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La noche de 12 años, excelente película sobre la fortaleza humana frente a los gobiernos militares

Juan Carlos Hernández Rosete

CDMX, 21 de octubre 2018.- En esta semana se estrenó en la Cineteca Nacional la película La noche de 12 años del director uruguayo Alvaro Brechner, cinta que ya se había presentado en la sección Orizzonti de la Mostra de Venecia, los festivales de San Sebastián y Biarritz. Basada en el libro Memorias del calabozo, narra el encierro y aislamiento que padecieron José Mujica, Mauricio Rosencof, y Eluterio Fernandez Huidobro, tres figuras importantes en la historia política y de la cultura del Uruguay.

Los tres personajes, Rosencof, Fernandez Huidobro y Mujica (interpretados por los actores Chino Darín, Alfonso Tort y Antonio de la Torre respectivamente), fueron detenidos en 1973 cuando eran miembros del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros en Uruguay. Después de las detenciones, los tres fueron recluidos en una cárcel regular hasta que una noche fueron sustraídos junto a otros seis prisioneros para ser depositados en instalaciones clandestinas habilitadas durante la dictadura. Ahí la junta militar les comunica que por no haberlos matado en su momento, los iban a volver locos, que a partir de ese momento, dejaban de ser prisioneros para ser rehenes.

La película muestra la condición infrahumana en la que fueron colocados los tres hombres durante todo el periodo que duró la dictadura en el Uruguay (1973-1885). Constantemente eran cambiados de una prisión a otra para no ser localizados por sus familiares, es decir, por mucho tiempo estuvieron en calidad de desaparecidos. En algunas prisiones el espacio no era tan reducido, pero en muchas ocasiones tuvieron que sobrevivir años en espacios de pocos metros, incomunicados, sin ningún objeto como papel y lápiz, y alimentándose con las sobras que de lo que comían los custodios.

En tal aislamiento, usual en los métodos de crueldad que tienen por objetivo despojar a los individuos en reclusión de su calidad como personas, los hombres caen en el delirio, escuchan cosas, imaginan cosas como José Mujica que pensaba que durante los procesos de tortura le habían instalado un aparato en el oído para controlarlo. Con el aislamiento y confinamiento intenso por no poder ver la luz del día, pierden la noción de las semanas y los meses. La existencia sin el contacto con los otros, se vuelca hacia adentro y el sujeto comienza a habitar únicamente en sus recuerdos y delirios. En el film se puede apreciar el trabajo que realizó el director reconstruyendo la experiencia de los tres personajes, a partir de lo cual se muestran –como flashbacks– los recuerdos de horror durante las sesiones de tortura a los tres hombres, pero también los recuerdos gratos, con sus familias, con sus parejas, que en la situación límite en la que permanecieron durante tantos años, esos recuerdos fueron lo que les permitió aferrarse a la vida.

La obscuridad del encierro tiene un contraste en los momentos de vitalidad que también se muestran en el film. Para no volverse locos, los tres hombres inventan una manera de comunicarse mediante toquidos en la pared de la celda, comunicación que se va tornando compleja hasta un punto en el que pueden hacer cosas como jugar ajedrez. La película tiene un guion sólido, con elementos de humor negro y sarcasmo ya que en varias escenas se subraya la estulticia de los militares. Hay una escena en un baño en la que un custodio manda llamar a un oficial de mayor rango para preguntarle si pude quitarle las esposas a uno de los presos para que pueda sentarse a defecar. En otra interacción con los militares,  el preso Rosencof –que es escritor– le ayuda a un oficial a acercarse a una mujer a través de cartas que él le escribe. El film muestra el lado más feroz y cruel de los militares de aquel tiempo en el Cono Sur, pero también ese otro lado torpe y lleno de contradicciones como han sido representados en otros filmes sobre las dictaduras en aquellos países.

Con el plebiscito constitucional de 1980, que fue una consulta popular realizada en Uruguay en el que la mayoría de la población expresó que ya no querían un gobierno militar, se va relajando la mano dura contra los presos políticos al tiempo que la dictadura va llegando su fin. A los rehenes políticos los comienzan a visitar sus familias, aunque a algunos no los reconocen como a Rosencof, y los militares empiezan a maquillar su actuación haciendo montajes para presentar en “buenas condiciones” a los presos frente a instancias internacionales como La Cruz Roja.

Después de 12 largos años de reclusión, en 1985 finalmente fueron liberados los tres rehenes juntos a muchos otros presos políticos. La película que desborda talento en todos los planos como en la fotografía, en su guion y actuaciones, sacude porque refresca la memoria respecto a la actuación criminal de las juntas militares en aquellos países, y conmueve la fortaleza de personajes como José Mujica quien asumió la presidencia de Uruguay en 2010 a los 75 años.

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