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Fractura en Morena

Por Max González Reyes

Desde que obtuvieron el registro como partido político en 2014, Morena se ha presentado como una nueva opción política. Aunado a eso, desde que ganaron las elecciones en 2018 se han presentado como un grupo que rompe con el pasado. Para los integrantes de Morena todo lo anterior estuvo mal hecho y por lo tanto hay que volverlo hacer. Aunque muchos de sus dirigentes no lo quieren aceptar, en realidad son una mezcla de distintas corrientes políticas que en distintos momentos se han enemistado con el régimen existente y que han encontrado cobijo en las siglas del partido guinda.

Como se recordará, la mayoría de los integrantes de Morena vienen del extinto PRD, que a su vez fue una escisión del PRI. Basta recordar que el PRD tuvo sus orígenes en la creación del Frente Nacional Democrático (FND) que se creó a partir de las elecciones de 1988. El PRD aglutinó a buena parte de líderes políticos inconformes con el partido hegemónico del régimen priista. Desde ahí estuvieron impulsando reformas que a la postre permitieron, primero, la alternancia en el Congreso de la Unión y, después, en la titularidad del poder Ejecutivo en el año 2000. Si bien es cierto, en ese año no ganó el PRD, sí tuvo mucho que ver en que el PRI no ganara y que la presidencia la obtuviera el PAN con su candidato Vicente Fox.

A principios de 2013 un puñado de integrantes del PRD prefirieron separarse, con lo que conformaron una nueva organización que aceptó a inconformes de distintas fuerzas. Esa nueva organización se perfilaba a caminar por sí sola para configurarse como partido político en 2014. Tal fue la fuerza de su dirigente Andrés Manuel López Obrador que en 2018 logró ganar la elección presidencial, y a la par, tener presencia en todo el territorio nacional, lo cual el PRD nunca logró. Aunado a ello, ya con mayoría en las cámaras y en los congresos locales, Morena continuó aceptando a integrantes y líderes de otros partidos. Desde 2017 se empezaron a sumar infinidad de priistas, panistas y perredistas que vieron en la ola levantada por López Obrador una oportunidad para continuar con su carrera política a fin de conseguir un cargo, ya sea como diputado, senador, o como gobernador e incluso algún puesto en el gabinete. Fue por ello que Morena se llenó de diferentes políticos venidos de otras fuerzas. Hoy podemos ver que en Morena convergen diversos grupos que en un principio tenían como referente y líder absoluto a Andrés Manuel López Obrador.

Sin embargo, una vez que el líder se “retiro” de la actividad política salen a relucir las diferencias que en realidad siempre han existido en Morena. Recientemente hemos visto la inconformidad de diversos sectores por la incorporación de algunos personajes que tienen un pasado en otros partidos, como es el caso de los senadores Miguel Ángel Yunes Márquez y Alejandro Murat, que hace unos días decidieron afiliarse a Morena. Los dos gobernadores de los respectivos estados de los senadores, Rocío Nahle, de Veracruz y Salomón Jara, de Oaxaca, expresaron su inconformidad por la afiliación de los senadores. Ambos gobernadores se opusieron a las decisiones de la dirigencia de su partido y solicitaron a los diputados y senadores de sus respectivos estados manifestar públicamente su rechazo a dichas incorporaciones.

Como se sabe, ambos legisladores, Murat y Yunes, tienen una larga historia de confrontación en sus respectivos estados: Alejandro Murat fue gobernador por el PRI en Oaxaca; y tanto él como su padre, José Murat, han sido denunciados públicamente por el actual gobernador Salomón Jara (de Morena). Caber señalar que en varias ocasiones lo ha señalado como un cacique y ha denunciado la corrupción durante el gobierno de los Murat. Por su parte la gobernadora de Veracruz Rocío Nahle (también de Morena) ha tenido una serie de confrontaciones con los Yunes, en particular con Miguel Ángel Yunes Linares quien el año pasado, durante la campaña por la gubernatura, le organizó una protesta en la cafetería La Parroquia, en Veracruz, que la obligó a cancelar una conferencia de prensa y salir en medio de gritos de “¡fuera Nahle”.

De igual manera, las diferencias en Morena se empiezan a percibir con los aliados que forma mayoría en el Congreso. La propuesta que mandó la presidenta Claudia Sheinbaum para poner fin al nepotismo electoral tenía la intención que se aplicara a partir de 2027, pero la presión de algunos senadores como Félix Salgado Macedonio (de Guerrero), Saúl Monreal (de Zacatecas), así como el interés de la senadora del PVEM Ruth González Silva, esposa del gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo, impidió que la propuesta se aplicara dentro de dos años. Finalmente, el Senado aprobó que esa reforma entrara en vigor hasta 2030. Con ello, los legisladores mencionados podrán buscar la candidatura a la gubernatura de sus estados en 2027.

Este cambio respecto de la propuesta de la presidenta Sheinbaum puede ser el inicio de fracturas al interior de Morena. A diferencia de las iniciativas que mandó López Obrador cuando era presidente, que no le cambiaron “ni una coma”, a Sheinbaum ya le modificaron una; y apenas está iniciando su gobierno.

Es probable que las fracturas en la coalición gobernante no vengan de las presiones de la oposición, sino que se presenten dentro del mismo bloque que lidera Morena. Morena sufre del mismo mal del que murió el PRD: la división interna. Esta primera fractura puede ser el inicio de una mayor que no le dé para mantenerse unida de aquí al final del sexenio. Finalmente, en Morena puede ser que el enemigo esté en casa.

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