa y formar Morena. Así fue como logró su registro como partido político en 2014 siendo su primer presidente el mismo López Obrador. Desde luego esto le sirvió para promocionarse a la candidatura presidencial de 2018, pues con el pretexto de ser el dirigente nacional recorrió todo el país señalado las fallas del Pacto por México y de los gobiernos anteriores, incluido el de Peña Nieto.
Desde su fundación y poco a poco López Obrador y Morena fueron consiguiendo adeptos a tal grado que para las elecciones intermedias de 2015 logró colocarse como la cuarta fuerza en la Cámara de Diputados a sólo un año de su creación formal, aunado a que varios Senadores se declararon sin partido porque se unieron a Morena, ello al no poder crear una bancada en la Cámara Alta.
Cabe mencionar que muchos de los integrantes de Morena fueron militantes del PRD que decidieron separarse del perredismo argumentando que el partido “traicionó sus principios” y con ello afiliarse a la nueva fuerza que iba en ascenso.
Como ya se sabe, en las elecciones de 2018 Morena lidereó una fusión de partidos agrupados en la alianza Juntos Haremos Historia, conformada con el PT y el PES, la cual no sólo ganó la Presidencia de la República sino la mayoría en la Cámara de Diputados y el Senado. Así pues, el partido pasó de niño a adulto en sólo cuatro años. Su ascenso fue meteórico.
Sin embargo, una vez que López Obrador es Presidente de la República, Morena se enfrenta a la primera renovación en la que no está de por medio el caudillo. Ello ha provocado una serie de enfrentamientos al interior del organismo.
De entrada el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ordenó la depuración del padrón de militantes de Morena, ello a raíz de la convocatoria de agosto de 2019 a un Congreso Nacional Ordinario, donde se definiría la ruta para la renovación de la dirigencia nacional. El TEPJF determinó que la convocatoria violaba los estatutos de Morena, principalmente en el tema del padrón de militantes. Posteriormente, el 26 de enero de 2020, se celebró el Congreso Nacional Extraordinario, convocados por la Presidenta de esa instancia, Bertha Luján, en donde se designó como presidente interino a Alfonso Ramírez Cuéllar y a nuevos integrantes del Comité Ejecutivo Nacional. Sin embargo, la Secretaria General en funciones de Presidenta, Yeidckol Polevnsky, desconoció los resolutivos de dicho Congreso, argumentando que ella no lo había convocado. A la par Ramírez Cuéllar solicitó licencia como diputado y desde entonces se asume como Presidente Interino.
Se podría decir que estos problemas son nuevos para Morena; sin embargo, no olvidemos que el antecedente más próximo del partido es el PRD, y fue precisamente los conflictos al interior del perredismo los que llevaron a su debacle y dejar de ser el principal representante de la izquierda en México hasta llegar a tener una representación mínima en el Congreso y las gubernaturas. Las diversas corrientes al interior del PRD lo fueron desgastando a tal grado que sus principales dirigentes buscaron refugio en Morena. La misma Polevnsky, fue senadora por ese partido; Ramírez Cuéllar fue uno de sus fundadores y diputado federal, al igual que Luján, quien tuvo varios cargos en el PRD; prácticamente todos los líderes de Morena tienen pasado perredista.
Los vicios que hoy tienen los morenistas los tuvo en su momento el PRD. La elección intermedia de 2021 será la primera prueba de fuego de Morena como gobierno. Si le hacemos caso a lo dicho por el Presidente en el sentido de que no se meterá en el conflicto que hoy vive el partido que él fundó, peligra la mayoría que obtuvo en la pasada elección de 2018, y todo lo ganado en pocos años se puede echar por la borda en unos meses.