Por Max González Reyes
Desde que inició su gobierno el Presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que gobernaría como si fueran dos sexenios. Para muchos esa declaración se refería a reelegirse o en el mejor de los casos intentar alargar su periodo de gobierno. Sin embargo, el Mandatario aclaró que se refería a que trabajaría 16 horas al día para que le rinda el tiempo y hacer dos sexenios en uno solo. Aunado a ello declaró que los fines de semana haría recorridos por los estados del país a fin de mantener la dinámica de trabajo y, principalmente, no perder el contacto con la gente. Dicho sea de paso, en esas giras, se han presentado manifestaciones en contra de mandatarios y autoridades locales opuestos a Morena que en varios casos han llevado a que el Presidente se convierta en mediador; o incluso sus encuestas a mano alzada han sido en estos eventos, que más parecen mítines de campaña política que actos de gobierno, pues en su mayoría asisten afiliados o simpatizantes a su partido político.
El Presidente ha cumplido su palabra. A diferencia de sus antecesores, que los fines de semana se resguardaban en Los Pinos (antigua residencia oficial), López Obrador está en constante actividad: viaja en vuelos comerciales, da su conferencia mañanera, sube videos a redes sociales, se reúne con diversos actores, atiende la actividad legislativa, etc, etc. Es un mandatario muy activo; quiere pasar a la historia como el más activo de los presidentes de toda la historia nacional. Ese es parte de su programa de gobierno. De ahí el objetivo de no descansar.
Toda esta actividad se vio suspendida por la aparición de la pandemia del coronavirus, covid 19. Ante esta emergencia sanitaria que aun hoy se pasea por todo el país, el Presidente tuvo que detener su ritmo de trabajo. Si bien no canceló su conferencia mañera, sí tuvo que suspender sus giras y vuelos comerciales, particularmente los fines de semana, para hacer sus giras. Incluso a principios de la pandemia en el país se cuestionaba si era pertinente mantener la conferencia matutina. Finalmente se resolvió limitar el número de asistentes (reporteros) y mantener la Sana Distancia que el mismo gobierno ha promovido.
Sin embargo, al Presidente le urge regresar a la actividad. En su proyecto de nación, se le acaba el tiempo, por eso es que minimiza la gravedad de la oleada de muertes provocada por el covid 19. Para él es pérdida de tiempo esperar que pase lo más grave. De su cuenta, no hubiera suspendido las giras de fin de semana. Sólo porque el Consejo de Seguridad recomendó no hacer aglomeraciones, pero el Presidente se mantendría en el ritmo que traía hasta mediados de marzo.
Es por ello que aun cuando el propio gobierno federal estableció un semáforo para medir el grado de peligrosidad en cada estado, y que mantiene a prácticamente todo el país en zona roja, es decir, de máxima peligrosidad, el presidente reinició sus giras el 1 de junio en el sureste mexicano. Para él es de suma importancia dar el banderazo de salida para la construcción del Tren Maya.
Es probable que el Mandatario se sienta rebasado por las conferencias que por las tardes ofrece el Subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, respecto al seguimiento de la pandemia en el país, toda vez que según algunos estudios tiene mayor impacto y seguimiento esta última que las conferencias mañaneras del Presidente. Es un hecho que el Subsecretario le ha robado cámara al Presidente.
Al retomar sus giras por el país, el Jefe del Ejecutivo señaló que en dado caso que se relaje la disciplina y haya rebrotes de la pandemia de covid-19 en zonas donde ya habían aminorado los contagios, suspendería nuevamente su actividad. Sin embargo, al retomar la actividad, prácticamente hubo un repunte generalizado de la movilidad en el país. Es por ello que no se entiende la prisa del presidente para retomar sus actividades. Es sabido que un rebote en la pandemia sería aún más grave que la primera oleada.
Se vislumbra un discurso contradictorio en el mandatario: por un lado inicia y programa todo un rol de actividades para la primera semana de junio, y a la par llama a seguirse cuidando, a la sana distancia, a no salir de casa salvo a lo indispensable, a mantener las medidas sanitarias para poco a poco ir regresando a la normalidad.
El Presidente lleva prisa; no quiere desperdiciar el tiempo de su sexenio esperando que pase la pandemia. Aunque las propias instancias de salud hayan pintado de rojo a todo el país, eso no es impedimento para realizar giras, inaugurar trenes, hacer actos públicos. Quizá se deba a que le costó tres sexenios llegar a la máxima magistratura y quiere exprimir lo más que se pueda el tiempo. Pero como el futuro es impredecible, no contaba con resguardarse unos meses.
Como fichas de nominó, al retomar actividades por el país, el presidente dio en mensaje de todos se pueden mover. Él ya está en lo suyo, donde mejor se mueve. Uno de los grandes proyectos de su gobierno es que al final del sexenio quede concluido el Tren Maya, por lo que no se puede suspender una pandemia que paraliza a todo el mundo.