Por Juan Yves Palomar / @juanyvespalomar
En días pasados se anunció a través de las redes sociales la intención de un grupo reducido de personas de organizar un evento con una banda de filiación neo-nazi en Guadalajara. La banda estelar del evento se llama `Der Sturmer», de quien se presume que sus integrantes militan en una agrupación de carácter fascista en un país europeo.
Ante la noticia diferentes organizaciones sociales, estudiantes y activistas de Jalisco se pronunciaron en contra de la realización de un evento público de inspiración abiertamente supremacista y racista. Esto en una ciudad hospitalaria como Guadalajara, en un país como México en donde el mestizaje y la identidad migrante nos acompañan desde tiempos ancestrales.
También a través de las plataformas digitales circuló la versión de que este evento estaba siendo alentado por funcionarios públicos, muy concretamente policías del municipio de Guadalajara. Ojala, así como el Ayuntamiento salió a los medios de comunicación acertadamente a posicionarse en contra de la realización de este evento, se pueda aclarar la no participación de efectivos en esta promoción o en caso de confirmarse esta versión, sea debidamente sancionada esta acción.
¿Por que debe ser prohibido terminantemente cualquier evento nazi o fascista en Guadalajara? Simple y sencillamente porque los fundadores de esta corriente de dogmas provocaron y avalaron el asesinato y el exilio de millones de personas en todo el mundo durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial. No debe existir tolerancia ante el intolerante, curiosa pero muy importante paradoja que se debe de aplicar, Karl Popper dixit.
Hannah Arendt una de las mas importantes filosofas del siglo XX reflexiono profundamente sobre el proceso Nazi en Alemania y sobre las consecuencias del totalitarismo en Europa y el mundo. En su elaboración sobre el nacionalsocialismo denunció con vehemencia el proceso de despersonalización que sufre el individuo cuando se vuelve incapaz de distinguir entre el bien y el mal excusándose muchas veces bajo el esquema de que “solo cumplían órdenes.”
¿Qué significa que la Guadalajara del 2023 exista un grupo de personas que 77 años después del fin de la segunda guerra mundial esten dispuestos a convocar públicamente a un evento neo-nazi? Aunque para algunos despistados les parezca plausible defender la libertad de expresión para este tipo de posturas políticas no lo es. Es directamente incompatible con cualquier democracia el hecho de querer dar cabida a una expresión pública que asume que existen vidas prescindibles o personas a las que les niegan su humanidad por el simple hecho de tener una apariencia distinta o una forma de pensar diversa.
En la actualidad en Guadalajara existen unas muy arraigadas comunidades alemanas, francesas y estadounidenses, así como de muchos otros países viviendo en la ciudad de forma pacífica. Muchas familias llegaron aquí después de la guerra, muchas otras ya lo habían hecho por muchas otras razones. En Guadalajara encontraron así miles de personas de diferentes geografías una tierra para volver a empezar y trazar nuevos horizontes en sus vidas, con sus recientes matrimonios y con nuevas generaciones de sus familias. Muchos de los que llegaron en esas épocas hoy son abuelos o incluso ya no viven, pero sus familias se han vuelto igual de tapatíos y colaborado a construir la Guadalajara de hoy, al igual que el resto.
En honor a las personas y las familias que han vivido en carne propia el impacto físico y psicológico del totalitarismo debemos manifestarnos y sostener públicamente la exigencia en contra de cualquier acto o actividad nazi. Familias enteras fueron exterminadas por el nacionalsocialismo y con su erradicación se cegaron decenas de formas de entender la vida, diferentes maneras de relatar nuestro mundo. Historias que no regresaran y que hoy lo mínimo que podemos hacer es honrarles poniéndole un alto al fascismo.
Condenar y oponerse al nazismo es defender la democracia. Entender que en estado de derecho en donde se promueve la igualdad ante la ley y los derechos humanos, simplemente no es viable darle espacio al supremacismo. No hay elecciones libres posibles cuando un grupo político está dispuesto a exterminar a los otros. Plantarle un alto a los nazis no solo es defender la libertad, la democracia y la vida misma, es asegurar la supervivencia de la república sobre la tiranía.
Ayer, hoy y siempre: ¡Que viva la resistencia! ¡Que viva la república!