“El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata en América, el exterminio, la esclavización y sepultamiento de la población indígena en las minas, la insipiente conquista y saqueo de las Indias Orientales, la transformación de África en una reserva de caza comercial de pieles negras, son los rasgos distintivos de la aurora de la era de producción capitalista”.
Carlos Marx
Por Molay Maza Ontiveros
El proceso de acumulación originaria o primitiva del capital, es aquel en que se expropia y centraliza la riqueza natural y social para que unos cuantos, explotando a la mayoría violentamente, maximicen las ganancias enriqueciéndose pocos y empobreciéndose más. Chorreando sangre y lodo por todos sus poros, así nace el capital, diría el viejo Marx. Retomando a Rosa Luxemburgo, David Harvey apuntan que ese proceso se repite constantemente y en todo el mundo, no es un proceso de inicio u origen, si no de reorganización del propio capital, lo llama acumulación por despojo.
Esa es la disyuntiva, lo qué se juega en estos días, si se mantiene la legalización del despojo impuesta antidemocráticamente y por la vía de los sobornos recibidos por legisladores el PAN (actual sucursal del partido ultraderechista español Vox en México) por parte de empresas transnacionales, con la reforma reaccionaria de 2013 en materia de energía, o si se recupera la soberanía nacional y energética a través de una verdadera reforma eléctrica.
Este domingo 17 de abril, se presentará en el pleno de la cámara de representantes de nuestra nación, compuesto por congresistas electos por la ciudadanía mediante voto universal, directo y secreto. Se legislará en materia de industria eléctrica, protección del litio y otros minerales. En estos casos es bueno traer a la memoria que las (os) legisladores (as), con base en nuestra Constitución Política se deben al pueblo (sus votantes) y la defensa de los intereses colectivos de la nación (el interés general que representan), y la votación de la reforma eléctrica, será una dura prueba para nuestra democracia, así como se verán exhibidos los verdaderos intereses a los que sirven muchos de los ocupantes de las curules en San Lázaro.
Después de un proceso nunca antes visto en la historia de las democracias, de Parlamento Abierto, en el que los más diversos implicados e interesados en el universo de los energéticos plantearon, sin restricciones, sus argumentos a favor y en contra de la reforma propuesta por el ejecutivo, ha llegado la hora de votar y demostrar quién es quién. Quien está con el pueblo y con el país y quien está en contra.
Quienes pretenden mantener los privilegios de las empresas privadas y la lógica del saqueo, intentaron por todos los medios encubrirse en el discurso ambientalista y ecologista, argumentos que muy pronto se derrumban cuando se contrastan con sus gestiones a la cabeza de los gobiernos anteriores al de la 4T. Representantes del PRI y del PAN se desgarraban las vestiduras en nombre de las energías limpias, pero su abierta resistencia es a reconocer la generación hidroeléctrica de energía que se puede producir en 60 presas de la Comisión Federal de Electricidad, lo que dejaría mal paradas a las empresas monopólicas de las falsas tecnologías verdes.
Resaltó en días pasados la recuperación anquilosada de ésta desarmada argumentaría, en una larga entrevista a modo que, la periodista Carmen Aristegui obsequió a Santiago Creel, mientras él se envolvía en la bandera de Iberdrola para defender la acumulación capitalista de los grandes consorcios internacionales, se hacía famosa la imagen de una diputada del blanquiazul con uno de sus jefes, sentado en una curul de la Cámara de Diputados, el cabildero o lobista de nombre Paolo Salerno, representante de ENEL, empresa italiana de energéticos, cuyos grandes privilegios y negocios serían afectados por la reforma y la defensa del interés nacional.
Cabe señalar, también, que empresarios y representantes de medios mainstream de intoxicación masiva, dedicados de tiempo completo a inventar noticias falsas y rechazar mediante discursos de odio las iniciativas del gobierno del presidente Andrés Manuel, rechazaron groseramente la invitación a debatir presentando sus argumentos de forma racional y dialogante.
No puede aceptar que se puede generar energía limpia sin las transnacionales, y que para garantizar una verdadera transición energética en el futuro, es imprescindible que el Estado gestione y proteja los recursos minerales como el litio.
Estamos presenciando el juego de fuerzas entre dos formas de vivir el mundo, dos posturas antagónicas entorno a cómo debemos relacionarnos en tanto genero humano con el planeta que nos circunda y del que formamos parte.
Por un lado, el proceso histórico que representa la Cuarta Transformación de la vida nacional y sus representantes concretos y políticos en la administración del gobierno, así como sus representación parlamentaria, impulsando una iniciativa que busca poner al centro la vida, lo público, lo común, lo colectivo, el interés nacional y popular que le hará bien a todas y todos, lo cual significa relacionarnos con los recursos naturales y minerales de nuestro suelo patrio, a través del principio de cuidar y distribuir la propiedad.
Del lado contrario está el fin de lucro, sin más, el gran capital transnacional con el omnímodo poder imperial que asola al mundo y tiene en crisis al medio ambiente, la economía, la salud, la política internacional y la paz. Empresas como Iberdrola, la representada por el cabildero Salerno del PRIANRD, Enel, o Grupo México, si de mineras inescrupulosas nacionales hablamos, que para efectos prácticos el capital no tienen patria ni matria. La lógica en la que opera el capital y sus esbirros, es la del usar y destruir la propiedad, en este caso, recursos naturales y minerales convertidos en mercancía por la poderosa mano visible (bien visible) del mercado mundial y su vorágine de consumo.
Acumulación y centralización de capital, maximización de ganancias subordinando los derechos de las personas y el cuidado del entorno material que sostiene a la vida, es la lógica que se opone a la iniciativa de reforma que busca la protección y la utilización racional de los recursos, con base en las necesidades y los derechos del país, así como sus ciudadanas reconocidas como sujetos de derechos.
No es poca cosa la implicación política, de que la reforma sea aprobada, pero va mucho más lejos, la necesaria intervención del poder colectivo del pueblo para proteger sus recursos a través de una ley y del Estado, es el ejercicio concreto de la Soberanía Nacional.
Es un paso democrático y soberano que las y los legisladores le deben al pueblo de México.
Este ejercicio soberano, de poner freno a las ambiciones privadas para garantizar servicios y derechos de las mayorías, mediante la ley, esta subordinación legal del interés privado de los potentados al interés nacional y colectivo de los más, es una expresión de combate a la lógica depredadora, extractivista y saqueadora del capital en su movimiento, significa plantar cara a la acumulación por despojo y a la reproducción ampliada del mismo.
La reforma eléctrica es una obligación moral del legislador