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Espectáculos faraónicos

Espectáculos faraónicos

La civilización de Egipto no fue un regalo del Nilo, como dijo Heródoto, sino un regalo de los egipcios a la civilización y la historia”, Solaiman Hozayen

Por Humberto Robles / @H_Robles

En 2021, Egipto sucedieron dos eventos monumentales para celebrar su milenario patrimonio cultural: el Desfile Dorado de los Faraones y la reapertura de la gran Avenida de las Esfinges en Luxor. A mi parecer, ambos actos no tuvieron la repercusión merecida, en parte debido a la pandemia que asoló al planeta, y en parte a la poca difusión que se hace a actividades que no forman parte de la cultura hegemónica.

La noche del 3 de abril de 2021, fueron trasladadas 22 momias (18 de reyes y cuatro de reinas, incluyendo a la célebre reina-faraón Hatshetsup) del icónico Museo Egipcio de El Cairo al moderno Museo Nacional de la Civilización Egipcia, el cual abrirá sus puertas a finales del presente año y que será el museo arqueológico más grande del mundo dedicado a una sola civilización.

Los 22 sarcófagos fueron trasladados bajo grandes medidas de seguridad, en autos decorados y blindados, en condiciones especiales y con temperatura controlada, los cuales recorrieron más de cinco kilómetros en medio de un faustoso espectáculo de tres horas de duración que culminó con salvas de cañón.

La imponente peregrinación del Desfile Dorado pasó por la reconocida plaza Tahrir, entre antorchas y un diseño de luces sorprendente, que fue acompañado por una serie de fuegos artificiales dignos de unos juegos olímpicos.

Esta recreación única en su tipo, tuvo un alto nivel de teatralidad y se inspiró en los antiguos ceremoniales egipcios, con decenas de actores, actrices y bailarines quienes representaban a dignatarios, soldados en sus carros, hombres a caballo, escribas, sacerdotes y sacerdotisas, todos con vestuarios que evocaban la indumentaria de una civilización que perduró tres mil años.

Un elemento fundamental fue la música, misma que fue compuesta -ex profeso para esta ceremonia- por Hesham Nazih e interpretada por la Orquesta Filarmónica de la Ópera de El Cairo, dirigida por Nader Abbasi. La soprano egipcia Amira Selim interpretó un cántico en la antigua lengua egipcia, cuya letra se basó en inscripciones del templo de Luxor. En el evento también se contó con la presencia de artistas como Nesma Mahgoub, Riham Abdel Karim y la violinista Salma Sorour, entre otros. Las letras de muchos de los cantos fueron extraídas de textos que aún se conservan en las paredes de las pirámides y otras del Libro de los Muertos.

Previo al acto, Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO, había expresado en un comunicado de prensa que “ante nuestros ojos desfilará la historia de la civilización egipcia” y así fue, cumpliendo con su cometido y deslumbrando a todos aquellos que lo vieron.

De igual forma, el 25 de noviembre de ese año, se llevó realizó la reapertura de la gran Avenida de las Esfinges en Luxor, la antigua ciudad de Tebas, que alguna vez fuera la capital de Egipto, y que permaneció sepultada por las arenas del desierto durante siglos. Esta avenida de 2,700 metros y de tres mil años de antigüedad, está flanqueada por decenas de esfinges con cabeza de carnero, la cual une dos templos maravillosos, el de Luxor y el de Karnak. A este sitio, las autoridades egipcias lo llaman atinadamente “el mayor museo al aire libre del mundo”.

El evento tuvo elementos similares al anterior: decenas de actrices, actores y bailarines, acompañados de música y luces, esta vez emulando la fiesta de Opet, la festividad más famosa que se llevaba a cabo en Tebas, a fin de celebrar la fertilidad y las crecidas del río, y donde se recreaba la visita anual del dios Amón-Ra, su esposa Mut y su hijo Jonsu -quienes moraban en el templo de Karnak-, al dios Amón-Min en su templo en Luxor.

Como una parte del trayecto original de dicha fiesta transcurría en las aguas del río Nilo, también se reprodujeron varias barcazas doradas, como barcas sagradas, inspiradas en las inscripciones de bajorrelieves y pinturas de los templos.

Entre los célebres artistas que participaron en la ceremonia estuvieron Mohamed Hamaki, Lara Iskandar e Hind Al-Rawi.

Los dos actos se efectuaron ante las máximas autoridades egipcias y fueron transmitidos por varias cadenas de televisión. Y en el caso del Desfile, algunas escenas se grabaron previamente en las pirámides de Giza y otras en el templo funerario de la reina-faraon Hatshepsut, cerca del Valle de los Reyes.

Ambos espectáculos sirvieron para renovar en muchos la pasión por la cultura egipcia o invitaron a que las nuevas generaciones se interesen por ella porque, como dice Joann Fletcher, egiptóloga y profesora en la Universidad de York, “Egipto es una civilización que la construyeron personas como tú y como yo” (“The story of Eyipt”) y eso la vuelve aún más fascinante.

Habrá quien diga que los dos eventos se trataron de algo digno de Hollywood o de Broadway, pero nada más alejado de la realidad, ya que fue algo de verdaderas proporciones faraónicas, digno de reyes y reinas que sabían perfectamente el impacto que el espectáculo produce en la gente.

En internet se pueden encontrar varios videos de los dos actos, para los que deseen deleitarse con la música, luces, danzas y bailes en puestas sumamente teatrales que seguramente habrían fascinado a los antiguos pobladores de Egipto y a los propios faraones.

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