Por Max González Reyes
Este año 2020 sin ninguna duda pasará a la historia por la propagación a nivel mundial del coronavirus covid 19. Es sabido que desde principios del año en diversas partes del mundo se presentó la pandemia que obligó a suspender prácticamente el ritmo de vida que se tenía y resguardarnos en casa.
En México el primer caso de covid se identificó hacia finales de febrero y para mediados de marzo se suspendieron actividades escolares y laborales. Ante ello, la Secretaría de Salud del gobierno federal diseñó una estrategia con la cual buscaba tener el control del avance de la pandemia. Fue así que la Secretaría mencionada implementó el llamado semáforo epidemiológico, el cual tiene el objetivo de transitar hacia una nueva normalidad, a través de un sistema de monitoreo para la regulación del uso del espacio público de acuerdo con el riesgo de contagio de covid-19.
A partir de ese semáforo se estableció que el color rojo es la “máxima alerta sanitaria” en la cual únicamente se permiten actividades esenciales, como la minería, construcción y fabricación de equipo de transporte; en el color naranja se permite que solo algunas actividades “no esenciales” vuelvan a la normalidad, pero deberá existir un gran cuidado con los trabajadores más vulnerables como los adultos mayores, las mujeres embarazadas o personas con inmunodeficiencia. En el semáforo amarillo, se estableció que pueden operar de nuevo todas las actividades esenciales y no esenciales sin ninguna restricción. Asimismo, se señaló que no será hasta llegar al semáforo en verde, cuando las escuelas sean reabiertas junto con el resto de actividades de esparcimiento como cines, bares y gimnasios, por decir algunos. Asimismo, en el semáforo verde toda la población podrá regresar sin peligro a retomar su vida cotidiana en el exterior, es decir, la nueva normalidad.
El objetivo del gobierno era que todos los estados se alinearan a dicho semáforo y en conjunto avanzar en el control de la pandemia. Sin embargo, algunos gobernadores que no son de Morena expresaron su inconformidad en que se aplicara el semáforo en su entidad, con lo que pusieron sobre la mesa el tema del federalismo. Así pues, la pandemia evidenció la descoordinación de los estados y la federación para acordar una acción en conjunto frente al a crisis sanitaria.
De manera paralela, el coronavirus se presentó en México en un momento de transición del sistema de salud en México, toda vez que a menos de dos años de asumir la presidencia Andrés Manuel López Obrador, estaba en proceso la desaparición del Seguro Popular en enero de 2020 para dar paso al Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi). Es decir, uno no terminaba de irse mientras que el otro no empezaba a nacer.
Aunado a ello, se suman los recortes al sector salud implementados como parte de la austeridad republicana del actual gobierno, que incluso ha llevado a la desaparición de dependencias como la Subsecretaría de Integración y Desarrollo, así como la incorporación de la Comisión Federal de Protección Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) a la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud, la cual dirige Hugo López Gatell.
Por otro lado, nos enfrentamos a la reticencia del Presidente López Obrador a mantener los protocolos preventivos que la misma Secretaría de Salud ha recomendado como el uso del cubrebocas y mantener la sana distancia. Es público que el Mandatario se reúsa una y otra vez a aplicar dichas medidas; él ha continuado con sus actividades y de unos meses atrás a la fecha ha retomado sus giras que en más de una ocasión han concentrado a un número considerable de personas.
La aplicación del semáforo epidemiológico también ha enfrentado la evasiva de la misma Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, pues ante el repunte de los contagios en la capital del país la mandataria local se reusó a declarar el semáforo rojo. Sheinbaum mencionó que la Ciudad se encuentra en emergencia por el aumento de casos de coronavirus en las últimas semanas, toda vez que los ingresos a hospitales se han incrementado al grado de compararse a los que se tuvieron en mayo, el punto más alto de la pandemia en la capital.
La Jefa de Gobierno pidió ayuda a la población ya que “si no hay apoyo mutuo (entre gobierno y sociedad) no se va a poder reducir la cadena de contagios”. Asimismo, hizo un llamado urgente a la ciudadanía por la emergencia sanitaria, “más allá” del semáforo epidemiológico. En su momento, la funcionaria aseveró que “estamos en alerta por covid-19”, sin atreverse a dar a conocer el color. Apuntó que será la Secretaría de Salud federal la dependencia que informe el estatus del semáforo capitalino.
No cabe duda que las autoridades fueron rebasadas por la pandemia. Desde junio, la Ciudad de México se mantiene en color naranja pese al aumento en el número de hospitalizaciones por covid 19.
Finalmente, fue hasta el pasado 18 de diciembre de manera conjunta entre el Subsecretario López Gatell, el gobernador del Estado de México y la jefa de gobierno, anunciaron que ambas entidades se colocan en el color epidemiológico en rojo hasta el 10 de enero de 2021.
Por todo lo anterior, los gobiernos se reúsan a acatar las propias medidas que establecieron y la pandemia ha mostrado esa fragilidad institucional ante el avance de ésta.