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OPINIÓN | Infancia con el corazón roto

Por Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan

Como sociedad poco o nada sabemos de las niñas y de los niños que enfrentan las atrocidades de la violencia delincuencial. Se ignora su sufrimiento y no se dimensionan las secuelas que dejan como marca indeleble, los hechos deleznables de la desaparición de una madre o un padre. En el silencio de los niños y niñas, no alcanzamos a percibir lo que sienten. Quedan a la deriva y en la mayoría de los casos, cuando se busca ayudarles, solo se les brindan alimentos y un techo donde guarecerse. Nuestro razonamiento se limita a decir “Están chiquitos, no saben lo que está pasando”. En ciertos momentos los familiares adultos, llegan a comentar que por las noches los niños preguntan “¿Cuándo va a llegar mi mamá?”. Estas preguntas tienen un trasfondo que guardan multiplicidad de sentimientos encontrados, que difícilmente se les ayuda a que puedan expresar sus miedos y dolores.

La tragedia de las personas desaparecidas es el punto de quiebre que se ha dado entre los gobiernos en turno y sus familiares. Recientemente la Secretaría de Gobernación (SEGOB) informó que “de los años 60 al 31 de diciembre del 2019, 147 mil 33 personas fueron reportadas como desaparecidas, de las cuales 85 mil 396 fueron localizadas y 61 mil 637 no han sido encontradas. El 74% son hombres y el 25.7 % son mujeres”. En Guerrero, del total de reportes de desapariciones se tiene un registro de 4 mil 251, de los cuales 2 mil 938 corresponden a personas que siguen desaparecidas, siendo la novena entidad con las cifras más alta en el país.

El subsecretario de derechos humanos de la SEGOB, Alejandro Encinas, destacó que durante el primer año del actual gobierno federal se recibieron 9 mil 164 denuncias de personas desaparecidas, de las cuales 5 mil 184 son personas no localizadas y 3 mil 980, ya han sido encontradas. Sobre el estado de Guerrero en el último año, tomando como referencia el 1 de diciembre del 2018 al 31 de este mismo mes del 2019 se reportaron 437 denuncias de personas desaparecidas, de las cuales 269 siguen sin ser localizadas y 168 ya fueron encontradas, ubicando al estado en el cuarto lugar con más hallazgos en el país. Por otra parte, detalló que hay reportes de 3 mil 93 mujeres desaparecidas en México, de las cuales mil 816 ya fueron localizadas y mil 277 sus familiares continúan buscándolas.  En nuestro estado hay una cifra de 152 mujeres desaparecidas, siendo 86 las que han sido localizadas y 66 que no se sabe de su paradero.

Un dato que no se había proporcionado en otros informes, es el registro de niñas, niños y adolescentes que se han reportado como desaparecidos, siendo 2 mil 720 infantes en México, de los cuales mil 7 siguen sin ser localizados. De Guerrero son 148 casos, logrando localizar 96 y 52 niños, niñas y adolescentes continúan desaparecidos.

Es un informe sumamente dramático que muestra una radiografía de un México ensangrentado, que viene arrastrando desde hace décadas la cauda incandescente de la violencia.  Es un México roto, que ha dañado profundamente los cimientos de una sociedad que ha sido secuestrada por la delincuencia institucionalizada, que está protegida por el manto de la impunidad, y la delincuencia organizada, que cuenta con la complicidad de las autoridades de los tres niveles de gobierno. El mismo presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, en su mensaje de año nuevo manifestó “… que, en administraciones pasadas, líderes del narco como Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, preso en Estados Unidos, tenían tanto poder e influencia como el presidente de la República”. Es decir, que la seguridad de los ciudadanos y ciudadanas estaba supeditada a la seguridad de los grandes capos del narcotráfico. Si esto ha quedado corroborado con la detención de Genaro García Luna, podemos decir que en los diferentes ámbitos de los gobiernos estatales y municipales se reeditan estas historias funestas, donde el maridaje entre políticos y delincuencia son parte de la normalidad democrática.

Los problemas estructurales de las violencias en nuestro país nos han devastado por el horror de una guerra que declaró el ex presidente Felipe Calderón, poniendo a su alfil, Genaro García Luna, quien afianzó su poder a lado de “El Chapo”, para alentar los negocios de la economía criminal y capturar a las instituciones de seguridad y de justicia, para brindar protección a los perpetradores. Este pacto de impunidad es el que nos ha arrastrado al torbellino de la muerte y de la desesperanza. Es el causante de esta debacle que ha truncado proyectos de vida de jóvenes y niños, que han cegado su existencia o que les han clavado una daga en el corazón por la desaparición o asesinato de sus padres o hermanos.

El 22 de agosto del 2018 alrededor de las 16:30 horas, fueron desaparecidas doña Gabriela, doña Beatriz y una pequeña niña de cinco años, es decir, la abuelita, la hija y la nieta, quienes salieron en una camioneta nissan, de la comunidad de Atlamajac rumbo a su terreno ubicado sobre la carretera federal Tlapa – Puebla. Su familia al constatar que no regresaban para comer, se trasladó al lugar donde encontraron la camioneta con las llaves puestas (así se encontró también la camioneta de Arnulfo Cerón). Pidieron auxilio al comisario municipal, quien ordenó sonar las campanas para convocar a los pobladores. Al siguiente día varios grupos recorrieron la cañada de Tlapa – Huamuxtitlán y las barrancas que se ubican alrededor de Atlamajac. El esposo de doña Gabriela, que es miembro de la policía del estado, dio parte a su corporación a las 19:40 horas de ese mismo día, sobre la desaparición de sus tres familiares. Un grupo de la policía del estado realizó recorridos en el tramo de la carretera donde desaparecieron a las tres personas, sin embargo, no obtuvieron ningún resultado. A pesar del reporte y de la denuncia que interpusieron ante el ministerio público, no hay ningún indicio sobre su paradero.

El 26 de febrero del 2019 el esposo de la doña Gabriela amplió su declaración ante la Fiscalía Especializada en búsqueda de personas no localizadas, manifestando que el 25 de enero del 2019 marcó al número de su esposa y entró la llamada “escuchando voces de personas del sexo masculino”. Dio cuenta también de que el teléfono lo utilizan de manera intermitente, porque cuando lo marcan en algunas ocasiones suena y otras, manda directo a buzón. Dio referencias también de personas con las que su esposa tuvo algunos problemas relacionados con la compra – venta de un terreno. A pesar de todos esos datos, los familiares no han recibido información del ministerio público para proporcionarles los avances de la investigación. Se encuentran en total indefensión porque además de vivir en la incertidumbre, han tenido varios incidentes relacionados con su seguridad. El esposo de doña Gabriela ha constatado que hay personas que lo siguen, sobre todo, cuando acude ante las instancias competentes con el fin de solicitar a las autoridades que intervengan.

Con la localización del defensor de derechos humanos, Arnulfo Cerón Soriano, a los 40 días de su desaparición, varias familias de personas desaparecidas de municipios de la región, se organizaron para acompañar a las brigadas de búsqueda que se realizaron por parte de la Comisión Nacional de Búsqueda y la misma Fiscalía General del Estado. Este esfuerzo conjunto con la participación decidida de los familiares dio como resultado la localización del compañero Arnulfo y la ubicación del cuerpo del presidente electo de Cochoapa el Grande, Daniel Esteban González. En una segunda jornada de búsqueda se localizaron dos cuerpos más, uno a cinco metros de distancia donde fue encontrado el cuerpo de Arnulfo y el segundo en las estribaciones de la colonia Contlalco en el municipio de Tlapa. Estos hallazgos han animado a más de 15 familias que se han conformado como el colectivo “Luciérnaga, una luz en la oscuridad”, que desde el 20 de noviembre hasta la fecha han estado trabajando para organizar otras jornadas de búsqueda con el apoyo de la Comisión Nacional, para encontrar a sus seres queridos. Al reencontrarse como familias que han sido víctimas de la violencia, han podido romper el silencio y adquirir la fuerza necesaria para hacer frente a las amenazas de los perpetradores.

En este 6 de enero las niñas y niños de estas familias convivieron y departieron alrededor de una rosca de reyes, para tejer los lazos de amistad y para hacer menos dolorosa esta situación, que tanto las autoridades como la misma sociedad, se encargan de invisibilizarlos, por su extrema vulnerabilidad y porque no escuchan sus voces y mucho menos le dan su lugar como víctimas de la violencia. Tuvimos la dicha de conocer cómo una hija de doña Gabriela expresara en su Facebook este mensaje:

Querido 2020, te pido de todo corazón fortaleza y sabiduría para poder encontrarlas, ya un 1 año 4 meses desde aquella tarde 22 de agosto del 2018. Asido muy desesperante   con tortura en la cabeza de preguntarnos a nosotros mismos donde estarán, qué pasó xque tanto coraje así ellas, que angustiante no saber de ustedes. Fechas de familias unidas, pero para nosotros no lo es así.  Algo muy difícil.  Querido 2020, te pido que nos brindes tu ayuda en tus días x venir y que en esos días nos des de tu gran ayuda para poder encontrarlas y sin más poder estar la familia completa.  Qué falta tan grande nos hacen, muchísima falta mamá Gaby que nos ases. Te extraño😥 tía de mucha falta Asia tus hijos y más Asia mi💔.  Te extraño Yuli ases falta 🤧, extraño tus gritos y regaños Asia tus hermanos.  Las extrañamos demasiado no hay día en que no piense en ustedes les mando un beso y un abrazo a donde quiera que estén. Se que Algún día estarán de vuelta aki con nosotros. Familia, amigos apoyen a compartir para que puedan estar con nosotros y poder estar la familia completa otra vez. Muchas gracias x su ayuda…”

Tenemos que escuchar estas voces de una infancia con el corazón roto.

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