El sábado pasado el comunicador Ricardo Alemán publicó en su cuenta de Twitter algo que generó una reacción inmediata entre cientos de miles de usuarios. Y es que según él, sólo reenvió un mensaje que no era de su autoría: “A John Lennon lo mató un fan, a Versache lo mató un fan, a Selena la mató una fan, a ver a qué hora chairos”. La respuesta en las redes no se hizo esperar, algunos lo interpretaron como un discurso que abona a los promocionales del miedo de los opositores a López Obrador, pero muchos otros lo leyeron como una incitación a matarlo.
Para el domingo en la mañana Alemán ya había sacado un video pidiendo una disculpa, explicó que la falta de pericia en el manejo de la tecnología tuvo que ver con su error, que “no era la intención”, pero para la tarde del domingo la presión que se ejerció a través del hashtag #NoAlPeriodismoSicario tuvo sus efectos, Televisa y Canal Once, dos de los medios en los que colaboraba Alemán, comunicaron su separación. De esta forma, se tiene un caso más en México de despido de figuras públicas por algo que escribieron en sus redes sociales.
Varias lecturas empezaron a circular después del acontecimiento, algunas apuntaron lo necesario que es hacer un alto para tomarse algunos segundos antes de soltar un comentario en redes sociales, y en otras se llegó a mencionar que Televisa cortó a Ricardo Alemán porque ya ven el triunfo de Obrador, sin embargo, nos parece que el foco del problema radica en otra cuestión. Alemán lleva más de 10 años instalado en la descalificación a un conjunto de temas, no sólo contra a López Obrador. En los varios programas que ha conducido en Televisión Mexiquense, constantemente golpeaba al gobierno de la CDMX de Marcelo Ebrad, a autoridades locales, gobiernos de la oposición y, en el ámbito internacional, a los gobiernos del Mercosur que hace 10 años estaban fortalecidos. En la sección internacional, siempre se expresó de manera simplona y reduccionista calificando de socialistas y populistas a Correa, Evo y a Cristina Fernández, presidentes de Ecuador, Bolivia y Argentina respectivamente.
En el año 2012 -en Mexiquense TV- tenía un programa llamado “La báscula”, ahí se enfocó a legitimar la candidatura de Peña Nieto y a descalificar arteramente para las audiencias del Estado de México a Obrador. Algo lamentable de aquel programa era la utilización de jóvenes comunicadores –para convencer a otros jóvenes– que repetían los mismos discursos de Alemán, quien desde entonces evidenciaba estar al completo servicio de los gobiernos del PRI, y ser un ejemplo destacado del periodismo chayotero contemporáneo. El ataque frontal y sin escrúpulos le abrió otros espacio como en Televisa y Canal Once (tristemente sometido en esta administración a la promoción de las actividades del ejecutivo), pero poco le duró el gusto al mexiquense por el deslinde de las empresas ante su desmesura en el actual periodo electoral en el que varios comunicadores han comenzado a mesurarse.
Julio Hernández López señaló que la etiqueta #NoAlPeriodismoSicario no fue concebida solamente para un caso y por los sucesos de un solo día. “Es una denuncia y una exigencia contra otros que agreden desde los medios y las redes sociales, que ‘informan’ distorsionando, por dinero y por consigna”. La presión que se realizó el sábado contra el discurso de odio de Ricarso Alemán, es un recurso que no estaba presente en los dos procesos electorales anteriores, iniciativas de este tipo nos parecen que muy necesarias de acá en adelante.